La prevención y la donación a las entidades sociales marcarán la jerarquía de las prioridades Las entidades sociales denuncian "retrocesos" en su tramitación en el Senado La escena es dantesca. En una hora crepuscular, empleados de algunas de las grandes cadenas de supermercados dejan en la puerta del establecimiento contenedores rebosantes de comida a punto de caducar (frutas, verduras, restos de preparados...) junto a los demás contenedores. Inmediatamente, personas que merodean el lugar se abalanzan para hacerse con los desperdicios hurgando entre los restos de comida. En tres minutos, de golpe, las sobras y las personas se esfuman. Y, rápida y fugazmente la imagen se hace invisible como una aparición entre tinieblas. La situación revela con crudeza una doble cara de la moneda: la comida que se desperdicia en las cadenas de distribución y la necesidad de prestar asistencia alimentaria. Para intentar afrontar el problema, continúa su tramitación parlamentaria el proyecto de ley de Prevención de las Pérdidas el Desperdicios Alimentario, uno de cuyos objetivos es que las cadenas de distribución dejen de tirar los alimentos que puedan ser aptos para la alimentación o ser reaprovechados. La previsión es que el proyecto de ley sea votado hoy en el Senado, antes de que vuelva al Congreso para su aprobación definitiva. La futura ley comportará importantes cambios en las obligaciones de los grandes súper, entre otros eslabones afectados por las pérdidas y el desperdicio alimentario. El objetivo es implantar medidas orientadas a evitar que los alimentos se degraden o pierdan su calidad y puedan ser reaprovechados o reutilizados. Por eso, el redactado aprobado en el Congreso establece como primera meta la prevención. Las claves del proyecto de ley La meta: reducir los desechos alimentarios un 50% en el sector minorista y del consumo Y cuando se haya agotado la vía preventiva, se marca como meta primera en la jerarquía de prioridades "proceder a la donación" de estos alimentos o su redistribución para el consumo humano. En su defecto, se deberían destinar a la alimentación animal y a la fabricación de piensos; o a otras industrias. Y solo agotadas estas vías, en ultima instancia, se destinarían a fabricar compost o a la incineración para obtener energía. En el sector de los consumidores y la venta minorista, la ley asume como objetivo reducir un 50% los desperdicios (en volumen per cápita) y disminuir un 20% las pérdidas a lo largo de la cadena de suministro (producción primaria, transformación o fabricación de alimentos). Además, las empresas deberán disponer de un plan de prevención donde concreten esa jerarquía de prioridades fijada. Las nuevas obligaciones afectarían a los establecimientos de más de 1.300 m2de superficie útil de exposición y venta público. Actividad al alza Impulsar los convenios de colaboración con entidades sociales de ayuda o fundaciones La nueva regulación, según los sectores consultados, deberán servir para impulsar los convenios de colaboración para la donación de los excedentes de alimentos entre las empresas y las entidades de iniciativa social u otras organizaciones sin ánimo de lucro. De hecho, frente a esa imagen de vulnerabilidad o indigencia arriba descrita, las mismas fuentes resaltan la disposición de los grandes supermercados de alimentación a afrontar el problema. "Es algo que hace años ya se asumió: que haya gente recogiendo comida en los contenedores es algo que no puede ser", dice Nuria de Pedraza, directora del proyecto La alimentación no tiene desperdicio, de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc), destinado de generalizar las buenas prácticas para reducir al mínimo los excedentes que quedan sin aprovechar. Para Nuria de Pedraza, si un producto no es vendido y es apto para el consumo, "la primera opción debe ser donarlo". Prueba de ese ánimo de colaboración es que, según añade, en muchos casos son las propias empresas "las que llevan los excedentes a las entidades sociales, porque les importa cómo se trata el producto, o si se manipula adecuadamente...". Aecoc apoya la aprobación de la ley y considera que "el volumen de las donaciones se va a incrementar de manera muy notable", puesto que lo previsible es que se sumen nuevas empresas y que las que ya hacen esas donaciones "van a donar mucho más". El sector de la distribución, predispuesto a asumir los objetivos de la nueva ley Juan Ángel Martín, director de Comerso, empresa intermediaria entre las cadenas de supermercados y entidades de ayuda alimentaria, coincide en que es esperable que la ley dé un gran impulso a los convenios de colaboración. Y resalta que, como compensación por esa donación, estos donantes se beneficiarían de deducciones en sus impuestos emulando el ejemplo de Francia. No obstante, falta determinar cómo se organizará la logística para organizar toda esta recogida, que necesariamente debe ir acompañada de medidas para que se den las debidas condiciones de seguridad alimentaria y buena conservación del producto. En cualquier caso, el nivel de exigencia va a quedar determinado por el redactado final de la ley, que deberá acabar de concretar las obligaciones que se impondrán. Prevención Las entidades sociales denuncian que en el ámbito agrícola se imposibilita aplicar el principio de precaución Mientras tanto, las organizaciones sociales reunidas en el colectivo #LeySinDesperdicio han censurado que el redactado del proyecto de ley "ha sido empeorado" en su trámite en el Senado. Alertan de que las enmiendas introducidas catalogan de "residuos" los excedentes en el primer eslabón de la cadena alimentaria, el agrícola. Este hecho "imposibilita la aplicación del principio de prevención, que prioriza el aprovechamiento de alimentos antes de considerarlos residuos", dicen. También censuran que desaparece la obligación del Ministerio de Agricultura de poder exigir a las cadenas de alimentación unos indicadores de medición de los desperdicios alimentarios. "Además, se pone en riesgo la práctica del espigueo, una actividad tradicional y sostenible de recolección de alimentos en los campos, que ha demostrado ser segura, beneficiosa y muy eficaz para la concienciación y prevención de las pérdidas en campo", dice Rosa García, directora de la fundación Rezero. La plataforma de entidades #LeySinDesperdicio denuncia que estas modificaciones van en contra de la jerarquía de prevención de residuos establecida en la ley de Residuos y la directiva europea. Los hábitos del consumidor influye Supermercados, fuentes de excedentes Los supermercados son una fuente de excedentes alimentarios. La planificación para sincronizar compras y ventas "no es infalible" sino que depende de muchos factores, como los meteorológicos (si el consumidor acude a comprar). Las secciones de productos frescos normalmente generan muchos desperdicios; y los propios hábitos de los consumidores incentivan su producción, cuando desean que los lineales estén siempre bien surtidos, exigen una oferta cada vez más variada o reclaman productos perecederos cuando la tienda está a punto de cerrar, lo que los condena a ser desaprovechados.