La sequía que afecta Portugal desde la pasada primavera sólo se agrava, y las consecuencias para la agricultura lusa -y la economía nacional- son cada vez más serias. El Instituto Nacional de Estadística (INE) portugués revela que el mes de enero ha sido inusualmente caluroso y seco, y prevé que la campaña de cereal de 2018 será "la peor de los últimos 100 años", con notables caídas registradas en el cultivo de granos para pienso.
Según los pronósticos, el área de cultivo de cereales de otoño / invierno ha caído al "mínimo histórico de 121 mil hectáreas, la menor área de los últimos cien años (desde que existen registros sistemáticos)". El cultivo de centeno y la avena han caído un 5%, el trigo suave un 10% y la cebada y trigo duro un 15%. La reducción de la cosecha lusa es preocupante en un país cuya producción de granos ya es deficitaria: el año pasado Portugal importó el 98% de los cereales consumidos en el país.
Los agricultores señalan que la falta de agua hace que la tierra sea excesivamente seca para el cultivo de los granos, y afirman que la ausencia de una estrategia nacional les deja completamente desamparados ante la crisis.
"Tras la grave sequía que sufrimos el año pasado, era de prever que este año también iba a ser duro" declaró el dirigente de la Confederación Nacional de Agricultores, Alfredo Campos, a la agencia Lusa. "Necesitamos una estrategia nacional efectiva para evitar que el sector colapse dentro de muy pocos años. No necesitamos medidas paliativas, sino medidas de fondo, como la rentabilización y la ampliación del área de regadío, y formación para tener cultivos que no consuman tanta agua".
Aunque el Gobierno reconoce la intensidad de la sequía, el ministro de Agricultura luso, Luís Capoulas Santos, ha tachado las alertas de los agricultores de "alarmismo" y afirma que el Estado ya ha adoptado varias medidas, entre ellas un plan nacional de regadíos, cuyo objetivo es la creación de hasta 90.000 hectáreas de nuevos regadíos hasta 2021. Los agricultores, sin embargo, aseguran que las medidas adoptadas no han sido suficientes, y alertan que, de no adoptarse una estrategia nacional más ambiciosa, el resultado podría ser "catastrófico".
Además del reducido cultivo de cereales, la sequía también ha afectado la producción de corcho en el Alentejo. Durante el pasado año se ha notado un incremento en el nivel de mortalidad de los alcornoques, que no consiguen sobrevivir al estar expuestos a temperaturas tan altas durante periodos tan prolongados. La falta de precipitación también afecta la calidad del corcho producido, que tiende a ser menos espeso y mucho más frágil en años de sequía.
El impacto de la sequía sobre los pastos del interior luso también está afectando la producción del característico queso de la Serra da Estrela, cuyos productores se concentran en las regiones del país devastadas por los incendios del pasado verano y otoño. Muchos ganaderos no han podido pagar el pienso importado para dar de comer a las ovejas, y el sector anticipa una producción más limitada del queso con denominación de origen protegida a nivel europeo.
Según el Instituto Portugués del Mar y Ambiente (IPMA, según sus cifras en portugués), a día de hoy 9% del territorio nacional sufre sequía extrema, 77% sequía severa y 10% sequía moderada. Las zonas del país más afectadas por la situación extrema son las regiones interiores de Tras-os-Montes, Beja y el Bajo Alentejo. Según la agencia pública, estas partes del país necesitarían "meses de lluvia consecutiva" para conseguir recuperarse de la situación actual. Sin embargo, al igual que el pasado mes de enero, febrero está siendo un mes caluroso y seco en el país vecino.