La entrada de frutas y hortalizas de terceros países se distingue como una de las grandes reivindicaciones de los agrarios españoles. La incertidumbre y la falta de rentabilidad sobresalen como los factores más dañinos para la actividad agrícola. Estas circunstancias obstaculizan el relevo generacional y empujan a que agricultores y ganaderos con décadas en la profesión descapitalicen sus explotaciones para poder seguir adelante en tiempos de dificultad. Las protestas del campo, que se han intensificado en los últimos años como consecuencia del complejo contexto geopolítico, apuntan a la competencia desleal que ejercen socios de la UE (Unión Europea) como uno de los principales males del sector. La repercusión de los acuerdos preferenciales con terceros países trasciende más allá de una cuestión de oferta y demanda. Los agrarios españoles señalan que el efecto de este tipo de tratos no es inmediato: importar 10.000 toneladas más de cítricos en un año no va a provocar un atasco de 10.000 toneladas de ese alimento en la campaña nacional; sin embargo, la persistencia de ese goteo hace que cada vez las producciones españolas en este caso pierdan competitividad. Los representantes del campo español insisten en que su lucha se centra en las alianzas comerciales que resultan desfavorecedoras para los agricultores nacionales. Los cítricos, y en particular las naranjas y las mandarinas , aparecen como los cultivos en los que más sangrante es la comparación con Sudáfrica, Marruecos, Egipto o Brasil, ya que estos estados explotan su ventaja de costes laborables y legislación favorable para lograr producir a un precio considerablemente inferior al posible en la UE. Los productores lamentan que países como los mencionados pueden entrar a competir en igualdad de condiciones con las frutas cosechadas en España, donde además de asumir mayores costes fijos, se cumplen los máximos estándares de seguridad fitosanitaria y de derechos del trabajador. Estas desventajas hacen mella en el sector: de los ocho millones de toneladas de cítricos producidos en España hace unos años, a un aforo que se prevé en torno a los 5,6 millones de toneladas para la temporada 2025/2026, 1,6 millones de toneladas por debajo de la media; mientras, competidores como Sudáfrica y Marruecos ganan peso. Los estrechos márgenes de beneficio y la imposibilidad de competir con las mismas reglas provoca imágenes desastrosas para la agricultura nacional, como el arranque de naranjos en la provincia de Córdoba compartido por el diputado nacional de Vox, José Ramírez del Río. «La importación de naranjas desde Sudáfrica , Egipto y Brasil ha hundido el precio de los cítricos en España. Tras resistir cuatro años de precios ridículos, por debajo de coste, los agricultores de Córdoba y de Valencia están quitando naranjos. Nos quedarán los cítricos llenos de mierda y de químicos traídos de fuera. La ruina del campo español», lamenta Ramírez sobre el vídeo en el que un agricultor presencia cómo una excavadora desprende varios naranjos de la tierra. «Estamos en Córdoba arrancando naranjos porque se merecen más estar en Sudáfrica, Egipto y Marruecos que los que hay aquí. Allí pagan mejores sueldos que en España también» indica con ironía el agricultor, que se resigna a la realidad: «Muchas gracias a todos nuestros políticos, a los de España y a los de la UE, gracias por todo. Gracias por arruinarnos». El caso de Sudáfrica destaca como el más sangrante de los citados. Entre enero y octubre, España ha importado 65.403,04 toneladas de naranjas y mandarinas procedentes de Sudáfrica, un 41,98 % más que en la misma referencia de 2024. Esta situación se da después de que la UE elimine por completo el arancel a las naranjas de Sudáfrica , que han entrado libre de cargas desde el 15 de octubre y hasta el 30 de noviembre, coincidiendo con el comienzo de la temporada española. Las ventas de naranjas y mandarinas de Marruecos a España también han aumentado en gran medida de enero a octubre: las importaciones en este sentido con origen del reino alauí han pasado de 7.341,97 toneladas a 27.325,47 toneladas, un 272,1 % más, o lo que es lo mismo, se han multiplicado casi por cuatro. La factura con origen Egipto, al contrario de lo que puede parecer, se ha desplomado de 105.502,96 toneladas a 28.805,37 toneladas, aunque esto se explica por la transformación del país africano de productor de naranja a referencia mundial del zumo, donde incluso ha superado a Brasil como segundo suministrador de España.