El precio de algunos alimentos se multiplica por ocho del campo al súper
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El precio de algunos alimentos se multiplica por ocho del campo al súper
Las naranjas y los ajos son los productos que experimentan la mayor brecha entre lo que cobra el agricultor y lo que paga el consumidor.
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Cabezas de ajos
El mismo kilo de patatas que se compra en un supermercado ha sido en marzo un 693% más caro de lo que el agricultor percibió por cultivarlas.
El encarecimiento de la energía y de otras materias primas que siguen presionando al alza la inflación, sumado al impacto de la guerra y a la huelga de los transportistas, agravó el mes pasado la brecha entre el precio del producto en origen y lo que paga el consumidor final por adquirirlo. Una situación que ha puesto en pie de guerra al sector agrícola, que estas semanas se enfrenta también al alza del precio de los combustibles -básicos para desarrollar su actividad- y a otros impactos derivados del conflicto bélico en Ucrania, granero de Europa y exportador de gas y petróleo para la producción de abonos y fertilizantes.
La enorme diferencia entre lo que se paga a los productores frente a lo que se cobra en destino se acerca ya al 800% en productos como el ajo y al 700% en las naranjas, que pasan de costar 0,18 euros el kilo en origen a 1,46 euros en las estanterías de los supermercados.
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Así se desprende del último Índice de Precios en Origen y Destino de los alimentos (IPOD) que elabora mensualmente la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) que, en su última edición, ya recoge el impacto de la inflación del 9,8% registrado por la economía española en marzo.
En concreto, los ajos multiplicaron por 8,58 veces su coste desde la cotización en el campo hasta el precio de venta al público en las tiendas, al pasar de los 0,69 euros por kilogramo en origen para venderse en destino a una media de 5,92 euros por kilo.
Por su parte, las naranjas ya mencionadas presentaban un coste de 0,18 euros en el momento de su producción a una media de 1,46 euros en los comercios.
Solo hay que dar una vuelta por cualquier supermercado para comprobar que en las últimas semanas esa diferencia entre inicio y final del proceso se ha trasladado con contundencia a la cesta de la compra. El precio de otros básicos como los limones se multiplicó por 7,71 veces. Pasaron de los 0,28 euros para el agricultor a 2,16 euros para el consumidor.
El cambio en la berenjena va desde los 0,29 euros de media hasta los 1,96 euros. Un alza del 576%.
Subidas generalizadas
En general, y según los datos recopilados por COAG, los productos agrícolas multiplicaron al cierre de marzo su precio por 4,65 veces, mientras que los derivados de la ganadería (pollo, cerdo, conejo o huevos) lograron limitar algo más la subida. En concreto, su precio se multiplicó por 2,84. Y el del kilo de cerdo pasó de 1,42 euros en origen a 6,15 euros en los puntos de venta al consumidor. Un 333% más.
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Desde las distintas asociaciones del sector han recrudecido sus denuncias contra esta situación desde que a finales del pasado año se aprobase la Ley de Cadena Alimentaria, que establece la obligatoriedad de que se firmen contratos por escrito en los que quede reflejado el coste de la producción.
La idea es obligar a que el precio pactado entre industria y agricultor cubra esos costes. Es decir, que ningún miembro de la cadena pueda trabajar a pérdidas. El objetivo final es eliminar por completo esa destrucción de valor que se genera a lo largo de toda el proceso.
Pero los datos evidencian que la nueva norma no funciona. Y las asociaciones del sector apuntan a que la intervención pública seguirá sin ser eficiente, a no ser que todos los componentes de la cadena, desde la producción hasta la distribución, pasando por la industria, cumplan con la legislación o sean más duramente sancionados si no lo hacen.
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