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La caída de las reservas amenaza la calidad del agua de los embalses

26/03/2024
En: lavanguardia.com
Digital
Se redoblan las tareas de control y tratamiento para mantener la potabilidad Asegurar el aprovechamiento de los caudales de los embalses en la actual sequía se está convirtiendo en una tarea titánica, sobre todo porque el descenso de sus niveles obliga a afrontar el reto de un empeoramiento de la calidad de estas aguas. Los trabajos son especialmente complejos en los embalses de Sau y Susqueda (en el Ter), de donde se abastece la región de Barcelona, parte de Girona y la Costa Brava. ¿Se podrán seguir aprovechando las aguas de Susqueda incluso cuando se tenga que extraer agua de sus fondos pantanosos? Las operaciones de seguimiento y control para poder disponer del agua de estos embalses, que son clave para este suministro, están entrando en un territorio desconocido, pues los técnicos nunca han tenido que lidiar con una situación tan extrema. El mayor riesgo es la materia orgánica, que reacciona con el cloro y produce los peligrosos trihalometanos La fiscalización continuada ha permitido que la calidad de los recursos en Sau y Susqueda sea buena al inicio de la primavera. Pero el escenario de los próximos meses, y el previsible descenso de los niveles, obliga a extremar los controles para evitar que se desagüen caudales no potabilizables. El problema es que la Agència Catalana de l'Aigua (ACA), que efectúa estos controles, está perdiendo capacidad para seleccionar los caudales de mejor calidad que pueden ser liberados para ser traspasados a la potabilizadora de Cardedeu (de la empresa pública ATL). ¿Por qué? Sau y Susqueda disponen de unas torres de captación con diversas compuertas a diferentes profundidades, lo que permite seleccionar en cada momento, según la compuerta elegida, el trasvase de recursos de mejor calidad de un embalse a otro y, finalmente, el caudal que va a ser potabilizado. Estos continuos análisis de calidad que se realizan permiten determinar y escoger los estratos de agua que requerirán menos reactivos químicos a la hora de ser potabilizada. Sin embargo, se está perdiendo esa posibilidad de elección debido a la reducción progresiva de los niveles de Sau y Susqueda, lo que comporta pérdida de capacidad de decisión y gestión. Además, todo el control se puede complicar aún más en verano, cuando las aguas embalsadas se estratifiquen en distintas capas de calidad, debido a la radiación solar y la subida de temperaturas. Así, la capa superior, más caliente, puede sufrir episodios de proliferación de algas y un aumento de materia orgánica, mientras que la parte inferior, mucho más fría, quedaría con menos oxígeno y sometida al riesgo de la redisolución de los compuestos que están en los sedimentos del fondo y hacer aflorar nutrientes precursores de más algas, así como metales pesados y demás productos indeseados. Otro factor temible es la acumulación de materia orgánica, procedente de los residuos ganaderos que durante muchos años han entrado en Sau y se han depositado en sus sedimentos del fondo. Por esa razón, el año pasado se retiraron los peces de Sau, para evitar que, al morir por falta de oxígeno, aumentara la carga de materia orgánica y se complicara el proceso de potabilización. Un agua en mal estado que salga de los embalses pone a prueba la potabilización en la estación de Cardedeu y puede obligar a intensificar la dosificación con cloro en Cardedeu. Este reactivo es eficaz contra los patógenos, pero, en contacto con la materia orgánica, puede producir subproductos peligrosos. A los expertos de la ACA les preocupa que el exceso de materia orgánica reaccione con el cloro, pues da lugar a compuestos como los trihalometanos, que podrían superar los valores legales máximos permitidos por el Departament de Salut. Los trihalometanos son uno de los indicadores que marca si el agua es potable. Otro peligro es la proliferación de algas, aunque hasta ahora "los episodios que ha habido nunca nos han ocasionado toxinas", explica Antoni Munné, director del área de gestión del medio de la ACA. Las algas, si llegan a la potabilizadora, quedan retenidas en el carbón activo, mientras que los metales pesados se precipitan en el proceso de potabilización. Munné resalta que la situación es diferente en el caso de los embalses del Llobregat, pues mientras en el Ter el agua es captada en el embalse y dirigida directamente con una tubería conectada a la potabilizadora, en el Llobregat el agua de los embalses circula por el cauce del río, con lo que se produce un proceso de autodepuración y se diluye antes de potabilizarse en Abrera o Sant Joan Despí, kilómetros aguas abajo. No obstante, también es cierto que en todo este recorrido el agua circulante por el río no está a salvo de otros posibles riesgos y vertidos. No obstante, las estaciones del Llobregat en Abrera y Sant Joan Despí disponen de sistemas de potabilización más avanzados. Nuevos equipos ATL dice estar preparada para tratar incluso recursos de peor calidad Mientras tanto, la empresa pública ATL, propietaria de la potabilizadora de Cardedeu, está intensificando las medidas para asegurar el correcto tratamiento del agua que viene del Ter, que es purificada antes de ser distribuida en la región de Barcelona. En esta estación se han puesto en servicio nuevos equipos de dosificación de reactivos para que actúen como filtros ante la posible llegada de agua contaminada a los embalses. "Hemos introducido diversas mejoras y efectuado inversiones ante la posibilidad de que se dé un empeoramiento de la calidad de estas aguas. Todo esto nos hace estar mejor preparados para afrontar ese empeoramiento de la calidad del agua", señala Fernando Valero, jefe de I+D+i y control de procesos de ATL. Con este fin se ha hecho una regeneración del carbón activo, el principal filtro/barrera que se emplea para retener los contaminantes; se han invertido tres millones en 48 nuevos filtros; y se ha incrementado la capacidad de dosificación de los reactivos (como el hipoclorito sódico). No obstante, Valero matiza que a la hora de mejorar la calidad del agua procedente del Ter, un gran aliado son los caudales de las desalinizadoras del Tordera y de El Prat, que se mezclan con el agua del río en la red de abastecimiento. "Las desalinizadoras no solo son claves para garantizar la cantidad y la continuidad del servicio, sino desde el punto de vista de la calidad", argumenta. La mezcla aporta sobre todo una mejora en la calidad organoléptica (de gusto). "Esto nos da la tranquilidad de que vamos a tener agua de calidad tanto en situación normal como en una situación extraordinaria", dice Valero. ATL no cree que se vacíe del todo el embalse de Susqueda, aunque sí admite el reto que supone tratar sus estratos inferiores. "Si en cualquier planta se rebasa la capacidad de tratamiento, tendríamos ciertamente problemas, pero estamos preparados para tratar incluso la de peor calidad", reitera. En cualquier caso, la potabilizadora del Ter en Cardedeu es una planta antigua, de 1966, y está en marcha una inversión de 130 millones para remodelarla y modernizarla, por lo cual se van a introducir nuevas etapas de filtración y optimizar el filtro de carbón activo. Con el cambio de disposición, el agua del Ter deberá superar una triple barrera (filtros de arena, ozonización y carbón activo). Pero habrá que esperar a que las obras culminen en el 2025/2026.
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