INFORMACIÓN ACERCA DE LAS COOKIES UTILIZADASLe informamos que en el transcurso de su navegación por los sitios web del grupo Ibercaja, se utilizan cookies propias y de terceros (ficheros de datos anónimos), las cuales se almacenan en el dispositivo del usuario, de manera no intrusiva. Estos datos se utilizan exclusivamente para habilitar y estudiar de forma anónima algunas interacciones de la navegación en un sitio Web, y acumulan datos que pueden ser actualizados y recuperados. En el caso de que usted siga navegando por nuestro sitio Web implica que acepta el uso de las cookies indicadas. Puede obtener más información, o bien conocer cómo cambiar la configuración, en nuestra sección Política de cookies


La industrialización de la Ribera fue otra cosecha del campo - Levante-EMV

31/10/2022
En: levante-emv.com
Digital
Suscríbete La industrialización de la Ribera fue otra cosecha del campo El crecimiento de las exportaciones entre los siglos XIX y XX alentó la apertura de almacenes y fábricas para dar más facilidades al principal motor económico de la comarca Labores en el emblemático Magatzem de Ribera de Carcaixent. | ARCHIVO LEVANTE-EMV Rubén Sebastián. Alzira Ver noticias guardadas La Ribera es una comarca agrícola. Y es esa misma condición la que subyace en el proceso de industrialización. Sin el auge de la naranja, no se entiende la evolución de las fábricas en un territorio que no tiene una tradición industrial tan marcada como otras regiones valencianas. El tramo final del siglo XIX supuso el comienzo de una auténtica revolución. Un grupo de mujeres durante una jornada de trabajo en un almacén de Alzira. | ARCHIVO LEVANTE-EMV Tal y como repasan los historiadores y geógrafos Juan Piqueras Haba y Carme Piqueras Sanchis en el volumen «Història d'Alzira. Geografia física i humana, art i patrimoni cultural», coordinado por Aureliano Lairón y Ester Alba, hasta la fecha indicada, la Ribera «tenía una actividad exclusivamente agraria, por lo que su economía giraba alrededor de la producción agrícola». Molinos, telares, destilarías y varias fábricas de jabón suponían la excepción, siendo los primeros el grupo más destacado, pues solo los dedicados a la harina y el arroz superaban las ocho decenas. Alzira poseía, además, algunos almacenes de madera. Recolección de naranjas en un campo de Carcaixent. | ARCHIVO LEVANTE-EMV Los autores no dudan a la hora de señalar que los primeros talleres y fábricas son un efecto de la exportación de la naranja. «Los antiguos almacenes de madera se transformaron en carpinterías que fabricaban cajas para envasar la naranja, aunque también puertas, ventanas, sillas y muebles ordinarios. El mismo progreso agrícola y mercantil propició un notable incremento en la demanda local, tanto de bienes intermedios para el mismo ejercicio de la agricultura como el comercio de bienes de consumo, por parte de una sociedad que empezaba a salir de una fase de subsistencia», destacan. Un claro punto de inflexión a nivel histórico, pues también supuso un crecimiento demográfico en Alzira, acompañado de un desarrollo del sector terciario (administraciones, juzgados, abogados, etc.). Los cultivos llegaban casi hasta el mar en Cullera. | ARCHIVO MIGUEL FERRER Al calor de la naranja se fraguó una comarca que avanzaba a pasos agigantados. Piqueras y Piqueras subrayan el «notable crecimiento económico» que se produjo durante el primer tercio del siglo XX, cuando se multiplicaron por ocho los exportadores de cítricos. Y a su resguardo, lo que hoy denominaríamos una industria auxiliar dedicada a la elaboración de zumos o conservas, esencia de azahar o la fabricación de máquinas para la limpieza y el calibrado de las naranjas. Paralelamente, aparecían otras nuevas fábricas, como las dedicadas al sector de la construcción, o llegaban grandes entidades para sustituir a los banqueros particulares. Manipulación y envasado de fruta en Carcaixent. | ARCHIVO MIGUEL FERRER Fruto del éxito naranjero se produjeron también avances en la movilidad. «De gran importancia durante aquel primer tercio del siglo fue el proceso de difusión de vehículos automóviles, que generó talleres de venta y reparación, empresas de alquiler de coches y, sobre todo, desde el punto de vista geográfico, la formación de redes de servicios públicos de autobuses», hacen especial