La degradación del suelo es uno de los problemas crecientes que afectan a todos los seres vivos del planeta. Según datos de la Fundación Aquae -un organismo que nació en 2013 con el objetivo de promover un modelo sostenible y respetuoso con el medio ambiente, la biodiversidad y el desarrollo digno y equitativo de las personas- hasta un 40% de las tierras agrícolas a nivel mundial están profundamente degradadas. Este deterioro, "que se produce a causa de una combinación de procesos inducidos por el hombre", señala Aquae, puede tener diferentes causas: desbroce de tierras, prácticas agrícolas deficientes, empleo de vehículos todoterreno, vertidos de basura no biodegradable o la extracción de piedra, arena y minerales, entre otros. Otra causa de la degradación del suelo agrícola es "el aumento del tamaño del campo debido a las economías de escala, lo que reduce el refugio para la vida silvestre, ya que desaparecen los setos y los bosquetes", apunta Aquae, que denuncia además determinadas prácticas ganaderas que suponen un pastoreo excesivo. Este empobrecimiento del suelo afecta a la biodiversidad y a la lucha contra el cambio climático, entre otros factores. También tiene consecuencias sobre la composición nutricional de los alimentos, si atendemos a diversos estudios científicos que han analizado este valor nutricional a lo largo de series históricas. Lo explica María Dolores Raigón, catedrática de Edafología y profesora en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agrónoma y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV): "Pese a que no existen estudios que evalúen la calidad de los suelos, de forma sistemática, porque resulta muy complicado, debido a los continuos cambios en el uso del suelo, sí hay investigaciones que recogen los cambios en la composición de los alimentos durante series históricas desde hace 120 años. Los resultados son concluyentes: los alimentos van perdiendo las concentraciones de minerales y principios vitamínicos a lo largo de los años". Cada vez más, muchas personas requieren suplementos de determinados nutrientes porque no son capaces de conseguirlos a través de la dieta Pilar Esquer Nutricionista Según la nutricionista Pilar Esquer, fundadora de la consultora Habits y miembro del grupo de especialización en Restauración Colectiva de la Academia Española de Nutrición y Dietética, "cada vez más, muchas personas requieren suplementos de determinados nutrientes porque no son capaces de conseguirlos a través de la dieta. Esto se debe a que en muchas ocasiones no nos fijamos en lo que estamos comprando y adquirimos alimentos de escasa calidad nutricional que se han ido viendo afectados por la degradación del suelo". Según datos recopilados por el laboratorio farmacéutico Ciba Geigy (Suiza) y por Sanatorium Obertal (Alemania), el brócoli ha visto disminuido el porcentaje de calcio en un 73% entre 1985 y 2002, así como en un 62% el ácido fólico y en un 55% el magnesio . En el caso de las espinacas, han perdido en este periodo un 78% de calcio y un 65% de vitamina C, mientras que los plátanos han perdido hasta el 92% de la vitamina B6. El brócoli ha visto disminuido el porcentaje de calcio en un 73% entre 1985 y 2002 Getty Images/iStockphoto "Mientras que existen grandes estudios que han confirmado la caída en la composición nutricional de los alimentos a lo largo de la historia, han surgido otras investigaciones que demuestran que los suelos naturales, que no han sido objeto de usos agrícolas agresivos, mantienen su contenido en materia orgánica", explica Raigón. La catedrática de la UPV se refiere no solo al uso de determinadas prácticas agrícolas, sino al de pesticidas y fertilizantes químicos de síntesis, que poco a poco van afectando a la salud del suelo y, en consecuencia, a la de las plantas y toda la vida edáfica. "Hay que tener en cuenta que la planta extrae los principios nutricionales del agua y del suelo, y que posteriormente realiza la fotosíntesis, obteniendo materia orgánica con ayuda de la luz. Por tanto, la planta extrae los minerales que necesita del suelo en el que está cultivada, de modo que si no lo cuidamos adecuadamente, esta se verá privada de estos minerales", explica Raigón. ¿Qué entendemos por cuidar el suelo? Según la experta, "para empezar, dejar que el suelo descanse y se regenere y, por supuesto, llevar a cabo fertilizaciones biológicas con materia orgánica. De nada servirá realizar fertilizaciones basadas