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Els Gira-sols o cómo funcionarizar (y colectivizar) la agricultura

20/06/2022
En: lavanguardia.com
Digital
Cuando llegamos a la huerta de la asociación Els Gira-sols de Xirivella nos preguntamos dónde están los cultivos; cuando los hallamos, casi ocultos entre las malas hierbas, tenemos que reprimir el impulso de arrancarlas. "Mala hierba es una palabra que te separa de la naturaleza. Ahora que se le da tanta importancia al lenguaje inclusivo, el de la huerta también es importante: es hierba adventicia", nos dice el impulsor del proyecto, Raúl Martínez, originario de Jaén. Su proyecto sigue una filosofía que no es nueva, pero de la que hay todavía pocos casos en la Comunitat Valenciana: agricultura mantenida por la comunidad. ¿En qué consiste? Se trata de un espacio colectivo donde una persona, Raúl Martínez, hace la gran parte del trabajo -preparar la tierra, etc.-, y una serie de socios pagan un dinero mensual a cambio de una cosecha semanal y de un cierto compromiso con la huerta (regar, ayudar en la cosecha, etc.). Tienen asignada una parte de la que se tienen que ocupar personalmente. Raúl Martínez, del proyecto Els Gira-sols de agricultura mantenida por la comunidad, en Xirivella (Valencia) Raquel Andrés Durà Els Gira-sols nació hace 8 años. Martínez, en su segundo año de paro y cansado de los trabajos en hostelería y en la construcción, buscaba un cambio de vida. Lo encontró en la agricultura, para lo que primero se formó, hasta que decidió lanzar su proyecto de agricultura matenida por la comunidad. En la actualidad participan ocho familias y cada una pone 30 euros al mes. En la huerta, hay pocas normas (con una sonrisa, Martínez dice que es un poco "anarquista"), más allá de las que marca el sentido común (como no pisar los bancales); así que todos pueden aportar, sugerir cambios y trabajar cuanto quieran. Lee también El sector primario nos salvará Raquel Andrés Durà ¿Están también en crisis los agricultores ecológicos? Raquel Andrés Durà Cada familia paga 30 euros al mes y tiene cosechas semanales, pero también deben comprometerse a dedicarle tiempo a la huerta "Este año, por las lluvias, plantamos más tarde de lo normal, a finales de abril. La gente lo entiende y aprende lo que cuesta una lechuga", explica. Además, si hay mal tiempo, la responsabilidad es compartida; todo lo contrario que en el sistema de mercado, donde los intermediarios suelen dejar tirados a los productores cuando hay más oferta que demanda . Entre el compromiso exigido a los participantes, consta que tienen que ir recoger su cesta semanal; no se entrega a domicilio porque no es un servicio de compra-venta de productos agrícolas, sino que se busca la implicación del colectivo. El proyecto Els Gira-sols de agricultura mantenida por la comunidad, en Xirivella (Valencia) Raquel Andrés Durà El proyecto de Xirivella tiene 4,5 hanegadas (unas 3,7 hectáreas) y antes de la pandemia llegaron a su pico máximo de socios con 22 familias. En aquel entonces, Martínez se dedicaba en exclusiva a ser agricultor; hoy, con apenas 8 familias, se ha planteado seriamente dejarlo porque veía que se involucraban poco: "La sociedad no está preparada". Finalmente decidió no abandonar porque valoró que se ha convertido en su "pasión" y "modo de vida". Ahora bien, tiene que complementarlo echando horas en un bar. El proyecto Els Gira-sols de agricultura mantenida por la comunidad, en Xirivella (Valencia) Els Gira-sols Y es que para Raúl Martínez, la agricultura sostenida por la comunidad va mucho más allá de pagar por una cosecha semanal y punto. Dice que este sistema paga al agricultor por lo que hace y no por lo que produce; como si fuera "un funcionariado de la huerta". Se paga siempre, también en julio o en agosto, cuando la gente se va de vacaciones, y es que la huerta sigue produciendo igual. Ahora bien, esas ausencias las familias tienen que autogestionarlas y pedir a otras que les rieguen su parte. ¿Un monocultivo de lechugas se puede certificar en ecológico? No es ecológico si no hay biodiversidad Raúl Martínez Así explica su filosofía: "Ponemos en práctica la soberanía alimentaria, sin intervención del capital y sin sintéticos". Evita decir "sin químicos" porque la química forma parte de sus abonos y tratamientos naturales hechos, por ejemplo, a base de ortiga y cola de caballo. De hecho, reniega del sello del Comité de Agricultura Ecológica (CAE). "Tienen una lista de productos que se pueden usar y productos que no porque no los han estudiado. Además, ¿un monocultivo de lechugas se puede certificar en ecológico? No es ecológico si no hay biodiversidad", observa el agricultor. Mandala en el proyecto Els Gira-sols de agricultura mantenida por la comunidad, en Xirivella (Valencia) Els Gira-sols Martínez explica que cuantos más cultivos se entremezclen, "mejor": "Queremos bichos a punta pala, es necesario que haya mariquitas para que entre el pulgón. No estamos luchando contra nada, estamos equilibrando". También separa los cultivos en espacio y tiempo, para que los problemas que puedan aparecer en uno de ellos no se extienda a toda la cosecha. Sus bancales no son los habituales en la huerta valenciana: tienen formas de mandalas, ya que busca "espacios más artísticos y creativos" para trabajar la tierra. A Raúl Martínez le gusta decir que Els Gira-sols es un "proyecto de proyectos": también tiene colmenas de abejas, un hotel de insectos, produce su propio abono -con restos de materia orgánica de casa y tienen una compostera de lombrices-, purín de ortigas y cola de caballo... Además de impartir talleres, charlas y recibir visitas de colegios. Visita de un colegio al proyecto Els Gira-sols de Xirivella (Valencia) Els Gira-sols Antes de irnos de Els Gira-sols, echamos un vistazo a los campos de los alrededores: grandes extensiones marrones, labradas con tractor, listas para el cultivo. Lo que siempre hemos entendido como una tierra limpia y trabajada , para Martínez es una tierra muerta, sin el verde que atrae a insectos, a la biodiversidad y, en definitiva, a la vida. Nos cuenta una última anécdota: "A los agricultores de los alrededores no les gustamos porque nos culpan de las hierbas que les crecen a ellos. Pero cuando nos empezaron a salir los tomates, antes que a nadie y de buen tamaño, se acercaron a preguntarnos qué le habíamos echado. Le dije que nada más de lo que veía y no se lo creían". Formación en el proyecto Els Gira-sols de Xirivella (Valencia) Els Gira-sols
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