Casas solariegas, historia medieval, bodegas centenarias y viñedos infinitos se unen en este enclave del País Vasco, a escasos kilómetros de La Rioja, que sorprende por su riqueza patrimonial A orillas del río Ebro y resguardado por la Sierra de Toloño, un rincón del País Vasco ofrece una mezcla singular de paisaje vinícola, arquitectura tradicional y silencio rural . Aunque forma parte de Álava, su ubicación limítrofe con La Rioja le confiere una identidad compartida que se refleja en sus costumbres, su gastronomía y, sobre todo, en su intensa actividad vitivinícola. La comarca de Rioja Alavesa , conocida por sus caldos y por su paisaje de viñedos que se extiende hasta donde alcanza la vista, guarda pueblos que han sabido conservar su esencia con el paso de los siglos. Uno de esos pueblos es Labastida , una localidad que se levanta sobre una loma y conserva un casco antiguo medieval de calles empedradas y casas blasonadas. Las construcciones de piedra, los callejones estrechos y las entradas fortificadas como el arco de Toloño o el de Larrazuría evocan su pasado como enclave defensivo. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida entre los siglos XVI y XVII, se alza como uno de los elementos más destacados del patrimonio local. Todo ello se integra con naturalidad en un entorno dominado por viñedos que cambian de color con cada estación. " Perfecta para una escapada tranquila ", dicen desde la cuenta oficial de Turismo Euskadi en una reciente publicación sobre Labastida. Rodeado por un mar de vides, Labastida es un referente dentro de la Denominación de Origen Calificada Rioja. Sus bodegas centenarias conviven con lagares rupestres , algunos de ellos con más de mil años de antigüedad, que evidencian la tradición vinícola de la zona. Firmas como Mitarte o Bodegas Tierra permiten adentrarse en esa historia con visitas guiadas, catas y recorridos por calados excavados en roca que aún se conservan en uso. Además del vino, el entorno natural en el que se encuentra Labastida ofrece múltiples posibilidades. Desde el propio núcleo urbano parten rutas de senderismo que permiten adentrarse en la sierra y alcanzar miradores con panorámicas del valle y del río. La subida al monte Toloño, a más de 1.200 metros de altitud , es una de las excursiones más apreciadas por quienes buscan combinar patrimonio, paisaje y aire puro. En días claros, la vista se extiende más allá del Ebro, abarcando parte del viñedo riojano. Su ubicación junto al río Ebro, en el límite con La Rioja, ha moldeado también su identidad cultural, con una convivencia fluida entre tradiciones vascas y riojanas . Labastida es un ejemplo claro de cómo el vino puede actuar no solo como motor económico, sino también como elemento integrador entre territorios. Aunque es uno de los enclaves más conocidos de la Rioja Alavesa , su cercanía a lugares como Haro, Samaniego o Laguardia invita a ampliar el recorrido por esta franja vinícola. Sus calles y viñedos invitan a pasear sin prisa , a descubrir sin agenda y a dejarse llevar por la calma de un pueblo que ha sabido envejecer como el vino que produce. A orillas del río Ebro y resguardado por la Sierra de Toloño, un rincón del País Vasco ofrece una mezcla singular de paisaje vinícola, arquitectura tradicional y silencio rural . Aunque forma parte de Álava, su ubicación limítrofe con La Rioja le confiere una identidad compartida que se refleja en sus costumbres, su gastronomía y, sobre todo, en su intensa actividad vitivinícola. La comarca de Rioja Alavesa , conocida por sus caldos y por su paisaje de viñedos que se extiende hasta donde alcanza la vista, guarda pueblos que han sabido conservar su esencia con el paso de los siglos.