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La estrategia de Europa y España ante los aranceles al sector agroalimentario

21/08/2018
En: eleconomista.es
Digital
En las últimas semanas ha sido noticia el arancel adicional a las importaciones de la aceituna negra, vigente desde el 1 de agosto. Es comprensible la movilización de las empresas afectadas, y pertinente su decisión de presentar alegaciones ante EEUU, que solo produce el 10% de la aceituna que necesita, por lo que no parece aceptable el arancel bajo normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Además, las alegaciones desde la Comisión ante la OMC, conocida por su lentitud y estructura burocratizada, ni tienen plazo ni estarían centradas exclusivamente en la aceituna, sino contra el objetivo, auspiciado por EEUU, de cuestionar la Política Agraria Común (PAC); cualquier producto agrario podría sufrir similar castigo arancelario, como se comentó en otra ocasión. Un aspecto positivo de la esta guerra comercial es que muchos sectores exportadores de la UE están beneficiándose. Centrándonos en la PAC, no será fácil justificar las ayudas ante la OMC, consideradas subvenciones, y dumping las anteriores al 1 de agosto, por EEUU. Este organismo cuantifica periódicamente las ganancias de bienestar que globalmente se obtendrían de su eliminación. Negar el proteccionismo de la PAC, desde su fundación, con la producción y las rentas de agricultores europeos es una quimera. La OMC suprimiría cualquier ayuda; las consiente temporalmente. El razonamiento es simple. El objetivo es -todavía- la liberalización total sin más, por lo que carece de sentido exigir a países poco desarrollados precios bajos mientras llegan de otros más desarrollados productos similares a precios aún más bajos por la existencia de ayudas (subvenciones) en origen, por poner un ejemplo. El libre comercio sin más, ignorando externalidades como daños medioambientales, se cuestiona desde hace tiempo La estrategia de defensa ha de ir por otro lado. El libre comercio sin más, ignorando externalidades como daños medioambientales, se cuestiona desde hace tiempo, no solo porque los ganadores dentro de un país suelen ganar mucho más que lo que pierden los perdedores (casi nunca son compensados), sino por la creciente relevancia de la distinción entre ventaja competitiva (puramente en precios, sin incluir externalidades) y ventaja comparativa (que las incluye, considerando, por ejemplo, los daños ambientales). Una ayuda en un país para disminuir las externalidades negativas puede ser considerada en otro una subvención a la exportación. Igualmente, un país cuidadoso con el medioambiente que exija un arancel a las importaciones desde países poco exigentes puede ser considerado injusto por los fabricantes. Tener en cuenta estas y otras cuestiones no es fácil, aunque suelen contemplarse en varios textos sobre crecimiento económico. Hay otros argumentos, más allá de la ventaja comparativa. En un mundo de continuas innovaciones, la especialización que genera la liberalización total, además de acelerar la concentración de poder en muchos mercados, produce crecientes desigualdades entre los países especializados en sectores tradicionales como el agroalimentario y los especializados en sectores TIC u otros innovadores. El libre comercio entre desiguales aumenta la desigualdad, y la OMC, hasta ahora (en el futuro esperemos que sí, de la mano de la ONU y la agenda 2030) no se ha enfrentado a estos riesgos; continúa en su línea de fomentar el 'libre comercio', sin entrar en el poder de mercado generado por ciertos comportamientos empresariales. El arancel a la aceituna inició una escalada proteccionista que Trump quería instigar, pero sigue existiendo la posibilidad de acuerdos bilaterales, y en este caso España es el perjudicado. En otros similares también habrá que utilizar la vía bilateral. Desde una perspectiva más amplia, a Trump, que utiliza las dos vías, le conviene electoralmente continuar esta guerra, pero también económicamente. EEUU tiene un enorme déficit comercial, especialmente con China y Europa, y su actual economía (4,1% de crecimiento, 3,9% de paro, inflación del 2,9%) le permite adoptar esta estrategia, es decir, enfriarla algo mientras reduce el déficit. La OMC, una de las cunas de la multilateralidad, pretende eliminar cualquier traba al libre comercio; sería erróneo plantear exclusivamente la defensa de algo que este organismo desea, al menos hoy día, erradicar. La defensa debería enmarcarse considerando los crecientes impactos del desarrollo sostenible sobre el comercio internacional tal como éste se ha planteado históricamente. Por ejemplo, en el contexto de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible, en cuyos objetivos, hay que estar ciego para no verlo, la UE tiene ventajas. Relacionados La Comisión Europea entra en la guerra de la aceituna: recurrirá ante la OMC los aranceles a la aceituna negra española
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