Extremadura se enfrenta a la despoblación , sobre todo en las zonas rurales, y a un envejecimiento de sus habitantes . Todas las voces autorizadas apuntan a la necesidad de ofrecer alternativas laborales para fijar a la población en los pequeños municipios. Sin posibilidades de obtener un empleo, la gente no se queda en sus pueblos .
Es evidente que la agricultura y la ganadería tienen un gran peso en el mundo rural, pero a los jóvenes tampoco les resulta sencillo encontrar un puesto de trabajo o emprender en el sector primario . En la actualidad, no llega al 10% el número total de propietarios de las explotaciones agrarias que tienen menos de 41 años. En concreto hay 5.576 titulares de entre 18 y 40 años , según la Consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio, cuando en la región se superan las 60.000 explotaciones.
La edad avanzada de los empresarios del campo también es patente. «Hay más de un 40% de dueños de explotaciones mayores de 65 años», manifiesta Juan Metidieri , presidente de Apag Extremadura Asaja.
Aun así, Extremadura es un territorio eminentemente agrario y el sector primario tiene mucha fuerza la economía regional. Esto influye en que la tasa de jóvenes al frente de explotaciones agrarias sea superior a la media nacional, que se queda en el 8,72% para los menores de 40 años. La comparación con Europa es incluso mejor, ya que solo el 5,72% de los propietarios de empresas de este sector tienen menos de 35 años.
Los motivos para la baja presencia de jóvenes en el campo extremeño son variados. Los propios agricultores y ganaderos apuntan hacia la dificultad que tienen para acceder a la tierra. «Hay muy poca gente que vende y si lo hace no se puede competir en precio con quienes llevan muchos años o con empresas grandes que pagan por encima de las posibilidades de alguien que quiere empezar», dice Javier Ramos , de 29 años, que pudo comprar siete hectáreas en Valdelacalzada, donde desde hace cinco años tiene una explotación de frutales.
Nada que ver con la extensión de la finca que gestiona Gonzalo Llorente en La Parra. Cerca de 500 hectáreas en las que tiene ganado vacuno y porcino en extensivo. Tampoco a este joven le resultó sencillo encontrar una finca de las características que buscaba para su actividad agraria. «El precio no ayuda, es muy elevado», advierte.
Lo poco atractiva que es la jubilación, en términos económicos, explica las reticencias de los dueños a dejar sus explotaciones pese a superar la edad y los años cotizados requeridos para cobrar la pensión. «Las jubilaciones son precarias», expone Ignacio Huertas , secretario general de Upa-Uce en Extremadura, como la principal causa de que los empresarios necesiten obtener otros ingresos.
Francisco Amaya sabe que su pensión sería muy reducida, pero el dinero no es lo que le mantiene al frente de su finca de viñas y olivos en Fuente del Maestre . Con 69 años tiene una jubilación activa y dedica las mañanas a las tareas del campo. «Los agricultores estamos cansados de pagar y a la hora de cobrar me corresponderían 728 euros, así que prefiero cobrar la mitad y seguir cotizando», dice, a la vez que reconoce que si tuviera una pensión mayor optaría por continuar trabajando. «Es cierto que la gente se lo pensaría», añade.
La misma idea tienen las organizaciones agrarias, que entienden que una mejora de las condiciones de la jubilación y favorecer la retirada de los productores que cumplen 65 años es una posible forma de sacar más terrenos en el mercado. «La idea es poner la tierra en manos de quien la necesita y consideramos que sería positivo que hubiera ayudas para quien, a partir de cierta edad, cediera su explotación a una persona joven», comenta Huertas.
Cuando a Amaya le llegue el momento de la retirada no sabe qué hará con su terreno. «Mi hija trabaja en Londres y mi hijo, en Madrid; me da pena vender, así que puede que las alquile», piensa.