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El río que nace a la sombra de los últimos glaciares

20/05/2024
En: heraldo.es
Digital
El agua ha dibujado el paisaje de Aragón y repartido riqueza por su territorio. Este es un viaje de 190 kilómetros por el más caudaloso de los ríos pirenaicos, el Cinca, desde que nace junto a uno de los últimos glaciares y salta en cascada sobre el valle de Pineta hasta el tramo final en las prósperas tierras de regadío, ya amansado por las presas. Contenido exclusivo María José Villanueva NOTICIA El geólogo Ánchel Belmonte, en el circo de Pineta aún nevado con las cascadas del Cinca al fondo. Verónica Lacasa Aragón y el agua forman un binomio indisoluble. Por su etimología y por su geografía. El origen más verosímil de su nombre lo vincula a la palabra celta 'ara', referida a los cauces de los ríos. Y su protagonismo en la cuenca del Ebro es indiscutible: ocupa el 50% del territorio, repartido en nueve autonomías Imágenes de la cabecera del valle de Pineta, aún cubierta de nieve.. Surcado por líneas azules de norte a sur y de este a oeste, si hay un curso notable es el del Cinca , el río aragonés más caudaloso y más largo. El viaje de 190 kilómetros desde su nacimiento en el Pirineo, a 2.500 metros, hasta su desembocadura, a 72, es una aventura apasionante a través de las altas cumbres nevadas, los pueblos ribereños que vivieron del transporte de la madera y hoy disfrutan del auge del turismo de naturaleza, las grandes presas de hormigón que domesticaron su cauce y las tierras del sur que pasaron de ser eriales a fértiles campos. Con el geólogo y director científico del Geoparque Sobrarbe-Pirineos, Ánchel Belmonte , nos adentramos en la cabecera del valle de Pineta (Bielsa), donde se sitúa el nacimiento del Cinca, en el ibón de Marboré, al pie del macizo de Monte Perdido. Aquí el agua se precipita por las cascadas que llevan su nombre entre neveros que resisten en primavera y aludes que caen por las depresiones del terreno. A poca distancia de uno de los últimos glaciares. En todo el Pirineo solo quedan 170 hectáreas de hielos perpetuos de las más de 2.000 que había en 1850. Hoy, dice el geólogo, son una anécdota en el paisaje. "No tienen ninguna impronta en el régimen hídrico del río, tampoco como agentes geológicos, porque a diferencia del pasado ya no son modeladores del paisaje". Su retroceso está dando lugar a nuevos ibones, que se suman a los casi 200 que ya existen en el Pirineo aragonés, un atractivo más de su riqueza paisajística. El valle de Pineta, cuna del Cinca Pineta, dibujado por el hielo del pasado y por el curso del río, que circula libremente por las laderas y se filtra por la roca caliza, es uno de los grandes valles glaciares de la cordillera. "En sus paredes todavía se puede leer algunos de los acontecimientos fundamentales para entender la formación del Pirineo y su arquitectura", señala Belmonte. El glaciar del Cinca pudo llegar hasta Salinas, casi 30 km, y alcanzar 500 metros de espesor . "En este mismo valle se conservan zonas con permafrost, suelos permanentemente helados, espectaculares cascadas y retazos de ríos trenzados que han desaparecido con el cambio climático y los usos del territorio", cuenta. El Cinca recibe en Pineta su primer alimento, de las nieves que se funden y de las abundantes precipitaciones. Es el lugar donde más llueve de Aragón , con una media anual de 1.825 litros por metro cuadrado, por delante de Candanchú (1.775), Llanos del Hospital de Benasque (1.650) y Canfranc (1.500). Por contra, el Huerva , Aguasvivas y Martín , en la margen derecha del Ebro, rondan los 400 l/m2. Y es que, como recuerda Belmonte, el agua en Aragón tiene una distribución muy desigual, una gran zona generadora de recursos, el Pirineo, y en menor medida la cordillera ibérica, frente a otras que sufren verdadera escasez. Y todo ello con el hilo del Ebro y la forma de espina de pez de la cuenca atravesando la Comunidad . "La presencia o ausencia de agua condiciona las formas de vida y la posibilidad o no de que el ser humano pueda asentarse", apunta. Desde su nacimiento a la sombra de los últimos glaciares en el valle de Pineta, el río es protagonista de la fiesta de las navatas, antiguo oficio al que han dado el relevo los guías y el turismo de aventura en la zona. Presas, como la de El Grado, completan su paisaje, que culmina en las fincas de regadío de los Monegros, donde el agua ha convertido los secanos en fértiles. Desde su nacimiento a la sombra de los últimos glaciares en el valle de Pineta, el río es protagonista de la fiesta de las navatas, antiguo oficio al que han dado el relevo los guías y el turismo de aventura en la zona. Presas, como la de El Grado, completan su paisaje, que culmina en las fincas de regadío de los Monegros, donde el agua ha convertido los secanos en fértiles. El director científico del Geoparque se refiere asimismo al papel de la nieve como un embalse en diferido. La fusión en primavera permite rellenar acuíferos, aportar agua a los ríos y llenar los embalses para el verano . En el conjunto del Ebro supone un 10% de las reservas, según la Confederación. Las cuencas del Ara, el Cinca y el Ésera acumulaban la primera semana de mayo 1.700 hm3 en los embalses y 335 hm3 de reserva nival estimada. Por ello, cualquier variación en la dinámica de la nieve impacta en todo lo demás. Belmonte se refiere al informe de la Oficina Pirenaica del Cambio Climático, que dibujó el escenario del 2050. "Siete millones de personas entre el Pirineo y sus llanuras dependemos de los recursos hídricos que se generan en el Pirineo. La perturbación de la dinámica normal nos obliga a tener que hacer cambios en el regadío, el turismo de la nieve... Es una radiografía de hacia donde vamos, para mí infrautilizada por los gestores públicos. Tenemos que adaptarnos y no necesariamente de forma traumáticas" , señala. Aguas bajo tierra Las aguas subterráneas son otro recurso fundamental y otra fuente de investigación. En la demarcación del Ebro se han definido 105 masas con una extensión de unos 520 kilómetros cuadrados. El Instituto Geológico y Minero de España en Aragón lleva años estudiándolas en el Parque de Ordesa, una zona donde predominan las rocas kársticas, más vulnerables frente al cambio climático . "Es necesario conocer el impacto en zonas de montaña porque lo que allí sucede acaba repercutiendo aguas abajo", precisa el jefe de la Unidad del IGME-CSIC en Zaragoza, Luis Javier Lambán. "Si llueve más o menos es discutible y difícil de predecir, pero es evidente que la temperatura está aumentando. Cada vez nieva menos y permanece menos tiempo sobre el terreno, lo que provoca una menor recarga a los acuíferos, cuyas consecuencias se hacen más evidentes hacia el final del verano", continúa. En el Pirineo, dada la abundancia de aguas superficiales, las aguas subterráneas han sido poco conocidas hasta el momento, dice Lambán, cosa que no sucede en el Levante o Andalucía, donde son más escasas. "En épocas de sequía todos se acuerdan de que existen, pero cuando empieza a llover, se olvidan". Él estudió junto a otros científicos del IGME-CSIC la amenaza del cambio climático sobre una imagen icónica de Aragón y del agua, la cascada de la Cola de Caballo, en el valle de Ordesa, cuyo caudal de descarga durante el estiaje depende fundamentalmente del agua subterránea procedente de la infiltración de la fusión nival. Una situación que se podría extrapolar a otras zonas y tener un impacto turístico negativo.
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