La industria alimentaria resiste al coronavirus

16/09/2020
En: eleconomista.es
Digital
15/09/2020 - 19:25 La industria alimentaria española está demostrando tener mucho músculo a la hora de parar el golpe provocado por la pandemia por coronavirus y todo apunta a que opondrá una gran fortaleza en el caso de que los incesantes rebrotes que se están produciendo deriven en un nuevo Estado de Alarma. Ya durante los meses de confinamiento absoluto fue capaz de garantizar el abastecimiento a la población. Y no solo eso, sobresalió por sus donaciones, en forma de toneladas de alimentos a bancos de alimentos y ONG destinados a los colectivos más desfavorecidos, cuya situación se agravó aun más durante la alerta sanitaria. Con el fin de tomarle el pulso al sector, la empresa de recursos humanos Randstad ha llevado a cabo un estudio sobre la situación actual, las percepciones del empresariado y sus previsiones de cara al futuro de un sector tan fundamental para la economía como es el de la alimentación, que supone una aportación directa al PIB del 2%, con una producción de 119.224 millones de euros, gracias a la actividad de 30.730 empresas, la mayoría pymes. El estudio de Randstad, que se apoya en datos del INE (Instituto Nacional de Empleo) viene a reflejar la enorme resiliencia del sector de la industria de alimentación ante la crisis sanitaria provocada por el Covid-19. Cinco años de crecimiento Por ejemplo, el análisis de los datos proporcionados por el organismo autónomo de servicios estadísticos muestra la fuerza de una industria que ha crecido un 10% comparando el primer trimestre 2015 con el del presente año. Sin embargo, el sector, que ahora emplea a 456.900 personas, está en estos momentos lejos de su máximo de contratación (que fue de 479.000 trabajadores en el tercer trimestre de 2019), lo que supone una caída del 6,7% o una destrucción de 22.000 empleos. Un sector muy resiliente Valentín Bote, director de Randstad Reseach, dice que "nos encontramos ante uno de los sectores con mayor resiliencia, que, gracias a su esencialidad, ha podido mantener, e incluso aumentar, la producción durante los meses de confinamiento total de la población. Se trata de un sector estratégico, con una alta capilaridad, cuya implantación territorial es clave en la fijación de la población y en el desarrollo local de las zonas rurales. Bote añade que "para mantener la robustez de este sector y su carácter vital en el desarrollo de la economía necesita implementar reformas de digitalización y adaptación a las nuevas tecnologías para mantener la senda del éxito". El informe de Randstad constata que el sector de la alimentación ha aguantado mejor el embate del covid, ya que el 36% de las empresas fue capaz de mantener el 100% de su actividad durante el confinamiento, mientras que tres de cada diez mantuvieron su volumen de negocio durante el peor momento de la crisis. Unas cifras que prácticamente duplican a la media de sectores, los cuales se mantuvieron en un 18% y un 15% respectivamente. Entre las medias adaptadas por las empresas de alimentación para atajar la alarma sanitaria, solo el 8% tuvieron que paralizar temporalmente su actividad empresarial: 15 puntos porcentuales por debajo de la media de sectores (23%), en tanto que un 9% hubo de afrontar un aumento de actividad. A pesar de los picos iniciales en la producción durante el Estado de Alarma, según el INE la producción en la industria agroalimentaria bajó un 15,2% en mayo de 2020 con respecto al mismo mes del año anterior. En este sentido, con datos facilitados por Fiab (Federación de Industrias de la Alimentación y Bebidas), en su informe económico anual, la pandemia podría provocar una caída de entre el 3,8% y el 8% de la producción si se da el peor escenario posible. En este último caso, las pérdidas serían de 10.000 millones de euros y de entre 4.000 y 11.000 empleos directos. Si se cumplen los peores augurios, se revertiría la tendencia alcista de la industria alimentaria, cuya producción creció un 2% en 2019. Confianza en futuro Los empresarios del sector son optimistas en cuanto a las previsiones de recuperación, muy por encima de la media de otros sectores, ya que la mitad de los consultados alega que alcanzó la normalidad a finales del segundo trimestre, y cuatro de cada diez directivos creen que recuperarán el volumen de negocio previo a la crisis a final de año. Asimismo, nueve de cada diez administradores pronostican que la recuperación completa llegará en el segundo trimestre de 2021. Esta percepción contrasta con la media total de sectores, que sitúa, con un 39%, la recuperación en el primer trimestre de 2020, y, con un 48%, en el último de 2021. Por otra parte, la incertidumbre económica que vive el país es la principal preocupación para seis de cada diez directivos, puesto que consideran que puede lastrar a su empresa; seguido de la perdida de facturación, que inquieta a tres de cada diez. No obstante, siete de cada diez confían en la fortaleza del sector a la hora de sortear la crisis. A la hora de atajar la actual incertidumbre económica, el 41% de los empresarios piensan que las ayudas y deducciones fiscales son un buen mecanismo; seguido de la flexibilidad laboral (30%) y de ayudas económicas directas (29%). Menos Ertes que otros sectores Randstad asegura en su estudio que apenas una de cada cuatro empresas de alimentación han tenido que recurrir a un Erte para mantener su producción; 24 puntos porcentuales por debajo de la media de todos los sectores (49%), únicamente por detrás del sector primario. En este sentido, solo el cuatro de cada diez de ellas han tenido que recurrir al teletrabajo, frente al 56% de la media nacional de los sectores. Una de cada diez empresas amplío su plantilla para afrontar el pico de actividad. Es el caso, por ejemplo, de Galletas Gullón, que no solo garantizó el empleo a los 1.500 trabajadores con los que contaba antes de declararse la pandemia, sino que aumentó su plantilla en 100 trabajadores durante el mes de mayo para hacer frente al coronavirus Cuatro de cada diez compañías alimentarias alegan que sus principales retos organizativos durante el confinamiento han sido la gestión de los recursos humanos, la inversión en seguridad y la protección de la salud de los empleados junto con la aplicación de los Ertes. El 34% afirman que su mayor desafío a ha sido garantizar la producción, en tanto que el 30% dicen que mantener la operatividad y la relación con clientes y proveedores han sido sus mayores desafíos.
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