Los recursos hídricos son cada vez más escasos, lo que alimenta conflictos entre países y cuestiona los modelos económicos actuales Si las guerras antes se hacían por el petróleo, tal vez en el futuro se harán por el agua. Porque el llamado oro azul puede convertirse en el próximo campo de enfrentamiento militar, económico y geopolítico entre países. Desde el 2020 hasta hoy ha habido unos 202 conflictos (armados, escaramuzas o meros accidentes casuales) en el mundo relacionados con el agua, de acuerdo con la base de datos del Pacific Institute, que van desde sabotajes en la guerra de Ucrania, pasando por los disturbios en Yemen, ataques a las infraestructuras en Mali o los enfrentamientos entre Sudán y Egipto por el agua del Nilo. Según un estudio de Naciones Unidas, existen aproximadamente 300 zonas en el mundo en la que se presagia un conflicto a causa del agua en 2025. Hace años el entonces secretario de la ONU, Kofi Annan, habló de una "feroz competición por el agua dulce" y más recientemente el papa Francisco llegó incluso a preguntarse si la falta de agua podría llevar a la humanidad a una nueva guerra mundial. Naciones Unidas cifra en 300 los lugares en el mundo donde presagia conflictos Hace pocos días, el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), adscrito al Ministerio de Defensa, publicó un documento de análisis cuya autora, Mar Hidalgo García, alerta de que las macrotendencias demográficas y energéticas en lo que va de siglo, junto al panorama geopolítico cada vez más incierto, están ejerciendo mucha presión sobre el llamado nexo agua-energía-alimentos, lo que acabará causando "tensiones e incompatibilidades". El debate sobre los recursos hídricos lleva años sobre la mesa pero ahora ha vuelto a emerger con toda su fuerza. ¿Por qué? La presión demográfica está llegando al límite. Se estima que la población mundial alcanzará en breve la cifra de 9.000 millones de personas. Hoy el planeta tiene el triple de habitantes que a mediados del siglo XX. Más de 733 millones de personas aún viven en países con estrés hídrico alto o crítico, casi el 10% del total. Unos 2.200 millones todavía no tienen acceso seguro al agua potable. Para el 2025, dos tercios de la población mundial podría enfrentarse en algún momento a la escasez de agua, incluso en los países desarrollados -baste pensar en la crisis de las faldas acuíferas en California-, según el WWF. Las lluvias intensas tienen lugar en zonas donde es difícil almacenar el agua La urbanización creciente amenaza con agravar la tensión demográfica. Según las Naciones Unidas, el 70% de la población vivirá en ciudades en el 2050. Además, la casi totalidad de esta expansión urbana se producirá en países en desarrollo, donde la población vive en asentamientos informales, sin acceso o con acceso restringido al agua potable, al saneamiento, la electricidad o la gestión de residuos. Pues bien, el 75% de la energía primaria mundial y el 80% de los alimentos se consumen en zonas urbanas, según el estudio Threats in Water-Energy-Food-Land Nexus Military and Economic Conflict, de la Universidad de Atenas. Como consecuencia de estas macro ciudades, el consumo mundial de energía se incrementará para el 2050 en un 80%, según datos del Water Footprint Network. 3% El agua cubre el 70% de la Tierra, pero solo el 3% de ella es agua dulce Sin agua no hay energía. Es un componente de la generación de energía en las centrales térmicas y se emplea como sistema de refrigeración en estas instalaciones y en las centrales nucleares. El sistema energético mundial utilizó en 2025 el 10% del total de las extracciones mundiales de agua dulce. También es la materia prima de la energía hidroeléctrica y resulta clave para la producción de biocombustibles. Así, el consumo de agua del sector eléctrico mundial puede aumentar hasta un 50% en 2050 en comparación con 2020. Además este incremento tendrá lugar en la mitad de países que ya se encuentran en una situación de estrés hídrico, según el estudio Troubled waters: Estimating the role of the power sector in future water scarcity crises, publicado en la revista Energy . Un documento de análisis