en sustancias de síntesis química, ya que encontraremos determinados minerales presentes en el suelo pero con una disponibilidad no útil, lo que significa que la planta no los va a poder utilizar". Campo recién abonado mediante fertilizantes orgánicos Getty Images/iStockphoto Este déficit repercute tanto en la calidad de las plantas como, por ende, en la salud de los consumidores. "Nos encontramos con que los alimentos van perdiendo determinadas concentraciones, sobre todo de minerales y principios vitamínicos. No hay que olvidar que los minerales , como son el selenio, el hierro o el zinc, entre otros, solo se pueden conseguir a través de la alimentación, y si no logramos alcanzar las cantidades diarias recomendadas, habría que suplementarlos porque podría haber alguna deficiencia", explica la catedrática de la UPV. Por otra parte, para la síntesis de alguna vitamina, como es el caso de la C, "se necesitan unas enzimas esenciales que requieren de algún elemento mineral". Raigón insiste en que estos resultados son la conclusión de estudios históricos, que evalúan la calidad nutricional de los alimentos desde hace más de un siglo. "Dado que las técnicas analíticas discrepan a lo largo de los años, estos trabajos han ido haciendo correcciones para dar lugar a unos resultados absolutamente fiables". La recomendación es consumir alimentos que hayan sido producidos en suelos sanos y cargados de nutrientes" María Dolores Raigón Profesora en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agrónoma y del Medio Natural (Universidad Politécnica de Valencia) Sin embargo, resulta complicado discernir cómo afecta esta coyuntura a la salud de los consumidores, ya que es difícil conocer la composición nutricional de la fruta y verdura que consumimos diariamente. No obstante, lo recomendable sería, en palabras de Raigón, "consumir alimentos que hayan sido producidos en suelos de calidad, que puedan garantizar la cantidad de nutrientes necesaria, y esto nos lleva a los suelos sanos y ecológicos". La científica se apoya también en las investigaciones realizadas en 2018 por el grupo francés NutriNet-Santé, creado para investigar las relaciones entre nutrición y salud y que han evaluado las consecuencias de la alimentación ecológica sobre la salud. "Se ha demostrado que la alimentación ecológica reduce la probabilidad de padecer cáncer, además de que se relaciona con una menor probabilidad de enfermedades cardiovasculares y una reducción en la diabetes", explica. Es interesante optar por productos de proximidad que dinamice el comercio local Getty Images/iStockphoto Otras investigaciones, sin embargo, rebaten estas conclusiones. La London School of Hygiene Tropical Medicine concluyó en un estudio de 2010 que "no existe certeza sobre los beneficios nutricionales de consumir alimentos orgánicos", mientras que el American Journal of Nutrition afirmaba en 2009 que "no existe evidencia de diferencias en la calidad nutricional entre los alimentos producidos de forma orgánica y los convencionales". En este sentido, la dietista-nutricionista y licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, Beatriz Robles, señala que el tema de la alimentación bio es un terreno pantanoso. "No se puede afirmar desde un punto de vista científico que los alimentos ecológicos sean más saludables, ni que los fitosanitarios o los medicamentos autorizados por la Comisión Europea y revisados por la EFSA (Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos) tengan repercusión en nuestra salud si se emplean en las dosis permitidas, pero sí que es cierto que desde el punto de vista del bienestar animal los alimentos eco tienen que cumplir requisitos más estrictos. Sin embargo, es más interesante optar por cualquier producto de proximidad que dinamice el comercio local, respete el medio ambiente y tenga en cuenta el buen estado de los animales". ¿Cómo tomar decisiones de consumo ante estas informaciones contradictorias? "Es cierto que en determinadas condiciones algunos investigadores obtienen unos resultados, mientras que otros avalan otras teorías y otras hipótesis. Lo que sí parece sensato reclamar es medidas que mejoren la calidad de los alimentos que consumimos, puesto que un reciente informe de The Lancet señala que el cambio climático está afectando a la salud pública en los países europeos, lo que impacta también en la calidad de los alimentos, entre otros aspectos", concluye, por su parte, Raigón.