E l bloqueo ruso de los envíos de alimentos a Ucrania y la posible pérdida de las cosechas ucranianas debido a las interrupciones de la guerra han dominado los titulares de los últimos meses. Entre febrero y junio, los precios mundiales del trigo subieron más del 60% , alimentando la preocupación humanitaria y las advertencias de los organismos internacionales de desarrollo sobre el aumento de la inseguridad alimentaria en los países pobres de África y Asia. Pero muchos de estos titulares han sido engañosos y conviene recordarlo ahora que se desbloquean los. En los países pobres, alrededor del 80% de las calorías proceden de los cereales. El más importante es el arroz, que representa el 27% de la ingesta calórica per cápita en el mundo en desarrollo, y es el principal alimento básico en Asia. En países como Myanmar y Camboya, el arroz representa el 80% de las calorías. El verdadero problema estriba en que Moscú, y no Kiev, decida cortar su venta al exterior El maíz es el cereal de subsistencia más importante en África. Alrededor del 30% del maíz mundial se consume en los países africanos , y los habitantes de Malawi, Lesotho y Kenia consumen una media de 90-180 kilogramos al año. El trigo, que es el segundo cereal más importante a nivel mundial, es relativamente poco importante en los países pobres. Por ejemplo, el consumo anual de trigo per cápita es solo de unos 17 kilogramos en el África subsahariana. Consideremos ahora la contribución de Ucrania al suministro mundial de alimentos. En 2020, exportó muy poco arroz, 18 millones de toneladas de trigo y 28 millones de toneladas de maíz. Era el quinto exportador de trigo después de Rusia (37,3 millones de toneladas), Estados Unidos (26 millones), Canadá (26 millones) y Francia (19,8 millones); y el cuarto exportador de maíz, después de Estados Unidos (52 millones de toneladas), Argentina (37 millones) y Brasil (34 millones). La pérdida de trigo y maíz ucranianos no debería desencadenar por sí misma la inseguridad alimentaria en los países pobres , porque la producción y las exportaciones de otros países pueden aumentar. Pensemos en el maíz. Los países pobres que dependen de este producto producen la mayor parte del mismo a nivel nacional, y muy poco de lo que importan proviene de Ucrania. Por ejemplo, en 2020, Kenia solo importó 11.818 toneladas de Ucrania . Un déficit de esa magnitud debería ser relativamente fácil de cubrir para otros productores, especialmente si se tiene en cuenta que la mayor parte del maíz no se necesita para la subsistencia humana. Globalmente, solo el 15% de todo el maíz producido en el mundo se consume como alimento. El sistema global de producción y suministro muestra unas importantes limitaciones En Estados Unidos ?el mayor productor de maíz del mundo? se utilizan entre 10 y 12 millones de toneladas al año para producir edulcorante. Otros productores también deberían poder compensar la pérdida de trigo ucraniano . La producción anterior muestra que muchos países no están actualmente a plena capacidad. Por ejemplo, el aumento de las exportaciones de trigo de EEUU desde los niveles recientes de 26 millones de toneladas hasta su pico de 1981 de 44 millones de toneladas compensaría con creces la pérdida de las exportaciones totales de trigo de Ucrania. El riesgo de escasez de fertilizantes también ha generado titulares porque esto podría reducir la oferta y aumentar el precio de los alimentos a nivel mundial. Pero Ucrania solo representa el 0,8% de las exportaciones mundiales de fertilizantes. En definitiva, los países pobres no deberían verse afectados de forma significativa por la pérdida de productos agrícolas ucranianos. Pero esto no significa que la preocupación por la inseguridad alimentaria sea exagerada. Los problemas son simplemente diferentes y más complejos de lo que los titulares dan a entender. La inseguridad alimentaria lleva años empeorando constantemente. En los países de bajos ingresos, la proporción de personas que sufren una falta de nutrición de alta calidad suficiente aumentó de alrededor del 13% en 2015 al 26% en 2019 , debido a la interacción de factores como el cambio climático, las instituciones fallidas y los conflictos armados regionales. Si se asocia el problema únicamente a la guerra de Rusia en Ucrania, se corre el riesgo de crear la falsa suposición de que puede solucionarse o mejorarse significativamente poniendo fin a la guerra en Europa del Este. La invasión rusa de Ucrania puede, en efecto, causar problemas en los mercados alimentarios mundiales. Puede reducir el suministro mundial de alimentos a corto plazo, especialmente cuando se producen interrupciones en las rutas de transporte marítimo y en el acceso a los puertos. Afortunadamente, las recientes negociaciones demuestran que estos problemas pueden remediarse. Además, los 850 millones de toneladas de reservas mundiales de cereales , el 25% de las cuales están en manos de Estados Unidos y la Unión Europea, también pueden utilizarse para ayudar a solucionar los déficit temporales. El mayor peligro a largo plazo es que Rusia ?no Ucrania? reduzca las exportaciones. Rusia representa el 19% de las exportaciones mundiales de trigo y el 15% de las de fertilizantes. Las exportaciones podrían disminuir a causa de la guerra, el mal tiempo o una crisis económica que haga descarrilar la producción. Podrían disminuir por razones políticas, como una táctica rusa para aprovechar su poder de mercado, como ha hecho con el gas. A la inversa, Ucrania y sus aliados pueden tratar de aumentar la presión económica sobre Rusia exigiendo la prohibición de sus exportaciones agrícolas , que hasta ahora han estado exentas de sanciones comerciales. Es probable que las hostilidades políticas continúen incluso después del fin del conflicto armado. Teniendo en cuenta estos riesgos, una respuesta sensata para EE UU y sus aliados agrícolas es aumentar la producción de cultivos y aumentar las reservas. El aumento de la producción permite que las reservas de cereales se amplíen sin reducir los suministros mundiales; y con unas reservas mayores, se pueden liberar más fácilmente pequeñas cantidades para ayudar a suavizar los déficits temporales. Estas políticas también envían una fuerte señal a los agricultores para que mantengan su capacidad de producción, lo que contribuirá a garantizar la capacidad de conseguir una producción aún mayor en caso de necesidad. El aumento de la producción y de las reservas moderará los trastornos de la guerra a corto plazo y, con el tiempo, reducirá la dependencia mundial de las exportaciones agrícolas rusas , dando a los aliados de Ucrania más margen de maniobra política. Para los países pobres que se enfrentan a la creciente amenaza de inseguridad alimentaria crónica, estas políticas proporcionan un seguro contra la inanición masiva. La crisis alimentaria provocada por la guerra entre Rusia y Ucrania pone de manifiesto los graves problemas de inseguridad alimentaria. Un análisis más detallado muestra que los problemas son mucho más profundos que la guerra actual y que el sistema alimentario mundial necesita urgentemente ser más resistente por razones políticas y humanitarias.