Andalucía
Las lluvias aún no despejan las incertidumbres del campo andaluz
Los agricultores apuran los plazos para ver qué pueden plantar y denuncian que se especula con el precio del cereal
Imagen tomada desde un dron de una máquina cosechadora mientras recoge cereal en un campo. EFE/ Jesús Diges FOTO: Jesús Diges EFE
Juan Manuel Reina
Última actualización
28-11-2022 | 05:50 H
En los últimos días, el color y los olores en el campo andaluz y, en concreto, gaditano han dado un giro de 180 grados. El marrón, casi beige, de las hectáreas aradas ha tornado a oscuro y la tierra ha recuperado ese ya casi olvidado olor a humedad. Es el resultado de unas lluvias que, aunque no demasiado cuantiosas, han «sembrado» la esperanza en un sector que, nunca mejor dicho, las esperaba como «agua de mayo». No obstante, las incertidumbres siguen estando ahí presentes, como lo demuestra el hecho de que, a día de hoy, la inmensa mayoría de los agricultores gaditanos aún no sabe qué sembrarán e, incluso, si lo harán.
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«Las últimas lluvias han sido muy beneficiosas, en especial en el norte y en el centro de España, donde la siembra ya es una realidad. Aquí, en el sur, y, en concreto en Cádiz, aunque son esperanzadoras, aún no son todo lo importantes que esperamos y necesitamos», apuntó a LA RAZÓN Pedro Gallardo, presidente de Asaja-Cádiz, desde Italia, donde participó como representante nacional en el Foro Internacional de la Agricultura y la Alimentación. La rentabilidad de la campaña va a depender de que las lluvias continúen en la comunidad.
«Los agricultores que se están animando a sembrar en esta zona son muy pocos. La gran mayoría está esperando a ver si llueve algo más, ya que en estos momentos las reservas de agua siguen siendo muy justas», señaló el representante de los agricultores.
Sigue la incertidumbre
Así, «entre que la situación del agua es muy justa, que los precios de los insumos siguen siendo muy elevados y que las incertidumbres siguen ahí, los agricultores se encuentran en una especie de compás de espera, confiados en que llueva algo más y puedan garantizar sus cosechas», manifestó Pedro Gallardo.
Cabe recordar que la fecha idónea para la plantación de los trigos blandos y duros en el campo gaditano es a partir del 20 de noviembre, con lo que «aún hay dos semanas de plazo para, en función de las lluvias, decidir qué sembrar; quizás, menos trigo blando y más girasol».
Caída de precios
Otro de los factores que no está ayudando «es la caída de los precios de los cereales», que responde a «simples motivos especulativos», defienden los agricultores.
«Cada vez que nos enteramos de que sale un barco de Ucrania o se abre un corredor tiene lugar un caída de las cotizaciones y eso no puede ser», subrayó el presidente de Asaja-Cádiz.
Asimismo, en situación de incertidumbre, se encuentra el cultivo del girasol, concretamente la posibilidad de que, por la situación de Ucrania, se puedan sembrar más hectáreas, tal y como sucediera la pasada campaña agrícola. «A las alturas que estamos, todavía no sabemos nada. No hay nada oficial, no se ha publicado la Política Agraria Común (PAC). Es como si estuviésemos en el minuto 60 de un partido para el que aún no se ha publicado el reglamento», señalaron desde Asaja-Cádiz.
«No obstante, a tenor de la situación que se sigue viviendo en Ucrania, esperamos que se vuelve a autorizar» , añadió el representante agrario.
«Es más», resaltó Pedro Gallardo, «en este Foro Internacional de la Agricultura y de la Alimentación al que he asistido en Italia, el ministro de Agricultura de Ucrania nos ha trasladado que ellos tienen gran parte del territorio ocupado y que ese girasol no está entrando y, por tanto, van a seguir teniendo problemas para dar salida a esa producción», abundó Pedro Gallardo.
En este escenario, el representante de Asaja denunció que «lo que no podemos hacer es depender de si Ucrania puede o no puede; tendremos que ser autosuficientes y tener girasol nuestro».
Por último, Asaja Cádiz lamentó los «bajos rendimientos que obtuvo el girasol en la pasada campaña, que fueron del 50 por ciento e incluso del 40 o el 35; verdaderamente muy malos».
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