España y Europa intensifican su dependencia comercial y económica de China. El viaje de Pedro Sánchez a Pekín es continuación de los que han hecho recientemente Macron, Scholz y Meloni. China ya es el segundo vendedor en España China, como le gusta decir a Von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea , es a la vez un competidor y un aliado comercial de la UE, aunque en palabras del Parlamento Europeo también es un rival sistémico . En el caso español, sin embargo, es algo más. El gigante asiático ha desplazado a Francia como el segundo país que más mercancías vende a España. Y lo que no es menos relevante, tiene a tiro de piedra a Alemania, que, históricamente, ha sido un socio principal de España, tanto desde el lado de las exportaciones (tras Francia) como de las importaciones. Es en este contexto en el que hay que situar el viaje del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez , a China, la segunda visita en menos de un año, como antes lo hicieron, entre los grandes países europeos, el canciller Scholz y Emmanuel Macron . También Meloni, la primera ministra italiana, ha firmado recientemente una asociación estratégica con Pekín. El viaje de Sánchez, de esta manera, se sitúa en línea con Europa, que pese a que formalmente ha endurecido la legislación para protegerse de los productos chinos, lo cierto es que ha aumentado de forma significativa su dependencia económica y comercial del gigante asiático . Un reciente estudio del Instituto Peterson de Economía Internacional ha acreditado que mientras EEUU ha disminuido su dependencia de China para todo tipo de bienes manufacturados importados desde 2018 diversificando sus fuentes de aprovisionamiento, la Unión Europea y China han mantenido o aumentado su dependencia mutua para casi todo tipo de bienes importados, "lo que crea", asegura, "el potencial de futuros enfrentamientos entre las políticas de seguridad nacional de la UE y EEUU". Es decir, justo lo contrario de lo que ha recomendado en los últimos años la Administración Biden. El viaje de Sánchez inaugura el 9º Foro España-China , que no se reunía desde 2015, precisamente para relanzar la cooperación comercial y económica entre ambos países. China, en concreto, y con datos del primer semestre de este año, ya representa el 9,8% de todas las compras que hace España en el exterior , por encima del 8,8% de Francia y ya cerca del 11,6% de Alemania, cuya presencia en el comercio está en retroceso. Para hacerse una idea de lo que significan estas cifras, y dado que las exportaciones españolas no han seguido la misma trayectoria, sólo hay que tener en cuenta que el déficit comercial, la diferencia entre exportaciones e importaciones, se sitúa ya en sólo un semestre en 17.272 millones de euros . El déficit con China, de hecho, se ha comido el superávit que mantiene España con la Unión Europea, su principal socio comercial, y que asciende a 18.018 millones de euros. Lo singular, sin embargo, es la evolución. Antes de la pandemia, en todo el 2019, el desequilibrio comercial ascendió a 22.353 millones de euros (el 8,3% de las importaciones totales), pero en sólo los primeros seis meses de este año ya se han alcanzado los 17.272 millones (el 9,8% de todas las compras que hace España en el exterior). Si se proyectan estos datos al conjunto del año, es probable que en 2024 el déficit se haya ensanchado un 54% respecto del registrado antes de la pandemia, cuando se produjo un fuerte retroceso debido a las restricciones en el movimiento de mercancías. Esto explica que la tasa de cobertura comercial de España con China (la relación entre importaciones y exportaciones) haya caído hasta el 16,8%. Hay que remontarse a 2010 para encontrar un porcentaje tan bajo. El sorpaso chino ha llegado al punto de que ya es el quinto socio comercial de España, superando a EEUU. España, de hecho, es el duodécimo cliente de China en todo el mundo. Lo que nuestro país compra a Pekín, fundamentalmente, son bienes de equipo, textil y calzado , además de productos químicos y muebles. El automóvil, todavía, ocupa un papel no determinante, pero con una clara tendencia al alza. La hiperpresencia de China en el comercio exterior de España, sin embargo, no se traslada a la política de inversiones , lo que en el fondo desvela la estrategia de Pekín, que prefiere no participar directamente el tejido productivo de los países con los que comercia. Entre otras razones, por las reticencias de los gobiernos europeos a la hora de autorizar la presencia de empresas chinas, en particular en sectores clave. En 2017, por ejemplo, la Comisión Europea adoptó una propuesta de reglamento para vigilar con mayor atención la entrada de inversión extranjera directa (IED) en la UE por motivos de seguridad o de orden público, y ni que decir tiene que el destinatario de la norma era China. Sólo hay que tener en cuenta que en una cuestión clave para la seguridad como son los semiconductores, Europa representó el 25% de la fabricación mundial en el año 2000 , pero dos décadas después ese porcentaje ha bajado al 8%. China ha cubierto en parte esa menor participación. Bruselas ha implementado las trabas a través de diversos procedimientos. Además del citado, ha aprobado un reglamento sobre subvenciones extranjeras y, en paralelo, un mecanismo para favorecer la contratación pública internacional, en todos los casos con la vista puesta en Pekín. La causa, lógicamente, tiene que ver con la mayor dependencia de las mercancías procedentes de China. No en vano, el déficit comercial bilateral de la Unión con China ha crecido de los 154.700 millones de euros en 2018 a los 396.000 millones de 2022. La política de inversiones, sin embargo, es otra cosa. El año pasado, sin ir más lejos, China invirtió apenas 131 millones de euros en España , por encima de los 91 millones que invirtió España allí. Algo que refleja que se trata de relaciones puramente comerciales y no de integración económica en su sentido más profundo. Esta estrategia es diferente a la que persigue en otros países y continentes en los que Pekín está dispuesto a participar en sectores y actividades productivas por razones económicas, pero, sobre todo, geopolíticas. En términos acumulados, la posición inversora de China en España alcanza los 11.348 millones de euros, más del doble que la española en el país asiático (4.761 millones). Aun así, según datos de la Fundación Consejo España-China , que ha organizado junto a Moncloa el viaje de Sánchez a Pekín, las inversiones chinas en España generaron 11.998 empleos. Ahora bien, y esta cifra contrasta con el ensanchamiento del déficit comercial, las inversiones españolas en China generaron 24.363 empleos. Es decir, el gigante asiático se aprovecha en dos direcciones: vende más mercancías a España que nunca y, al mismo tiempo, los españoles invierten en China generando allí más empleo. Obviamente, porque producir en Asia es más barato que en Europa. La dependencia de China , por lo tanto, va en aumento, mientras que la estrategia de las autoridades de Pekín, por el contrario, pasa por diversificar sus fuentes de aprovisionamiento. Según el Instituto Peterson, el origen de las importaciones de China es el más diverso de las tres grandes regiones económicas del planeta. De hecho, su índice de concentración es sustancialmente menor que el de las otras dos. Únicamente la Unión Europea aporta más del 10% del valor total de las importaciones de China. La UE, por su parte, también depende de un conjunto diverso de proveedores . Sólo dos fuentes -EEUU y China- aportan el 10% o más del valor de las importaciones, pero con una clara tendencia a aumentar en el caso de China. China, como le gusta decir a Von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea , es a la vez un competidor y un aliado comercial de la UE, aunque en palabras del Parlamento Europeo también es un rival sistémico . En el caso español, sin embargo, es algo más. El gigante asiático ha desplazado a Francia como el segundo país que más mercancías vende a España. Y lo que no es menos relevante, tiene a tiro de piedra a Alemania, que, históricamente, ha sido un socio principal de España, tanto desde el lado de las exportaciones (tras Francia) como de las importaciones.