Suscríbete
Los agricultores reciben 0,10 euros por kilo en otra campaña ruinosa de la navelina
Los bajos precios dejan un incremento de campos sin recolectar y de cosechas regaladas o echadas a perder en la recta final de la campaña
Navelinas en el árbol y por el suelo en un campo de cultivos de Xàtiva. | PERALES IBORRA
Sergio Gómez. Xàtiva
Ver noticias guardadas
Campos perdidos y naranjas regaladas. Es la realidad a la que se enfrentan muchos productores de navelinas que están encontrando verdaderas dificultades para sacar al mercado sus cosechas obteniendo a cambio una mínima rentabilidad, por reducida que sea. En la Costera, la estampa de esta variedad -uno de los cultivos más extendidos en la comarca- colgando todavía del árbol o descolgada en importantes cantidades en el suelo se ha convertido en demasiado habitual al comienzo de este año, a juicio de los entendidos en la materia.
«Los campos están saturadas de navelinas. Por estas fechas no debería quedar más de un 5 o un 10% por recolectar y a día de hoy debe haber más de un 30 %», calcula el citricultor Ricard Fillol, delegado de La Unió de Llauradors en la Costera, que califica de «ruinosa» la campaña, en su recta final. La razón no es demasiado difícil de entender: los agricultores consultados por este diario confirman que, lejos de remontar -como se esperaba al principio de la recolección- los precios se han desplomado todavía más. A 0,10 euros el kilo se han estado pagando las últimas transacciones en la comarca. Y bajo la exigencia de que el producto esté en un perfecto estado de maduración y con las dimensiones y la forma que exige el mercado. Porque en torno a un 25 % de la producción no se recogerá por no alcanzar el tamaño requerido. Y en las peladoras apenas pagan 3 céntimos el kilo por recolectar aquella que el comercio no quiere por demasiado madura. Y mientras tanto, los adobos y los fertilizantes para el campo se han disparado hasta un 80 % como consecuencia del incremento del precio de las materias primas. «La falta de rentabilidad es total», resume Fillol.
La campaña de la navelina se retrasó y comenzó a un ritmo muy lento desde el principio, en un contexto de gran incertidumbre y condicionada por el parón de las ventas por los bajos precios, las importaciones masivas de naranjas de Sudáfrica y las plagas procedentes de otros países. Los productores estaban a la expectativa de que las cosas remontaran, pero pasados más de dos meses el pesimismo es todavía mayor y algunos están optando o bien por dar la cosecha por perdida o bien por regalarla antes de que caiga y se eche al traste por su propio proceso madurativo. «Desde el principio se ha alimentado la psicosis de que las navelinas no valen dinero y de que está todo muy mal. Al final el agricultor o vende por miedo al bajo precio o las regala», expone Paco Benavent, productor que confía en que esta próxima semana por fin puedan recoger sus naranjas tras meses de espera en una de las campañas más lentas que recuerda. «Por primera vez desde que soy citricultor se ha cogido antes la clemenvilla (una mandarina híbrida que se suele coger más tarde), apunta. «Si las navelinas salieran a 15 céntimos estaríamos contentos», lamenta.
Dinámicas rotas
Tradicionalmente, tras el parón de la Navidad la campaña se animaba por la vuelta a la rutina de consumos y a la dieta sana, pero está dinámica «se ha roto totalmente» este año, según Fillol. Al menos, la recogida de clementinas no ha funcionado tan mal gracias a una mayor producción, aunque, aún así, el resultado no está siendo tan bueno como se esperaba.
«Ojalá viniera una buena helada, es lo único que nos salvaría»
El nivel de desesperación de los citricultores por la caída de los precios y el encarecimiento de los costes es tal que los daños que pueda provocar el viento u otros fenomenos climatológicos en sus cosechas se han convertido en el menor de sus males. «Ojalá viniera una buena helada y por lo menos el seguro nos compensara. Es lo único que nos salvaría», lamenta el productor Ricard Fillol.
«Las naranjas se caen del árbol, pero no por el viento, sino porque se están acabando las últimas parcelas y prácticamente se están dando regaladas», expone. Las altas temperaturas, por otra parte, preocupan a los agricultores por los efectos en el proceso madurativo. «Hay campos de nectarinas florecidos al 90% y clementinas ya floreciendo. Es peligroso, los árboles se creen que ya es marzo», señala Paco Benavent.
Temas