Los agricultores aragoneses denuncian que el secano corre serio riesgo de desaparecer mientras las ayudas no cubren los gastos
La margen derecha de la cuenca del Ebro, la más afectada en este 2024
Imagen de un terreno en Monreal del Campo, en la comarca del Jiloca, sacudido por la sequía. / EL PERIÓDICO
Alberto Arilla
Zaragoza 26 JUN 2024 6:30
La sequía del pasado 2023 fue la «peor» para el Ebro desde los 90. Así lo definió la CHE y, lejos de mejorar, la situación para la comunidad aragonesa, cuyos campos beben en buena parte del río más caudaloso del país, va a peor. Especialmente, este año es en la margen derecha donde los agricultores aragoneses están sufriendo con mayor intensidad los efectos del escaso margen de lluvia que los embalses y campos están recibiendo en los últimos meses. Comarcas como el Jiloca, Campo de Belchite o el Bajo Aragón ven como sus distintos productos no van a poder salir a flote, a la par que las instituciones políticas no terminan de dar con la tecla para compensar la situación.
Uno de los casos más evidentes es el del cereal de secano, habitual en Campo de Belchite y que ve como este será el tercer año en el que no se podrá cosechar. Uno de los agricultores afectados es Mariano Urieta, de Lécera, que ve como el 95% del término de la comarca no va a poder aprovecharse . Y, en el 5% restante, donde están los pocos campos que, en cierta medida, se salvan de la quema, tan solo se van a poder recolectar entre 220 y 250 kilos por hectárea, cuando la media de un año normal se aproximaría a los 1.800 o 2.000 kilos. «Si pensábamos que el año pasado fue malo, este está siendo mucho peor», explica Urieta, que afirma que esta campaña «no se está pudiendo ni repasar los campos».
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Una «catástrofe» para la que las soluciones políticas no alcanzan a cubrir los gastos. En ese sentido, el consejero de Agricultura de la DGA , Ángel Samper ( Vox ) , anunció hace unas semanas unas ayudas directas por valor de seis millones de euros, que ayer aseguró que pagará antes de que acabe el año, y que se sumarán a los ocho millones de ayudas a préstamo que el consejero insiste en incluir en el mismo saco. Con todo, la cifra se convierte en «irrisoria» al trasladarse a la realidad, según denuncian los afectados.
Y es que, al dividir la cantidad entre las hectáreas sobre las que va a ser repartida, la media ronda los 20 euros por 10.000 metros cuadrados. Además, el tope son 100 hectáreas, por lo que un agricultor podría recibir, como máximo, 2.000 euros de este paquete de fondos propios de la DGA. Siguiendo con el ejemplo de Lécera, el valor medio de cada hectárea está entre los 400 y los 450 euros. De ellos, además de los 20 aportados por la DGA -y que en teoría se recibirán antes de que acabe el año-, habría que sumar los agroseguros y los pagos de la PAC. En el primer caso, según detalla Urieta, el 80% de los campos de la comarca de Belchite están peritados, con un precio estimado de 40 euros por hectárea por un seguro a todo riesgo, que cubre en torno a 100 euros por ese mismo trozo de tierra. Es decir, un saldo positivo de 60 euros.
220 euros por hectárea
La PAC, por su parte, ronda los 140 euros por hectárea. Así, sumando los 20 de la DGA, los 60 de la aseguradora y los 140 de la PAC, los agricultores como el lecerano apenas reciben unos 220 euros por hectárea, la mitad de lo que les cuesta producir en ella. Para más inri, los pagos no siempre llegan en tiempo y forma. Por ejemplo, Urieta ha cobrado hace poco los 42 euros por hectárea del Ministerio de Agricultura correspondientes al año anterior. Mientras, Ester Rubio, una joven agricultora de Monreal del Campo, en la comarca del Jiloca, sigue esperando a recibir la PAC de 2023, cuando ya ha presentado la de este nuevo curso. «Es vergonzoso, nos están tomando el pelo», comenta Rubio, quien, del mismo modo, considera que los seis millones de ayudas directas anunciados por la DGA son «insuficientes» . En su caso, cuenta, tan solo están pudiendo recolectar 800 kilos por hectárea de cebada de secano, cuando lo normal es más del doble. Una situación a la que se ha unido el pedrisco caído en los últimos días.
Por otra parte, Rubio incide en que las ayudas a préstamo, por mucho que Samper quiera comprimirlas con las directas, no tienen la misma naturaleza . «Ni son ayudas, porque exigen unos requisitos patrimoniales que dejan a los jóvenes prácticamente fuera, ni son directas, porque no dejan de ser un préstamo», añade Rubio. Una opinión compartida por Urieta: «Al final, son subvenciones a los intereses y quien ganan son los bancos. Pero el préstamo hay que devolverlo».
El último aviso de los expertos sobre lo que está por venir: la próxima sequía no será de agua
Una coyuntura que puede volverse «insostenible» en el tiempo y que, tal y como desgrana el agricultor de Lécera, puede acabar con el secano de comarcas como la suya. «Llevo ocho días replegando por el monte, prácticamente nada, y no he visto máquinas ni tractores en marcha. La gente está desilusionada y comienza a buscar vías alternativas», subraya, para sentenciar de forma contundente: «La margen derecha es la gran olvidada para los políticos, porque no les da votos».
Pero no es en la inmediatez donde la sequía únicamente hace mella. La recogida de frutos como el melocotón o la almendra podrían verse comprometidos en el medio y el largo plazo si no llueve y no se toman las decisiones políticas oportunas. «Estamos en un momento de incertidumbre, como todo el Bajo Aragón» , afirma Samuel Sancho, presidente de la Denominación de Origen de Calanda, quien considera que la CHE debería permitir «sacar el agua de los acuíferos y bombearla» ya que, en la situación actual, el melocotón tardío no podría producirse.
Agua de boca asegurada
«Los agricultores empiezan a apurar los riegos todo lo que pueden, pero con el nivel actual de agua no sé si llegarán a agosto», asegura Sancho. En ese sentido, dice, el estado del embalse de Calanda es «crítico», pues, aunque el agua de boca está «asegurada», con la destinada a los riegos hay dudas más que razonables. La media de una temporada normal en el melocotón, como la del pasado año, se sitúa en más de 3,5 millones de kilos, aunque este año Sancho no se atreve a dar cifras. «Si no llueve, tendremos que emigrar», responde entre la resignación y la ironía.
El caso del almendro es similar, como se puede comprobar en el caso de Valdealgorfa, también en el Bajo Aragón , que acostumbra a recoger unos 500 kilos de media por hectárea y que, si la situación sigue así, dejará la cosecha de este año «en cero». Así lo asevera Daniel Esteban, quien desgrana el problema añadido que la sequía tiene para estos árboles frutales. «Si perdemos una planta, no sé si es viable volver a plantarla», señala. Sea como fuere, el tiempo apremia, la sequía avanza y los agricultores, sean de cereal y cebada o de melocotón y almendra siguen esperando soluciones «eficientes».
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