Las palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón , en 'The Guardian' han lanzado sombras de duda sobre su producción en España. Todo ello, a propósito de las conocidas como macrogranjas o grandes explotaciones ganaderas. El ministro también contrapuso el modelo de ganadería extensiva con intensiva. Un discurso que le ha costado la censura unánime de las principales organizaciones agrarias (Asaja, COAG y UPA), así como de patronales como Anafric (Asociación Empresarial Cárnica) y Fecic (Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas). Pero, ¿hay motivos para la preocupación sobre la producción de carne en España? ¿Qué peso tienen las denominadas macrogranjas en el sector? Desde el lado de los productores, las principales organizaciones agrarias Asaja, COAG y UPA coinciden en destacar la complejidad de un sector formado por más de 350.000 granjas repartidas por toda España , según los datos más recientes del Ministerio de Agricultura que datan de 2020. De todas ellas, 130.790 granjas se dedican al vacuno de carne , 83.360 al porcino , 113.779 al ovino y caprino , así como 19.070 granjas a la producción de carne de ave. Una actividad que emplea a más de medio millón de personas, a los que cabe añadir los cerca de 200.000 trabajadores empleados en las industrias cárnicas y el comercio minorista. Desde Asaja destacan que hay diferentes tipos de ganaderos en España: Desde las explotaciones familiares medianas y pequeñas , de entre 100 y 200 animales aproximadamente, hasta «perfiles más industrializados» de explotaciones de entre 500 y unos 1.200 animales y que, en muchos casos, cuentan con socios industriales (mataderos, fábricas de piensos, etc...). Luego están las más grandes explotaciones o macroexplotaciones que se caracterizan «por emplear a un número considerable de personas». En este sentido, lamentan que los precios en origen no están acompañando y que las granjas más pequeñas «tienden a dar pérdidas, que luego no se pueden compensar» dejando su lugar a las explotaciones más profesionalizadas e industriales. Desde COAG Andoni García advierten contra la « uberización del campo» y estiman que entre el 45 y 50% del valor de lo producido ya está en manos de un 7% de las empresas. Por este motivo, apuestan por la regulación del mercado y ven con buenos ojos el proyecto de decreto de ordenación del bovino (leche y carne), que llevará Agricultura en las próximas semanas al Consejo de Ministros. Una norma que complementa las ya adoptadas para el porcino y el sector avícola. Como principal novedad, limitará las granjas de bovino a un máximo de 850 UGM (Unidad Ganadera Mayor). Es decir, a unas 725 vacas de ordeño o unos 1.400 terneros de cebo . «Valoramos la propuesta de 850 UGM, pero apostamos por máximos de 200 animales», comenta García. Pero, exactamente, ¿cuál es el alcance del peso de las macrogranjas? El hecho de que no exista está noción en la normativa vigente dificulta que este concepto esté recogido en las estadísticas oficiales. En cualquier caso, se suele acudir al Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (PRTR) para hacerse una idea: hay contabilizados 7.100 complejos industriales con importante emisiones , de las que se estima que un 53% son ganaderas. Hay que tener en cuenta que el vacuno no está obligado a remitir estos datos (13.697 explotaciones de lácteo y unas 69.136 granjas con vacas nodiras para cría, según Agricultura) por lo que la lista se reduce a unas 3.392 explotaciones de aves y cerdos de gran tamaño, informa EFE. La mayoría concentradas en Aragón, Cataluña y Castilla y Léon. «Estamos en contra de las macroexplotaciones o del modelo industrial», declara Román Santalla de UPA cuya organización ha remitido una carta al propio Garzón con dos propuestas: el impulso de un estatuto de la ganadería familiar y de un etiquetado específico para poder competir. Estimaciones al margen, el dilema planteado por Garzón sobre ganadería extensiva e intensiva ha generado la indignación en el sector: Santalla (UPA) recuerda que hay explotaciones familiares ecológicas - 3.529 granjas en España - extensivas, semiextensivas e intensivas. En Asaja admiten que «lo deseable sería que todo sea extensivo, pero es imposible porque no hay territorio ni capacidad para cubrir los costes de producción más caros» y destacan que, en el día a día, «el consumidor compra en el día a día intensivo» . Unas explotaciones que hacen frente a una intensa supervisión, aseguran.