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El vino augura una campaña desastrosa
El vino valenciano afronta desesperanzado la vendimia ya iniciada porque la sequía y otros fenómenos han mermado la producción y los precios no suben.
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Recolección de uva en València en dos imágenes de archivo.
Los viñedos valencianos han iniciado ya la vendimia, el período de recolección de la uva. Primero las variedades para el cava y en apenas diez días, la bobal que produce los tintos en Utiel-Requena. Debería ser un tiempo de satisfacción, de recoger lo sembrado durante un largo año, pero no será así. La desesperanza se extiende por los territorios vitivinícolas de la autonomía. Lo que se otea en el horizonte es, ni más ni menos, que un desastre. Esa una conclusión unánime en el sector agrario. El vicesecretario general de la Unió Llauradora, Luis Javier Navarro, es concluyente: «La sequía ha hecho mucha mella». Tan es así que en las zonas donde ha comenzado la recolección de uva la producción es un 50 % inferior a la del año pasado. Si la comparación se realiza con una campaña buena de las que se han producido en los últimos ejercicios, la actual apenas representa un 30 %, según los cálculos de este dirigente agrario y productor vinícola.
El vino augura una campaña desastrosa
No se queda atrás el responsable de la sectorial del vino de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja), José Luis Robredo, quien precisa que se ha dado una especie de tormenta perfecta que ha provocado una enorme reducción de la producción: A la sequía, las altísimas temperaturas y el pedrisco de este verano se añadió en Utiel-Requena, la mayor zona productora de la Comunitat Valenciana y donde predomina la variedad bobal, la denominada «marchitez fisiológica», un mal que se produce durante la brotación, como sucedió esta primavera, cuando hace demasiado frío y las uvas se secan.
El vino augura una campaña desastrosa
Así las cosas, Robredo asegura que en el sector la sensación reinante es que la calidad de la uva y, por ende, del vino, «puede ser extraordinaria, porque hay poca, está sana y la maduración es normal». En consecuencia, deberían esperarse unos precios al alza, porque es lo que dice la «lógica», pero «lo que estamos viendo es que no va a ser así. Si la producción cae un 50 %, como se prevé, te deberían pagar el doble. Si te dan un 15 %, no cubres costes».
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Luis Javier Navarro apunta que los costes han subido entre un 30 % y un 35 %, sobre todo luz, gasoil, abonos y fitosanitarios. Los precios se han elevado en algunas variedades de cava porque hay menos uva para esa bebida en el resto de España, pero en la uva para vino tinto se espera que se mantengan o que incluso bajen un 10 %. El dirigente de la Unió Llauradora denuncia que «los precios que nos dan son de los años 75 ó 76 del siglo pasado. Entonces eran entre 25 y 30 pesetas el kilo y ahora, entre 0,15 y 0,18 céntimos de euro».
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Navarro coincide con Robredo en que los precios no suben porque la comercialización del vino se encuentra concentrada en dos o tres empresas en España que propician valores bajos pese a que la coyuntura debería elevarlos.
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El dirigente de la Unió, que sitúa en unas mil, entre empresas y cooperativas (la mayoría) , el entramado vitinivícola de la autonomía y en 10.000 las familias que viven de este cultivo asegura que la situación valenciana es extensible a otras denominaciones de origen del resto de España y añade otro problema: la pérdida de los mercados de exportación del este de Europa tras el inicio de la guerra de Ucrania, que suponían hasta el 15 % de la producción española y hasta el 40 % en la valenciana. Además, «los mercados alternativos son europeos y están saturados». Así las cosas, en los viñedos tampoco se espera ya, como sucedía en tiempos no tan lejanos, la llegada de cuadrillas de vendimiadores. Robredo lo explica de forma muy gráfica: «Antes todo era manual, pero en los últimos años la recolección se ha mecanizado y ya casi no queda viña que recoger a mano». Navarro añade que el uso intensivo de maquinaria en los campos se ha debido «precisamente a los problemas que hubo en su momento con la mano de obra».
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