El país magrebí, que ha aprovechado todos los atajos posibles para ganar relevancia en el panorama agroalimentario, se topa con realidad del entorno ganadero, fuertemente condicionado por la climatología Marruecos trabaja desde hace años para erigirse como una de las grandes potencias agroalimentarias del globo. El desarrollo en las técnicas, el aprovechamiento de unos costes laborales considerablemente inferiores y una legislación casi inexistente si se compara con los estándares europeos han cimentado el crecimiento del vecino del sur, que año a año gana terreno a España en la lucha por convertirse en la huerta de Europa. La bonanza que llega desde los cultivos marroquíes, con un aumento desbocado en la exportación de aguacates, tomates, arándanos o judías verdes rumbo a la Unión Europea, choca con las dificultades que denuncian los agrarios españoles, asfixiados por la relación entre costes y precios en origen. Las ventajas que aprovecha Marruecos para disparar la rentabilidad de sus cosechas -al estar fuera de la UE pero contar un acuerdo comercial con el bloque- se diluyen en la ganadería, donde es España la que atraviesa un gran momento de salud mientras los magrebíes sufren una crisis sin precedentes. Los ganaderos españoles, zarandeados en los últimos años por la sequía, ven cómo sus animales alcanzan precios impensables hace dos primaveras. La reducción de la cabaña ganadera y la importante demanda aúpa el valor tanto del vacuno -en máximos-, como del ovino, que ha acumulado varias semanas al alza y con buenas cotizaciones. Al mismo tiempo, Marruecos, que ha aprovechado todos los atajos posibles para ganar relevancia en el panorama agroalimentario, se topa con la dura realidad del entorno ganadero, fuertemente condicionado por la climatología y el surgimiento de enfermedades. Después de siete años continuados de sequía, la complejidad para los ganaderos marroquíes es tal que el rey Mohamed VI instó en febrero a sus súbditos a renunciar a su gran ritual islámico, la fiesta del cordero que tendrá lugar el próximo 17 de junio. «Debe tener en cuenta los desafíos climáticos y económicos a los que se enfrenta nuestro país, que han provocado una disminución sustancial del número de cabezas de ganado», apuntó en un comunicado el monarca, que ha anunciado un plan de 595 millones de euros para rescatar al sector. «El programa, impulsado por instrucciones reales, combina ayudas financieras directas, apoyo veterinario y asesoramiento técnico con el objetivo de reconstituir el stock nacional y asegurar la seguridad alimentaria del país», indica el diario magrebí Rue20. La iniciativa destinará 288 millones de euros en 2025 y 307 millones adicionales para garantizar la sostenibilidad del rebaño nacional y mejorar las condiciones de los ganaderos. Ahmed el Bouari, ministro de Agricultura de Marruecos, anunció que la estrategia para reflotar a sus ganaderos incluirá una reestructuración de las deudas de 50.000 productores, con un coste de 67 millones de euros asumido por el Estado; subsidios a los piensos, con un presupuesto de 240 millones de euros; y un incentivo por conservar hembras del ganado para evitar su sacrificio y preservar el rebaño, con el objetivo de alcanzar más de 8 millones de cabezas de ovejas y cabras hembras para mayo de 2026. Los ganaderos marroquíes recibirán una ayuda directa de 38 euros por cada nueva hembra no sacrificada. El programa comprende una campaña sanitaria preventiva para proteger a 17 millones de cabezas de ovejas y cabras de enfermedades derivadas de la sequía, con un coste de 14 millones de euros, así como incluye asistencia técnica a mediante plataformas de inseminación artificial y mejora de razas, con una inversión cercana a los 5 millones de euros.