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Según estas entidades asociativas, la situación del sector vitivinícola es bastante homogénea en los tres principales países productores de vino de la Unión Europea. Frente a un mercado que muestra signos positivos, caracterizado por un repunte en los precios de venta y en la exportación, apoyado por el final del incremento de las tasas arancelarias estadounidenses, también hay aspectos críticos.
Tras unas cosechas de uva de vinificación que estas asociaciones califican como muy buenas en términos de calidad en Italia y España, y más moderadas en Francia, se constata que existe en la actualidad una cierta escasez de vinos franceses, sobre todo blancos, lo que contribuye a aumentar bastante los precios y crear cierta tensión en el mercado.
En cambio, el aumento de los precios del vino tinto y de otros blancos es mucho más moderado, no llegando a compensar totalmente la falta de producción en volumen de los productores.
Por el momento, añaden, no hay escasez de oferta, sino que los precios son muy fluctuantes, lo que no permite lograr una mayor estabilidad del mercado, ni dar más seguridad a las inversiones.
De hecho, el principal reto para estas entidades asociativas lo representa el aumento de los costes de las diversas materias primas, que tiene un impacto negativo a lo largo de toda la cadena de valor vitivinícola.
Además, este alza de costes no sólo afecta a los insumos o medios de producción, es decir, a fertilizantes y productos fitosanitarios, sino también a la electricidad, el vidrio, las cajas de embalaje, los contenedores o el material de construcción.
Todo ello acumulado, según las principales asociaciones de Cooperativas de España, Italia y Francia, dificulta la modernización de las bodegas e impide continuar llevando a cabo nuevas inversiones que son necesarias, especialmente las que deben responder al reto de la transición agroecológica del sector vitivinícola europeo.
Señalan, por ejemplo, el aumento de los precios de los insumos en Italia durante el tercer trimestre de 2021, que se puede estimar entre el +8% y el +12% (a veces, incluso con dificultades de abastecimiento), mientras que los precios de la energía experimentaron incrementos de hasta el +24,4%. Algo que es también claramente extrapolable a la situación del sector vitivinícola español.
Logística del transporte
Las tres Asociaciones cooperativas consideran, igualmente, bastante crítica la situación del transporte (sobre todo para los envíos al extranjero) que, además, de tener unos costes que incluso se han duplicado, muestran cierta dificultad para el abastecimiento y graves retrasos en la entrega de los productos. Retrasos que, a menudo, acaban convirtiéndose en costes adicionales.
Por si fuera poco, los precios del vino no han aumentado lo suficiente como para absorber el incremento de todos estos costes de producción y comercialización, que pagan principalmente los productores de vino.
Por otro lado, el debate y las propuestas en Francia y España sobre el incremento del salario mínimo interprofesional (SMI) que, aunque consideran legítimo y justo, tendrá también un impacto adicional en el coste de la mano de obra agrícola.
Otro elemento desestabilizador, que causa también preocupación a los socios productores de las cooperativas vitivinícolas francesas, españolas e italianas es el posible restablecimiento de algunas restricciones en el canal de Hostelería, Restauración y Catering (Horeca), debido a la fuerte expansión de la pandemia de Covid-19, con el potencial impacto que eso podría tener sobre el consumo de vino, como ya sucedió en los peores momentos de la primera fase de la pandemia.
Fragilidad económica
Por si fuera poco, el sector productor vitivinícola sigue estando en una situación económicamente frágil, puesto que el incremento de los precios, ligado a una menor cosecha, da una imagen muy parcial o muy distorsionada de la situación económica sobre el terreno.
Además, añaden estas entidades, se ve necesario que el sector cuente con una mayor estabilidad a medio plazo al mercado, porque, por ejemplo, los compradores dan prioridad a tener una oferta estable en cantidad y si un vino ya no es capaz de garantizar un determinado volumen de forma estable, sale entonces de la lista de compradores.
Las tres entidades cooperativas vitivinícolas concluyen que "la reducción de la producción no puede ser la solución y esto debe quedar claro cuando se habla de la Estrategia "De la granja a la mesa" del Pacto Verde Europeo; una estrategia que corre el riesgo de dirigirnos hacia una disminución de la producción y a un aumento relativo de las importaciones de vino."