Evitar que el campo se vacíe pasa por evitar la fuga de población. Parece una obviedad, pero para eso se necesitan servicios básicos de calidad, buenas conexiones y empleo. En esa tarea está empeñada IKEA, una de las empresas que integra la comunidad Líderes con Propósito, encabezada por Vocento Casi cuatro millones de mujeres españolas viven en el campo. De ellas, solo tres de cada cuatro son población activa en disposición de trabajar. Y un 12,9% carece de un empleo remunerado. Todo eso coloca a España a la cola de Europa en incorporación de talento femenino en el mercado laboral rural. Las mujeres rurales españolas se enfrentan, además, a una doble desigualdad. La primera está asociada al lugar donde viven, donde no encuentran oportunidades laborales, servicios básicos accesibles ni conectividad física y digital. Y la segunda, al simple hecho de ser mujer, con mayores tasas de precariedad en el empleo, infrarrepresentación en los órganos de toma de decisiones y un desequilibrio palmario en las tareas de conciliación. Porque al hándicap de ser mujer, se une serlo en el campo. «En 2020, justo después de la pandemia, nos preguntamos qué legado derivado de nuestro propósito corporativo queríamos dejar como compañía en España y hacia los españoles -explica Laura Durán, directora general de Desarrollo de Negocio y Sostenibilidad de IKEA en España-. Y tomando el elemento común de todos nuestros muebles, la llave Allen, e inspirándonos en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, pensamos en cuatro grandes áreas donde podíamos impactar: la economía circular, el emprendimiento, la conservación del planeta y la igualdad, especialmente de la mujer en el ámbito rural». Dotado con diez millones de euros y vigente hasta 2025, así nació el Plan Allen de IKEA en España, una de las compañías integradas en Líderes con Propósito, la comunidad de empresas lideradas por Vocento que se gobiernan desde el propósito corporativo y en la que también están Havas Media Network España, HM Hospitales, Iberostar, L'Oréal, Mahou San Miguel, Novartis, Puy du Fou, Salesforce, Santander, Telefónica y Tendam. Laura Durán, directora general de Desarrollo de Negocio y Sostenibilidad de IKEA en España, y Teresa García (derecha), presidenta de Fademur Laura Durán, directora general de Desarrollo de Negocio y Sostenibilidad de IKEA en España, y Teresa García (derecha), presidenta de Fademur Uno de los cuatro ejes del Plan Allen de IKEA, la Llave Allen por la Igualdad, pretende dar respuesta a las demandas de las mujeres de áreas rurales, especialmente en el ámbito de la agricultura familiar. El objetivo de ese proyecto, desarrollado en colaboración con la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), es mejorar sus condiciones, introduciéndolas en el mercado laboral por primera vez o proporcionándoles un apoyo que les permita desarrollar su negocio, generando así un efecto positivo en su entorno geográfico y social. María Jesús Yuste nació hace 25 años en Obejo (Córdoba), en una familia que lleva toda su vida dedicada al olivar y a la ganadería extensiva. «Me he quedado aquí por la familia y por la tradición del campo -dice-, pero las condiciones no son las mejores: no hay guardería, no hay un cajero automático, en el colegio solo hay 20 niños y cuando tenemos una urgencia, el médico más cercano está a 12 kilómetros». Gracias a las ayudas a jóvenes agricultores de la Unión Europea, empezó arrendando un olivar en 2019 y otro poco después. De ellos saca la aceituna que vende a la Cooperativa San Antonio Abad. Son dos grandes extensiones en las que no resulta sencillo trabajar. «Obejo está en las estribaciones de Sierra Morena -explica- y el trabajo en el olivar aquí es más duro que en la campiña, porque nosotros no podemos meter tanta maquinaria y necesitamos mucha gente para trabajar». Además de la ayuda que recibe de la UE como joven agricultora, Yuste también cuenta con otro apoyo: el asesoramiento de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur). «Me llevan asesorando desde marzo y me proporcionan todo tipo de información: sobre la Política Agrícola Común de la Unión Europea (PAC), sobre ayudas, sobre cursos fitosanitarios...», dice Yuste. El último aviso que ha recibido ha sido hace poco más de un mes: un curso de pilotaje de drones gratuito organizado por Fademur dentro del programa Llave Allen por la igualdad de IKEA. «Ahora casi todo se hace con drones: desde el control de los olivares hasta la vigilancia del ganado -asegura-. Me ofrecieron la oportunidad de sacarme el título y me animé». Curso de pilotaje de drones de Fademur dentro del proyecto Llave Allen por la Igualdad de IKEA Curso de pilotaje de drones de Fademur dentro del proyecto Llave Allen por la Igualdad de IKEA María Jesús lleva poco más de una semana de clases, pero está encantada. «A medida que vamos aprendiendo hacemos exámenes y para rematar el curso tendremos unos días de prácticas de vuelo en Córdoba», explica. Cuando termine se sumará a las 185 mujeres que ya han realizado esta formación, de las que 108 han logrado su