Las instalaciones que transforman residuos agrícolas y ganaderos en gas se multiplican ante el recelo de los vecinos. Los expertos las avalan siempre que el diseño sea el adecuado Para hablar con el portavoz de la plataforma Stop Biogás Zamora hay que avisarle previamente para que salga a las afueras de su pueblo, Santa Clara de Avedillo, y suba a un monte en el que hay cobertura. Podría ser una anécdota sin importancia, pero ilustra bien el sentimiento de frustración que viven muchas localidades de la España vacía , abandonadas con respecto a los servicios básicos -incluso aquí, a solo 25 kilómetros de la capital provincial- y, al mismo tiempo, amenazadas por proyectos que, según creen, les perjudican. El colectivo al que representa Jenaro Leal García ha contabilizado, solo en la provincia de Zamora , una docena de proyectos para la instalación de plantas de biogás , la mayoría en fase de estudio. "Desde nuestro punto de vista, son vertederos, porque van a meter toda clase de residuos y la idea no es gestionarlos de la mejor manera posible, sino lo que llaman valorizar, producir gas", afirma en declaraciones a El Confidencial. Para colmo, el objetivo es "abastecer a Europa , porque aquí nos pasa el gaseoducto al lado, pero ningún pueblo tiene acceso al gas natural". Los proyectos de plantas de biogás se multiplican por toda España . La idea es aprovechar residuos agrícolas y ganaderos para generar energía, principalmente, a través de la producción de metano que se inyecta directamente en la red de gas natural. Sin embargo, las protestas han crecido en paralelo en los últimos meses en provincias como Murcia , Valladolid , Sevilla o Valencia . En algunos casos, los vecinos se quejan de olores de plantas que ya existen, pero en la mayoría manifiestan su temor a que los proyectos que están en marcha deriven en emisiones tóxicas y contaminación de acuíferos . Salamanca ha vivido movilizaciones en los últimos meses por culpa de olores muy intensos procedentes de una fábrica de grasas animales ubicada en un municipio cercano a la capital: aunque se trata de un negocio diferente y la empresa ya ha sido sancionada , la polémica ha impulsado el rechazo a varios proyectos de biogás que se están planificando en el entorno por miedo a que la historia se repita. ¿De dónde viene este boom del biogás? El Plan para poner fin a la dependencia de la UE con respecto a los combustibles fósiles rusos (REPowerEU) , que se aprobó nada más comenzar la guerra de Ucrania , estableció una ambiciosa estrategia para producir biometano a partir del biogás de residuos. España estaba muy retrasada con respecto a otros países en el desarrollo de esta tecnología. Aunque comenzó a haber instalaciones hacia 2007, cuando la energía eléctrica producida a partir de biogás estaba bonificada, la posterior moratoria de las energías renovables las frenó en seco, así que ahora "la presión europea está haciendo que haya que correr", afirma el experto Xavier Flotats, profesor emérito de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). En una planta de biogás tiene lugar un proceso anaerobio (sin oxígeno). En un recipiente cerrado, se mezclan los residuos -estiércoles, basura doméstica orgánica, lodos de depuradora o desechos de la industria alimentaria, entre otros- con microorganismos que degradan la materia orgánica. Como resultado de la transformación, por una parte, se obtiene un gas combustible; principalmente, metano , aunque también hidrógeno y otros componentes. Al depurarlo, eliminando CO2 e impurezas, tiene las mismas características que el gas natural. No obstante, también puede utilizarse como fuente de calor para mover turbinas y generar electricidad. Por otra parte, queda el digestato, que se puede usar para el compostaje y, por lo tanto, en agricultura. Entre sus componentes están el nitrógeno, el fósforo y el potasio, que ayudan a la fertilidad del suelo. Sobre el papel, todo son beneficios, pero entonces, ¿ de dónde sale la contaminación que denuncian algunos pueblos? Una planta de este tipo, que convierte los residuos en gas en ausencia de oxígeno y en una instalación cerrada, no debería generar problemas "a menos que haya alguna deficiencia en el diseño o alguna fuga ", asegura Juana Fernández, investigadora del laboratorio AnaerLab de la Universidad de Cádiz. De hecho, las plantas de biogás más habituales en España están asociadas a estaciones depuradoras de aguas residuales , "para tratar los lodos por digestión anaerobia", explica, un modelo que está presente en muchas ciudades "sin causar ningún problema". En condiciones normales, "no es posible ninguna emisión atmosférica ni de malos olores", coincide Flotats. Sin embargo, los residuos llegan en camiones y, al depositarlos, antes de que entren en el sistema automático de la planta, sí habría "un posible foco" , reconoce el experto. En cualquier caso, no debería ocurrir "si la instalación está bien hecha". La descarga se puede realizar por medio de tuberías en un depósito cerrado, cuando la carga es líquida, o en un edificio de descarga cuando es sólida (por ejemplo, vísceras de matadero). En este segundo caso, las instalaciones deberían contar con ventiladores y sistemas de tratamiento de aire . En realidad, ese edificio cerrado no requiere de tecnología muy sofisticada. Flotats, que lleva 45 años estudiando este sector, lo vio por primera vez en 1993 en Dinamarca . Otra posibilidad es que los malos olores se produzcan a la salida de los digestores. "Queda algo de materia orgánica, pero muy poca", afirma el especialista. Sin embargo, "hay nitrógeno en forma de amoniaco que, si va a una balsa abierta, también va a emitir malos olores ". Nuevamente, la solución pasa por cubrir estos depósitos de digestato. Según Flotats, las instalaciones de biogás están obligadas a hacerlo, pero "algunos se lo quieren ahorrar" por cuestiones económicas. En su opinión, ahí está la raíz