del IEEE anticipa tensiones en el nexo energía-agua-agricultura Las renovables también tienen un coste hídrico. Con respecto a los biocombustibles, que aspiran a ser un quinto del combustible para el transporte mundial a mitad de este siglo, hay que tener presente, recuerda el IEEE, que "la huella hídrica de este tipo de energía podría ser de 70 a 400 veces mayor que en las fuentes de energía fósiles convencionales". Por lo que respecta al hidrógeno verde, la producción de una tonelada a través de la electrólisis requiere un promedio de 9 toneladas de agua. Pero Juan Ignacio de la Fuente, consultor energético que ha estudiado de cerca las tensiones hídricas con las renovables, cree que "estamos llegando a una disyuntiva en la que habrá que elegir agua para la vida o para el desarrollo industrial". "No se puede apostar por las renovables sin solucionar el problema previo de la infraestructura del agua. Es como empezar la casa por el tejado". Las renovables y las plantas desalinizadoras también necesitan agua Según sus cálculos, una tonelada de hidrógeno en realidad no necesita 9, sino 18 toneladas de agua, teniendo en cuenta que los sistemas de purificación y tratamiento de agua requieren unas dos toneladas de agua impura para producir una tonelada de agua purificada, necesaria para esta fuente energética. Sin agua tampoco hay comida. Para satisfacer la demanda para sustentar el incremento poblacional, se calcula que la producción de alimentos tendrá que aumentar en un 60%. Y el agua es el recurso principal de la cadena de suministro alimentario. No solo para el riego agrícola, sino porque es un componente esencial para el ciclo productivo de los alimentos: desde el bombeo de agua en los campos, hasta el procesamiento, transporte y refrigeración, pasando por la producción de los fertilizantes. La producción de alimentos tendrá que aumentar un 60% en el futuro Y aquí entra en juego otro factor: la sequía y el cambio climático. Para la agricultura es un reto descomunal. El agua cubre el 70% de la tierra, pero solo el 3% de ella es agua dulce. Además, el agua de los acuíferos se consume a un ritmo mayor que el de reposición. El aumento de los sistemas de riego más eficientes requiere un mayor consumo de energía. La obtención de agua dulce mediante la desalinización es la opción más cara y la que mayor consumo energético exige. Asimismo, las renovables generan una externalidad negativa para el sector agrícola "porque está provocando que los agricultores obtengan mayor rentabilidad alquilando sus tierras para la instalación de placas solares que cultivándolas, lo que puede causar una disminución de los cultivos", alerta el IEEE. Antonio Turiel, investigador del CSIC y ensayista, recuerda que el agua desalinizada también necesita energía (y por lo tanto consume agua). Y su filtrado es complejo, con lo que a menudo es necesario mezclarla con agua dulce. Y el cambio climático amenaza con romper la ecuación. "No solo hay sequía sino que además hay inundaciones en otras zonas del planeta que no tienen sistemas desarrollados para almacenar e reutilizar las lluvias. Ya se ha superado el punto de no retorno, no sabemos qué clima nos va a tocar en el futuro, o si incluso van a desaparecer las estaciones". En este contexto, el agua está destinada a convertirse en un bien cada vez más caro. Un activo de alto valor económico y estratégico. De hecho, se precisarían un billón de dólares cada año de inversiones de aquí a 2030 para aliviar su carencia, según el Pacific Institute. Marc Garrigasait gestiona el Panda Agriculture & Water Fund, que invierte en firmas agrícolas relacionadas con el negocio del agua. No se trata de especular con la sequía. "El agua es un bien público en la casi totalidad de los países", recuerda. "Nosotros apostamos por aquellas compañías que suponemos en el futuro recibirán más capital para mejorar la eficiencia del agua ante el contexto demográfico y de cambio climático", explica Garrigasait. "Yo soy optimista. En el futuro habrá tecnologías que sabrán aprovechar el agua disponible. Y así, tal vez no será necesario subir los precios, salvo de forma puntual".