Promueve un albergue para acoger a un centenar el verano que viene Empresas y agricultores de Lleida contratan cada vez más temporeros en sus países de origen. La Subdelegación del Gobierno prevé que este año se superará la cifra de 800 del año pasado. La mayoría son colombianos. Generalmente, las empresas les pagan el vuelo de ida y los temporeros el de vuelta. La Cooperativa Agropecuaria de Soses es una de las que este verano ha optado, por primera vez, por temporeros de Colombia. Ha alquilado el albergue municipal para los cuarenta que han llegado y para el año que viene tiene previsto construir uno propio con la intención de que sean un centenar los que lleguen. Nancy Díaz es una de las 15 mujeres que llegó en mayo y se marchará en octubre. Clasifica fruta en la cooperativa. Con el dinero que gane, quiere arreglar su casa. "Mamá, que te vaya bien y puedas cumplir tus sueños", le dijeron sus hijos cuando supieron que cambiaría su trabajo en una finca agrícola de El Calvario, en el departamento del Meta . Su sueño es arreglarse su "casita". Al lado de Nancy, en la cinta de clasificación de fruta en la cooperativa, trabaja Sandra Rocío Ballén. Está acostumbrada a trabajar en el campo, en su pueblo, San Benito, donde se cultiva mandarina, caña, café, yuca y plátano. "Voy a arreglar mi casa, pagaré unas deudas y tengo a mis hijos estudiando, les ayudaré para que salgan adelante". Los trabajadores hallan una fuente de ingresos para mejorar las condiciones de sus familias en su país Planes parecidos tienen Margi Lorena Gaona, de Güepsa (Santander) y Edwuin Herrera, Carlos Javier Cárdenas, Jorge Calderón, que estos días recogen nectarina en Soses y también se dedican al aclareo, a descargar el árbol de frutos para conseguir que las piezas estén bien repartidas por las ramas y tengan mayor tamaño. "He venido para tener un futuro mejor y ayudar a mi familia, mi mamá tiene 74 años quiero tener una casita mejor, somos familias de bajos recursos y es una oportunidad, es la primera vez que vengo, cuenta Edwuin Herrera. En el sueño de los temporeros también hay ganas de montar algún negocio en su tierra. Es el caso de María Irene Almansa. "Soy campesina, de San Benito, mis papás son campesinos, me dedicaba a la mandarina y al café y labores del hogar. Voy a cumplir 50 años, mis hijos son adultos, ahora mi prioridad soy yo misma". Quiere montar una papelería o una tienda de ropa. Todos quieren volver el año que viene. Su contratación les convierte ahora en fijos discontinuos y tendrán prioridad en el 2025. Según sus cálculos, en seis meses en Lleida ganan tanto como en año y medio en Colombia. Sonia Amado, una psicóloga colombiana afincada ahora Valencia, directora hasta el 2015 de la colombiana oenegé TierraUna, ha seleccionado para la cooperativa de Soses a los cuarenta temporeros. Incluyendo los que han llegado a otras empresas de Lleida, Huesca y Mallorca, la cifra de temporeros seleccionados por Amado que se ha acogido al contingente del 2024, los que han llegado por primera vez, llega a 650. Hay otros tantos repetidores. Muchas de las personas contratadas llegan a Lleida con amplia experiencia en el trabajo en el campo Empezó a seleccionar temporeros para Lleida en 1999, entonces para Unió de Pagesos. Sumando trabajadores contratados por la cooperativa y por sus socios, hay unos 500 personas contratadas. Para su presidente, Jaume Morreres Tost, la contratación es origen es una solución de futuro porque "no hay trabajadores suficientes". "Los estudiantes que antes trabajaban en la fruta ya no quieren ir al campo y pocos van a las centrales. Hay inmigrantes sin papeles que no podemos contratar y muchas veces. cuando nosotros vamos a contratar, nos encontramos gente con suplantación de identidad que nos presenta papeles legales originales", explica Morreres. "No somos delincuentes. El problema es que la administración nos da la responsabilidad a nosotros de hacer de policía", insiste este agricultor, uno de los que tiene más fincas de la cooperativa. El año pasado formalizó 300 contratos y se encontró con 14 suplantaciones de identidad por las que tuvo juicios. En una ocasión, Jaume Morreres recibió una llamada del hospital Arnau de Vilanova de Lleida. Le avisaron de que uno de los heridos en un accidente en Soses era uno de su trabajadores. Pensó que no podía estar ingresado porque esa persona estaba en su finca trabajando. En realidad no estaba trabajando con él. El herido, el que tenía el contrato, era hermano gemelo del que estaba en la finca.