hincapié los investigadores. Con todo, el ferrocarril mantenía su posición dominante como principal medio de transporte con la capital provincial. El empresario Luis Suñer. | LEVANTE-EMV Recuperación Llegó, entonces, un periodo complicado entre la crisis económica de 1929 y las sucesivas guerras, tanto las dos mundiales como la civil, lo que supuso «una fuerte recesión general en toda la Ribera; muchas fábricas y almacenes cerraron o redujeron su actividad», apuntan los autores, que añaden: «La recuperación empezaría a notarse ya a partir de 1958 con los planes de estabilización y desarrollo programados por los gobiernos franquistas y la apertura de los mercados europeos para nuestros productos agrícolas y manufacturas de bienes de consumo, algunos de las cuales, como la industria de conservas, madera, mueble y confección textil, llegarían a generar entonces muchos puestos de trabajo a diferentes localidades de la Ribera». De hecho, el estudio revela que entre 1960 y 1980, según los datos recabados del Instituto Nacional de Estadística, el número de trabajos industriales se triplicó al pasar de menos de diez mil a cerca de treinta mil. De hecho, municipios como Alzira, l'Alcúdia, Carlet o Almussafes ya tenían más empleados en una fábrica que a pie de campo. Fenómeno que se intensificó con la construcción de la factoría Ford. Juan Piqueras y Carme Piqueras sitúan en la década de los años ochenta el momento en el que el sector industrial «comenzó a debilitarse» ante el crecimiento de la rama de los servicios. El empleo agrícola pasó de representar más del 40 % del empleo en 1970 a poco más del 20 en 1991. «Estos datos muestran que el trabajo agrícola habría caído por debajo del industrial y del terciario, pero no son suficientes para poder afirmar que la Ribera había pasado ya de ser una economía agraria a ser una industrial. Bien es verdad que la agricultura seguía, y sigue todavía, ocupando mucha mano de obra que no suelen reflejar los censos, como los temporeros ('collidors'). Tampoco registra a los agricultores a tiempo parcial, que tienen además otro trabajo al cual suelen inscribirse para optar a una pensión de jubilación más elevada que la del trabajador autónomo agrario. Además, se tiene que tener en cuenta que la agricultura era y es, al fin y al cabo, el motor de muchas actividades industriales como las conservas, congelados, maquinaria o la carrocería», concluyen. Luis Suñer, el espejo en el que mirarse Juan y Carmen Piqueras señalan el caso del alzireño Luis Suñer como un ejemplo de empresarios que alzaron «grandes emporios industriales» en una coyuntura complicada, como es el periodo posterior a la Guerra Civil, en el que la economía experimentó un retroceso. Aunque los autores ya se remontan al año 1921, cuando José Suñer y Ana Sanchis pusieron en marcha un pequeño taller familiar en el que confeccionaban cajas de cartón. «En pocos años, el taller se transformó en una fábrica localizada en la calle Doctor Ferran, que fue colectivizada por los obreros, pero dirigida por Suñer. Recuperada la propiedad, y por su buen funcionamiento, se planteó su traslado al puerto de València. El proyecto se abandonó después del incendio en 1945 que destruyó totalmente la fábrica», detallan los autores. Ya en 1959 se inauguró la nueva industria en el lugar que ahora ocupa la plaza Cartonajes. «A su alrededor, la familia Suñer promovió un barrio de casas para sus trabajadores, la Colonia de Ana Sanchis. Fueron aquellos unos años de gran prosperidad para Luis Suñer, el principal heredero y dirigente de la empresa, que en 1963 adoptó el nombre de Cartonajes Suñer. Su espíritu empresarial llevó a fundar e impulsar otras empresas como Avidesa, Plasal, Río Verde Cartón, Sor Ibérica, Papensa o Suñer Transport», destacan los historiadores, que añaden: «El proceso de industrialización de Alzira durante la segunda mitad del siglo XX no habría sido posible sin la intervención de este gran empresario. Su capacidad y osadía eran propias de un determinado y reducido tipo de empresarios valencianos». Temas
Fundación Bancaria Ibercaja C.I.F. G-50000652.
Inscrita en el Registro de Fundaciones del Mº de Educación, Cultura y Deporte con el nº 1689.
Domicilio social: Joaquín Costa, 13. 50001 Zaragoza.
Contacto Aviso legal Política de privacidad Política de Cookies