¿Quién no ha soñado alguna vez vivir en un palacio o tener una casa en mitad de la naturaleza, o incluso tener su propia bodega y, por qué no, comprarse su propia aldea? Estos sueños, al alcance solo de bolsillos holgados, son los que pretende cumplir el portal inmobiliario « Aldeas Abandonadas », especializado en la venta de grandes propiedades en el mundo rural o de eso que se ha venido a llamar la España vaciada . A él acuden muchos grandes inversores, emprendedores y familias que tienen interés en desarrollar un proyecto tanto empresarial como vital alejados del mundanal ruido de las ciudades. Animados por la llamada de la naturaleza y del mundo rural, muchos de ellos ponen sus ojos en castillos, mansiones, palacios, casas rurales, hoteles, aldeas, pueblos, fincas, bodegas, almazaras e incluso molinos. En este sentido, Castilla-La Mancha, con 79.463 kilómetros cuadrados , lo que la convierte en la tercera comunidad autónoma de España en cuanto a superficie con un 15,7% del total peninsular, ofrece unas oportunidades únicas para todos esos amantes de la vida bucólica, a la que tanto cantó el poeta latino Virgilio o, más recientemente, el ilustre toledano Garcilaso de la Vega. No en vano, la tierra que otrora recorrió Miguel de Cervantes y que le sirvió de escenario para su personaje más famoso, Don Quijote, es conocida por ser el viñedo más grande del mundo o por sus cabezas de ganado ovino y caprino, que pacen por sus llanuras, pero también por sus montañas, desde Gredos a la Sierra Norte de Guadalajara, pasando por la Serranía de Cuenca, Montes de Toledo o la Sierra del Segura. Y, dentro de sus límites regionales, se puede disfrutar de dos parques nacionales como son Cabañeros y Las Tablas de Daimiel, además de otras joyas naturales. Por eso, no es de extrañar que cada vez más compradores que quieren adquirir alguna propiedad en esta comunidad. Algo que atestigua Elvira Fafian, gerente de Aldeas Abandonadas Real Estate , que informa de que entre sus clientes, un 45% son españoles y el 55% restante son extranjeros, especialmente grandes inversores de Estados Unidos. «Nuestro objetivo es atraer a clientes para comenzar proyectos con futuro y que puedan asentarse aquí», afirma a ABC la responsable de esta iniciativa que nació 1983 con la idea de combatir la despoblación en ciertas zonas de España, pero que con el paso del tiempo ha derivado más en un negocio más volcado hacia el sector inmobiliario. «Este es un sector bastante complicado a la hora de vender. Requiere mucho tiempo y trabajo porque hay que conocer la legislación que tiene que ver con fincas rústicas, propiedades, edificación y arquitectura. Cuando nosotros recibimos una llamada de alguien interesado en comprar una aldea, finca y edificios en ruinas del entorno rural, le pedimos es que nos cuente qué proyecto o qué idea de futuro tiene», explica Elvira Fafian . «Castilla-La Mancha es una región que da mucho juego y encaja bastante bien en las preferencias que puedan tener determinados compradores porque hay muy buenas propiedades y tierras», asegura la responsable de Aldeas Abandonadas, que oferta unos 200 inmuebles de la comunidad en su portal, con precios que van desde los 100.000 a los 20 millones de euros. Entre ellos, hay unas 75 casas rurales; 40 castillos, mansiones, palacios y casas señoriales; 10 aldeas y pequeños pueblos; 22 bodegas, viñedos y almazaras; 18 fincas y parcelas y, por último, 25 empresas y negocios. Muchas de esas propiedades a la venta son muy peculiares por su valor histórico, arquitectónico o natural, incluso hay algunas de ellas que se encuentran dentro de parques naturales o tienen una catalogación patrimonial. Entre ellas, destaca una de las más grandes bodegas de España, además de otras con marca de prestigio, varios cotos de caza con casas señoriales con precios que van del millón a los 5 millones de euros y villas con mansiones entre 2 y 4 millones de euros, pero también parques solares y eólicos, ahora que están en boga. Elvira Fafian cuenta que reciben muchas llamadas para pedir información, pero de las muchas llamadas que entran, algunos días superan las cien, tan solo dos acaban en venta. «No somos nosotros los que decidimos, pero intentamos concienciar al cliente de que esa compra y ese cambio que pretende hacer en su vida no es para un día, sino para muchos años. Al final, nuestra labor de asesoramiento llega hasta ahí, para que sean conscientes del paso que quieren dar y si ello tiene visos de futuro en un entorno rural como en el que compran», aclara. Ahora, en su opinión, parece que hay un «boom» de lo rural, algo que se refleja en el aumento de clientes que preguntan por este tipo de propiedades. Este fenómeno, que puede ser una ventaja, también es un inconveniente. La razón que aduce la responsable de esta inmobiliaria es que « mucha gente quiere vivir en este entorno , pero con muy pocas iniciativas para asentarse allí, lo cual puede convertirse en un problema para los ayuntamientos y las diputaciones». Ese interés, explica, puede deberse en muchos casos a una bajada de los costes, puesto que los propietarios fijan un precio, pero al final siempre se negocia a la baja. Además, la compra de estas propiedades no se hace en la mayoría de casos mediante una hipoteca bancaria, por lo que también se negocia la forma de pago. La gerente de Aldeas Abandonadas subraya que su trabajo es muy exigente y requiere de mucho tiempo. «Si yo estuviera aquí solo para ganar dinero, lo habría dejado hace mucho», señala Elvira Fafian, que recalca que su empeño es «recuperar y repoblar» el medio rural. « Con nuestra labor le damos voz al agricultor o ganadero que quiere vender ; si un viticultor busca algo para ampliar su negocio, se lo encontramos; y también ayudamos a alguien interesado en una casa de campo. En definitiva, luchar contra la despoblación», concluye. Una de las propiedades más curisosas de las que están a la venta en Castilla-La Mancha es la Casa de Piedra, el Palacete de los Rada o Palacio del Virrey, como se quiera llamar. Este emblemático edificio, ubicado en Quintanar de la Orden (Toledo), puede comprarse por 890.000 euros. Está en buen estado, pero necesita conservación y mantenimiento. El escudo que decora la parte delantera, muestra el apellido de la familia que fue la dueña de esta vivienda, los Rada, la que mandó construir este palacio en el siglo XVII, incorporando en ella una estética barroca. La superficie total de la propiedad es de unos 1.450 metros cuadrados, distribuidos en una bodega/cueva en el subsuelo de aproximadamente 60 metros cuadrados, con 3 grandes tinajas fijadas al suelo, situadas al fondo de la estancia. De los laterales de esta pieza parten pasadizos subterráneos, uno de ellos (actualmente cegado) hacia el exterior de la vivienda (comunicaba con la iglesia de la localidad), y otro que atraviesa la vivienda hasta el aljibe.