titulación oficial como pilotas de drones. «Cuando IKEA nos contactó, en Fademur nos sentimos tremendamente honradas, porque somos una organización que nació a partir de mujeres que viven y trabajan en el mundo rural y que quieren seguir haciéndolo -explica Teresa López, su presidenta-. Desde hace 18 años, nuestra idea siempre ha sido identificar los retos que tenemos que abordar para que las mujeres se queden en los pueblos, porque si las mujeres se van, los pueblos se mueren. Y a partir de esa identificación, desarrollar proyectos que den respuesta a sus necesidades, que generen impacto y las animen a quedarse». El problema que tienen las asociaciones que trabajan sobre el terreno es, casi siempre, la falta de dinero para poner en marcha los proyectos. Pero en este caso Fademur han contado con 2,5 millones de IKEA para lanzar este reto que ya ha llegado a diez comunidades autónomas. «Todos nuestros proyectos están enfocados en términos de sostenibilidad y tecnología, porque son los dos ámbitos determinantes para cerrar la brecha rural y también la que existe entre mujeres y hombres», sostiene Teresa García, que echa mano de los datos para demostrarlo. «Los titulares de las explotaciones agrícolas y ganaderas de España son mayoritariamente hombres: hay dos por cada mujer. Cuando están en manos femeninas, las explotaciones son, de media, un 40% más pequeñas y tienen un 45% menos de rentabilidad, porque además de trabajar en ellas, las mujeres tienen que sumar los cuidados de la casa y sus familias», ejemplifica García, que considera la tecnología una ayuda esencial para que esas explotaciones sean más rentables. «Los drones facilitan mucho el manejo de las explotaciones: permiten saber, por ejemplo, cómo se está desarrollando el cultivo o si está comenzado alguna plaga. Y también son muy útiles en la ganadería extensiva, pues sirven para controlar dónde están los animales o si hay fauna salvaje cerca», explica la presidenta de Fademur. Y ahora se han empezado a utilizar también para el control y las revisiones tanto de aerogeneradores como de paneles solares. «Y eso -apunta Teresa García- aumenta las perspectivas de empleo». Viendo todas esas ventajas, Fademur se lanzó en 2020 a hacer los primeros cursos de pilotaje de drones para mujeres. Los mismos que hoy son la base del proyecto en el que colabora IKEA. «Ya entonces sabíamos que había demanda, pero ahora la tenemos desbordada. En cada curso hay 20-25 plazas y siempre se apuntan el doble o el triple de mujeres -señala García-. Para seleccionarlas, tenemos en cuenta su dedicación a las tareas agrícolas o ganaderas, si están empleadas o desempleadas y el tamaño del municipio, porque primamos los más pequeños». ¿Y por qué IKEA eligió a Fademur y no a cualquier otra organización? «Uno de los valores IKEA es cocrear y colaborar, porque sabemos que de esa manera vamos a llegar más lejos y con más calidad en las iniciativas -explica Laura Durán-. Ir solos no es práctico; en la sociedad de hoy, lo que funciona es colaborar, mirarte a los ojos, aprender del otro y poner tu ingrediente para lograr la receta perfecta. Teniendo en cuenta los cuatro pilares que queríamos mover, hicimos un scouting y buscamos asociaciones con valores alineados al los nuestros, que las compartiésemos un propósito y una forma de hacer las cosas y, sobre todo, un compromiso de cumplir con el objetivo». E hicieron match con Fademur en su proyecto por la igualdad de las mujeres en el ámbito rural. Exactamente igual que se enamoraron de Cotec para llevar adelante sus proyectos de economía circular, de Ashoka para buscar soluciones pioneras en materia de emprendimiento o de WWF para restaurar y gestionar un paraje clave en España como es Doñana. Pero no son proyectos aislados. «Desde IKEA estamos intentando buscar sinergias entre las cuatro 'llaves' del Plan Allen. Y un buen ejemplo es que Fademur está colaborando con WWF para ver cómo el pilotaje de drones puede impactar y generar una fuente de ingresos para las mujeres que, mediante esta tecnología, colaboren en el control de la fauna, los ecosistemas o los acuíferos del Parque Nacional de Doñana -apunta Laura Durán-. Se trata de crear un entorno colaborativo en el que todo fluya». Por el momento, María Jesús Yuste, como otras 75 mujeres en este momento, está terminando su curso de pilotaje de drones, al que le ve posibilidades de futuro. «Evidentemente, para controlar los olivares -señala-, pero también para vigilar las vacas de mis padres sin que tengan que subir cada día a verlas, lo que supone un gran ahorro en gasóil; o también para realizar fotografías de altura de las parcelas». Aún así, la perspectiva que vislumbra en Obejo no es muy halagüeña: «Tengo una niña de cuatro años y aquí carecemos de muchos servicios, especialmente educativos, por lo que no ve veo viviendo aquí en el futuro, sino en Córdoba, que está a 45 minutos en coche». Lo que sí ve es seguir con sus olivos, yendo y viniendo a Obejo y cuidándolos desde la ciudad califal. Igual que en poco tiempo un dron pilotado por ella los vigilará desde las alturas.