Espigoladors: las jubiladas que salvan cosechas para personas en situación vulnerable

05/04/2023
En: elpais.com
Digital
Mientras los aviones sobrevuelan los campos con rumbo al aeropuerto del Prat , una quincena de personas voluntarias de la Fundación Espigoladors se agachan para cosechar, sin prisa pero sin pausa, un bancal de espinacas en Gavà, dentro del Parque Agrario del Baix Llobregat, a las puertas de Barcelona. En un margen, Josep Raventós les observa con posado severo, aceptando todavía que al menos así estas hortalizas, que están en perfecto estado, no se van a tirar. "No me las compran, el mercado está saturado", cuenta este agricultor un miércoles soleado de inicios de primavera. Los espigadores, la mayoría mujeres jubiladas, se afanan a preparar cajas llenas de manojos. En breve llegarán otros voluntarios, los de las entidades sociales que repartirán estos alimentos a personas en situación de vulnerabilidad. Han pasado más de 160 años, pero la labor de la Fundación Espigoladors no difiere mucho de lo que hacían las protagonistas de Las espigadoras , el cuadro que pintó Jean-François Millet en 1857 , donde tres mujeres con falda larga y la cabeza cubierta recogen los sobrantes de una cosecha, como espigas de trigo. Esta imagen sigue siendo el referente para la entidad que, además de ir al rebusco de alimentos rechazados por el circuito comercial, tiene como otra pata fundamental el proyecto Es im-perfect, un obrador donde se elaboran mermeladas , patés vegetales, cremas, sofritos y compotas con frutas y verduras recuperadas. El objetivo de Espigoladors es "fomentar esta actividad como estrategia para reducir las pérdidas y el despilfarro alimentario, facilitar el acceso a una alimentación adecuada para todo el mundo e impulsar la transformación social", cuenta Anna Gras, responsable de comunicación de la fundación, que nació en 2014 sobre dos premisas: "Hay comida en muy buen estado que se tira cada día", mientras "hay personas que no están bien alimentadas y pasan hambre". Es la paradoja de "un sistema alimentario insostenible y que crea desigualdades", lamenta. Su labor empieza en el campo, pero se apoya en su tienda online y 800 puntos de venta -tiendas de barrio y proximidad y en el supermercado catalán Bon Preu- para que la gente pueda comprar sus conservas artesanas. Es la primera vez que Raventós cede su cosecha a la fundación, pero esta ya cuenta con 233 productores colaboradores y 2.304 toneladas de productos salvados de la basura. En el campo de Gavà, cuando las primeras cajas están preparadas, llega una furgoneta de una entidad social de Sant Boi de Llobregat, la Botiga Solidària. Chema Rojas lleva seis años al volante de este vehículo, que a las 10.00 h de la mañana ya ha pasado por otros sitios, como el Banc dels Aliments, donde ha recogido 900 kilos de fruta, y por tres guarderías, donde les guardan congelados los menús que sobran cada día. Todo se repartirá entre familias de su municipio que viven en la pobreza. Maialen Urbina coordina los espigueos en el Baix Llobregat. "Tenemos una base de datos de voluntarios (de 3.300 personas en total, un 70% de las cuales son mujeres) y cada día hacemos una llamada para ir a espigar". Lo que recogen depende de la temporada, ahora muchas acelgas, coles, brócolis o espinacas. "No se pueden vender porque hay excedente o por motivos estéticos", cuenta. "Me quedé alucinada de la cantidad de alimentos que se tiran", dice Silvia Dopazo, jubilada que lleva apuntada desde noviembre. Como ella, Maite Grande, también retirada, es la tercera vez que acude a una espigada y cuenta: "quería hacer algún servicio social, pero sin un compromiso diario". Entre ellas también está Juliana Flores, que estudia un máster en sostenibilidad en Barcelona. "La veo negra", reconoce sobre su materia de estudio, "pero ojalá cambien las cosas", añade. La buena noticia es que Espigoladors va creciendo. Ya tienen presencia en otra