El plástico no reciclado, presente en los envoltorios de muchos alimentos, se verá gravado a partir de enero de 2023 por un nuevo impuesto. De este modo, la cesta de la compra, acuciada por una inflación aún al alza, podría recibir un nuevo golpe porque aunque la tasa va encaminada a penalizar a los fabricantes que no utilicen plástico reciclado u otros materiales, nada impide que estos repercutan el aumento de costes en el consumidor final. Cada kilo de plástico no reciclado deberá pagar 45 céntimos de euro, una medida dirigida a fomentar la economía circular. Si bien el sector alimentario no es el único al que afectará esta subida sí que será uno de los que más la sufran. Aún así, se desconoce exactamente el listado exacto de productos que se verán afectados porque existen excepciones susceptibles de distinta interpretación, como la que indica que no serán gravados los productos que no se puedan comercializar sin los envases de plástico con los que se venden actualmente al no poder emplear otros materiales para contenerlos. Según el panel de analistas de Funcas, los alimentos frescos subirán un 10,9% de media este año y los elaborados, un 10% , según recoge en un artículo El Mundo, diario que también apunta que la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC) asegura que desde enero de 2021 los envases y embalajes necesarios para alimentos y bebidas han subido un 20%. Las patronales Asaja, COAG, UPA y Cooperativas Agro-alimentarias, Aecoc, ACES, Anged, Asedas, FIAB, Adelma, Stanpa y EsPlásticos ya han propuesto posponer un año las tasas por el uso de envases de plástico , dada la actual situación internacional y el aumento de los costes de producción. En un comunicado conjunto consideran que no es el momento de aplicar un nuevo impuesto que solo repercutiría negativamente en la competitividad de las empresas y sobre el consumidor. La previsión del Gobierno es recaudar 734 millones de euros anuales por el impuesto al plástico a partir de su entrada en vigor.