Los ganaderos pretenden transformar los residuos que generan sus animales. Westend61 / Getty Images/Westend61 El sector agroalimentario genera una importante cantidad de residuos y subproductos. Entre ellos destacan los más de 50 millones de metros cúbicos de purines y estiércoles procedentes de las cabañas ganaderas; entre 2,6 y 10,4 millones de toneladas de restos de poda de los olivos; entre 2,5 y 7 millones de toneladas de alperujo o restos de la molturación de la aceituna, y entre 1,25 y 2,25 millones de toneladas de podas de viñedo anuales. Cantidades a las que se suman millones de toneladas de restos de otras producciones como la paja, los despojos cárnicos o los restos de la transformación de frutas y hortalizas. Dar una mayor vida a esos residuos constituye uno de los objetivos de la Hoja de Ruta del Biogás planteada por el Ministerio de Transición Energética para multiplicar por cuatro este tipo de producción para su transformación en electricidad o en biometano. El biogás está compuesto principalmente por metano, dióxido de carbono, vapor de agua y un porcentaje variable de sulfuro de hidrógeno (H2S). Si se depura se obtiene biometano (gas natural renovable), un biocombustible que se usa como sustituto del gas natural tradicional y como biocarburante para vehículos y maquinaria. Su potenciación se considera una actividad clave no solo para reforzar la economía circular, sino para fijar población en el medio rural, sobre todo considerando que el 80% de los residuos para la obtención de ese gas combustible procede del sector agrario y la industria agroalimentaria. Sin embargo, las cooperativas lamentan que los recursos de los fondos europeos Next Generation contemplen inicialmente destinar unos 100 millones de euros a la generación de biogás, cifra que se podría reducir a solo 50 millones, frente a las mareantes cantidades que se prevén para la obtención del hidrógeno verde, donde operan los grandes grupos energéticos. Más información La decena de medidas de Ribera para reformar el sistema eléctrico que Unidas Podemos ve insuficiente Ramón Armengol, presidente de las cooperativas agroalimentarias de la Unión Europea, se queja del escaso interés de la Administración española en apoyar este tipo de acciones. Desde la asociación Cooperativas Agroalimentarias se ha planteado a la Administración el desarrollo del programa Circulares y Sostenibles 2025, con una recogida centralizada para el tratamiento de los residuos y subproductos agrarios, en el marco de los fondos Next Generation. Con esta estrategia, las más de 3.000 cooperativas agroalimentarias pretenden, además de coordinar el destino de los residuos y reducir el coste que tendría su eliminación para los ganaderos socios, la generación de combustible y de fertilizantes orgánicos para evitar el agotamiento de los suelos. Protagonistas Esta iniciativa de economía circular cuenta con la adhesión de una docena de proyectos de otras tantas entidades por un montante de 160 millones de euros ubicadas en las comunidades autónomas de Cataluña, Castilla y León, Galicia, Asturias, Aragón, Castilla-La Mancha y Andalucía. Participan en ella las cooperativas Premier Pigs, COVAP, AgroCat, Cooperativa Fruite de Ponent, Central Lechera Asturiana, Gestió Agroramadera de Ponent, Oleícola El Tejar, Alcarràs Bioproductors, Dehesa Grande, Ganadera de Caspe y AN. Su ejecución supondría actuar sobre 1,2 millones de toneladas de purín, dos millones de toneladas de subproducto y residuos industriales y 1,4 millones de toneladas de biofertilizantes. Para la ejecución de los proyectos de economía circular, Cooperativas Agroalimentarias ha establecido acuerdos con empresas que defienden los mismos objetivos. Como el convenio firmado con Repsol para conseguir biocarburantes avanzados con vistas a lograr la neutralidad en carbono en el año 2050. Existe un segundo acuerdo con Fertiberia para potenciar la producción de fertilizantes orgánicos minerales y abonos ecológicos. Un tercer convenio es con el grupo Suez para la tarea de gestión y logística de subproductos, purificación o depuración de aguas y análisis sobre la viabilidad de las instalaciones. Para llevar a cabo estas actuaciones, Cooperativas Agroalimentarias pondrá a disposición de los proyectos sus propias estructuras en algunos casos y, en otros, se deberán construir otras nuevas de mayor calado. Ramón Armengol destaca la importancia de este proyecto por la necesidad de buscar soluciones a los problemas que plantea la eliminación de residuos en una explotación ganadera y la importancia de dar respuestas colectivas y territorializadas, superando el rechazo de las mismas de los grupos ecologistas. Según los ganaderos, es indispensable la búsqueda de soluciones para asegurar la viabilidad de sus explotaciones ante el coste que supondría la eliminación individual de residuos, aumentada con las mayores exigencias comunitarias en materia medioambiental. Para Juan Sagarna, responsable técnico del proyecto, con él se ofrece una respuesta a las necesidades de cada explotación y, a la postre, para evitar el cierre de granjas, además de para lograr un mayor valor añadido a los residuos y subproductos. Coren integra su cadena La cooperativa gallega Coren no está entre las entidades del proyecto de Cooperativas Agroalimentarias, pero ha sido una de las más activas en el desarrollo de una economía circular para lograr el máximo aprovechamiento y la reutilización de residuos y estiércoles para el tratamiento de la biomasa ganadera, con una inversión de casi 50 millones de euros. Dispone de una planta de energía renovable para biomasa en la que ha invertido 12 millones. Cinco millones más se han ido a la planta de biometanización con la que transformará sus residuos orgánicos avícolas en biogás con una capacidad de producción de 9.000 metros cúbicos al día. También invirtió 22 millones en el Centro Tecnológico Medioambiental, con capacidad para tratar 11.000 toneladas de residuos ganaderos para producir energía eléctrica, que tuvo que cerrar en 2014 tras liquidar el gobierno la ayuda a estas instalaciones. Además, el grupo gallego ha iniciado un plan de economía circular con la tierra como protagonista. Pretende llegar a cultivar en Galicia hasta 3.000 hectáreas de cereales ecológicos arrendando y recuperando terrenos infrautilizados o de tierras afectadas por los incendios forestales para producir cereales ecológicos.