El consumo de lácteos representa un riesgo 'neutral' de enfermedad cardiovascular En la mente de muchos españoles está arraigada la creencia de que la leche baja en grasa es mejor que la entera para la salud cardiovascular. Sin embargo, la evidencia científica actual no respalda estas diferencias significativas y una revisión por parte de un panel internacional de expertos en nutrición, ponía en duda la validez de esta recomendación. De acuerdo con los datos presentados en un congreso que se celebró en Ámsterdam, el consumo de leche, yogur y queso, independientemente de su contenido graso, no se asocia con un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además, los ensayos clínicos aleatorizados disponibles no mostraron diferencias significativas entre el consumo de lácteos enteros y bajos en grasa respecto a diversos factores de riesgo cardiometabólico, como el colesterol, la presión arterial o la glucosa. En consecuencia, los expertos consideran que no existe evidencia suficiente para mantener una diferenciación entre lácteos regulares y bajos en grasa en las guías nutricionales dirigidas a adultos y niños. Los expertos sugieren que las políticas de salud pública deberían enfocarse más en reducir el consumo de alimentos ultraprocesados, ricos en energía y pobres en nutrientes -principales fuentes de ácidos grasos saturados en las dietas occidentales-, que en el contenido graso de los lácteos en sí. Por su parte, Walter Willett, profesor de epidemiología y nutrición en Harvard, ofrece en un artículo publicado en el Washington Post, seis consejos para quienes quieran incluir los productos lácteos en una dieta saludable. seis consejos Las fuentes de grasas vegetales insaturadas, como el aceite de soja, de canola o de oliva, serán mejores para la salud a largo plazo que las grasas lácteas. Si desea consumir alimentos lácteos, los productos fermentados como el yogur o el queso pueden ser las mejores opciones. Como siempre, las cantidades son importantes; una porción diaria de lácteos enteros tendrá un efecto mínimo en el riesgo de enfermedad cardiovascular. En otras palabras, si solo consume una porción diaria, la grasa no influye mucho. Si se elige un producto lácteo bajo en grasa, las calorías que reemplazan la grasa son importantes; el azúcar y el almidón refinado no mejorarían, e incluso podrían empeorar. En su lugar, priorice fuentes saludables de grasa o proteína, como aceites vegetales o frutos secos. Tenga en cuenta que la leche entera contiene 3,25 % o más de grasa láctea, la leche baja en grasa tiene entre 1 % y 2 % y la leche descremada tiene aproximadamente 0,5 %. Todas tienen los mismos nutrientes, vitaminas y minerales, independientemente de si se ha desgrasado o no. Para cubrir los requerimientos de proteínas, es recomendable optar por fuentes de origen vegetal, como los frutos secos, la soja y otras legumbres, en lugar de recurrir excesivamente a los productos lácteos. Ante la duda de repetir con un segundo vaso de leche, cabe tener en cuenta una alternativa más ligera, como la bebida de soja con un leve contenido de azúcar.