comarca, el Maresme, donde hacen espigadas en el Espacio Agrario de la Baja Tordera, y también en el Baix Camp, en la provincia de Tarragona. Desde hace un mes, una persona está abriendo camino en Lleida, donde quieren espigar, sobre todo en los frutales. Allí los excedentes o las taras también dejan muchos alimentos fuera del circuito comercial. En el origen de este esperanzador proyecto están Mireia Barba, Jordi Bruna y Marina Pons, que empezaron con una prueba piloto hace ya nueve años para espigar los vegetales que los payeses no podían vender. Abrieron el obrador de Es im-perfect en 2018 y hace un par de años se convirtió en una empresa de inserción laboral, que da trabajo a personas en riesgo de exclusión del barrio de Sant Cosme, donde se encuentra. Barba explica que es "una herramienta de dinamización del barrio". Como se les ha quedado pequeño para una iniciativa en crecimiento, a finales de año lo trasladaran a una nave industrial de 1.000 metros cuadrados cedida por el Ayuntamiento del Prat de Llobregat. En 2022 elaboraron 400.000 botes de conservas, una cifra que queda lejos de los 89.000 botes de 2018. El mismo día que en el campo los voluntarios recogen espinacas, en el obrador, donde trabajan 23 personas, han llegado calçots que se van a convertir en cremas. Pelando cebollas hay cuatro mujeres. Carmen Agramunt, Halima Eddooukkali, Débora Miró y Kadidiatou Ba se muestran vergonzosas. Sin dejar las manos quietas, cuentan cómo han llegado hasta aquí después de tiempo sin trabajo o haciendo limpieza en casas de forma irregular, y se muestran orgullosas de tener un empleo fijo y con contrato. Marta Carreras es la responsable del obrador, que emplea a unas 20 personas. Cuenta que en este caso la crema de calçots es para un productor de Vilafranca del Penedès que ha tenido excedentes y les ha encargado la transformación en crema envasada con su etiqueta. Seguramente las pondrá en las cestas de productos directos del campo que vende en su entorno. Es im-perfect es una marca propia que elabora varias conservas. Compran la materia prima a productores que no la pueden vender por los canales habituales, pero que está en perfecto estado para consumir y hacen once gamas de mermeladas, cinco tipos de patés vegetales, sofrito de tomate y dos tipos de compota. Es un producto artesano, sin aditivos ni conservantes. Por ejemplo, el paté de alcachofa lleva un 95% de esta hortaliza y todas las mermeladas un mínimo del 70% de fruta. Desde hace poco también colaboran con el Ayuntamiento de Barcelona, recogiendo las naranjas de los árboles de los barrios de la ciudad para hacer mermeladas, con el nombre de La Marga. El pasado mes de marzo alcanzaron la cifra de 1.000 espigueos. En total, cuentan que han recuperado dos millones de kilos de frutas y verduras que, sin su labor, hubieran acabado pudriéndose. Tienen claro que su objetivo es reducir el problema de las pérdidas y el desperdicio alimentario, pero también visibilizar la tarea del sector primario y sensibilizar a la población sobre el valor de los alimentos. Esta tercera pata del proyecto la realizan a través de asesorías, talleres o cursos. Desde hace un tiempo colaboran con comedores escolares con un programa de cuantificación de los alimentos que se tiran en un comedor escolar y la aplicación de medidas para evitarlo. Y a nivel legislativo, asesoraron el proceso de elaboración de la ley 3/2020 de prevención de las pérdidas y el despilfarro alimentario, aprobada en marzo de 2020 en el Parlamento de Cataluña. Como entidad, consiguieron que el término 'espigueo' se incluyera como actividad a regular. Un paso muy importante para promover la réplica de esta actividad de forma organizada, regulada y de la mano del sector primario en otros puntos del territorio catalán. Un logro que demuestra que espigueo a espigueo, se puede luchar contra el despilfarro alimentario.
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