Francisco Marcén / Presidente de Interovic
A España entran al año lo equivalente a un millón y medio de corderos, en la categoría de lechal, recental y pascual, un tercio en despiece congelado de Nueva Zelanda.
En la categoría de lechales, en 2017 llegaron en torno a 400.000 canales de Italia, 200.000 canales de Grecia y 200.000 en vivo de Francia que se sacrifican en España, mayoritariamente en mataderos de Castilla-León, Navarra y País Vasco.
El 80% de estos lechales entran a fin de año a un precio entre dos y cuatro euros menos que el lechazo español y la práctica totalidad de los supermercados lo ofertan en la campaña de Navidad a precios muy atractivos, incluso a pérdidas como efecto gancho.
La normativa europea obliga a la identificación del origen de nacimiento y de sacrificio en la carne fresca, y tras la campaña de Interovic exigiendo la identificación para que el consumidor elija el producto nacional, más fresco y sabroso, la gran mayoría de los supermercados identifican el origen sea de Italia, Grecia o Francia.
Interovic ha hecho una buena labor y debe seguir reforzando esta campaña, sobre todo en la campaña de Navidad que es cuando más se consume y más entran de fuera. También debe seguir exigiendo que se identifique el origen no solo en el envasado, sino en la cartelería, folletos y medios publicitarios en donde se promocione, con un tamaño y letra legible, en proporción al tamaño de la bandeja o envase.
Otro tema por exigir, según mi opinión y creo de todo el sector productor, es la identificación del producto transformado.
La normativa europea deja exento de identificación a esta categoría de producto, pero Francia ya ha conseguido una excepción y obliga a identificar el origen en función de que el producto lleve más del 50% del país de nacimiento.
Me dicen que en Italia lo han solicitado y lo exigen con razón sectores como la miel, los lácteos, etc.
Efectivamente no es obligatoria esta identificación, pero los transformadores españoles y más los que dicen estar al lado de los ganaderos españoles, podrían identificarlos voluntariamente en aras a la ética y la no doble moral.