del rechazo social. España está preparada para multiplicar las instalaciones de este tipo porque cuenta con ingenieros, empresas, universidades y centros de investigación que aportan el conocimiento necesario, pero falta la aprobación de los ciudadanos . "Lo único que se puede hacer desde el mundo de la ingeniería y de la ciencia es aportar transparencia , explicarlo todo y dar confianza"; pero "con que una sola instalación se haya querido ahorrar la cubierta para evitar las emisiones de malos olores , ya crea mala imagen al resto de empresas", lamenta. Sin embargo, Jenaro Leal - el portavoz de la plataforma zamorana es licenciado en Ciencias Ambientales y cuenta con experiencia en el análisis de aguas y vertidos- asegura que, al estudiar los proyectos, algunos detalles revelan que no todo es tan perfecto. Por ejemplo, "estas plantas tienen chimeneas, hay una fracción del gas que no pueden recuperar, un 1% que al final se emite a la atmósfera, en forma de óxidos de nitrógeno y dióxidos de azufre, que son perjudiciales", afirma. Desde su punto de vista, las administraciones "han abierto la mano, pero no hay controles rigurosos ni estándares", añade. En Europa existen más de 20.000 plantas de biogás , mientras que en España apenas pasan de 200 a pesar de la efervescencia de proyectos que hay en la actualidad. De hecho, "en Francia están inaugurando dos instalaciones por semana", asegura el experto de la UPC. En su opinión, si realmente produjeran malos olores, jamás habrían llegado a este nivel de desarrollo en lugares con exigencias medioambientales tan elevadas como el país galo o Alemania. De entre las preocupaciones de los colectivos que se manifiestan contra estos proyectos, los expertos niegan especialmente que una instalación de este tipo pueda contaminar acuíferos . De hecho, la normativa en toda la Unión Europea "es exigente" y las administraciones la tienen en cuenta. Sin embargo, otros países "empezaron a hacer grandes plantas de biogás a mediados de los años 80"; mientras que, en España, posiblemente, "a los funcionarios que tienen que revisar los proyectos aún les falta la experiencia o el conocimiento", apunta Flotats. Por eso, por parte de los ciudadanos, "hay que exigir que se hagan bien las cosas, con todas las técnicas necesarias". Los expertos consideran que cualquier alternativa al biogás es peor. "Si tiras los residuos a un vertedero, entonces, sí que van a oler. Eso no es sostenible y, ya que los generamos, podemos aprovecharlos desde el punto de vista energético y agronómico", afirma Juana Fernández. "Tenemos que entender que el objetivo es gestionar residuos que produce la propia sociedad", añade. "Las materias orgánicas que sirven para hacer biogás ya existen y ya están emitiendo metano y amoniaco ", comenta el experto de la UPC, "lo que ocurre es que están dispersos y no somos conscientes ello". Las grandes instalaciones, que dan servicio a varias granjas o industrias alimentarias "concentran estos materiales en un punto" y eso supone "una mejora ambiental". El problema es que " a nadie le gusta que se haga cerca de su casa , pero es algo que hay que hacer". Sin embargo, en la plataforma Stop Biogás Zamora se preguntan por qué los residuos tienen que acabar en entornos rurales que no los generan y que luchan por sacar adelante otro tipo de economía basada en el turismo o en los productos de calidad. En la provincia zamorana hay tantos proyectos que, hoy en día, "tendrían que pegarse por los residuos" , comenta Jenaro Leal. Sin embargo, cree que, en realidad, la idea es dar servicio a nuevas macrogranjas que supondrían un problema medioambiental mucho mayor que las plantas de biogás en sí mismas. "Las macrogranjas están esperando a que haya estas instalaciones para deshacerse de los residuos y no tener que justificar lo que van a hacer con ellos", comenta. En su opinión, todo forma parte de una tendencia a nivel europeo. Mientras los países del norte están siendo más restrictivos con las macrogranjas , estos negocios se desplazan al sur (en España, llegaron primero a Cataluña y Aragón; ahora, al resto del país) y las plantas de biogás son parte del modelo . Además, las cifras del biogás en Europa tienen que ver con una planificación muy distinta: en Alemania, se abastecen de maíz cultivado específicamente para este fin. Según el portavoz de la plataforma, ni siquiera el empleo que podrían generar merece el apoyo que las administraciones dan a estos proyectos. Los dos más avanzados de Zamora, en Coreses y El Cubo de Tierra del Vino, son grandes instalaciones que "solo tienen previsto contratar a seis y nueve empleados", respectivamente. En la Universidad de Cádiz, el equipo de Juana Fernández está desarrollando un proyecto para optimizar el tratamiento de los residuos de mataderos , por ejemplo, de cerdos y aves, desde huesos hasta plumas. Al ver el problema de manera global, esta investigadora considera que el biogás es esencial para construir una economía circular y sostenible . Sin embargo, el diseño de cada una de las instalaciones requiere de un riguroso trabajo de I+D , puesto que hay que tiene que hacerse pensando en las características particulares de cada caso. "Se ha llegado a copiar una planta con tecnología alemana y no ha funcionado porque los residuos orgánicos son muy diferentes, necesitamos investigación y aplicar diseños propios", argumenta. Para hablar con el portavoz de la plataforma Stop Biogás Zamora hay que avisarle previamente para que salga a las afueras de su pueblo, Santa Clara de Avedillo, y suba a un monte en el que hay cobertura. Podría ser una anécdota sin importancia, pero ilustra bien el sentimiento de frustración que viven muchas localidades de la España vacía , abandonadas con respecto a los servicios básicos -incluso aquí, a solo 25 kilómetros de la capital provincial- y, al mismo tiempo, amenazadas por proyectos que, según creen, les perjudican.