A pesar de la incesante subida del precio del aceite de oliva , muchos consumidores se resignarán a pagarlo, ya que es el más saludable. Otros clientes menos pudientes, en cambio, puede que estén planteándose reemplazar el oro líquido por otros aceites más económicos. En este sentido, el mercado acoge una gran variedad de aceites vegetales . Desde el popular aceite de girasol al denostado aceite de palma, pasando por otros menos conocidos, como el aceite de maíz , el de soja o el de algodón . Y sobre estos es difícil tener una opinión clara. ¿Son todos saludables? Para ayudar a los consumidores, dos investigadores de la Universidad Pablo de Olavide se preguntan en un artículo publicado en The Conversation si debemos pagar precios "desorbitados" para consumir el producto de mejor calidad. "Lamentablemente, sí. Pero eso no significa que no podamos emplear otros aceites disponibles en el mercado para diferentes aplicaciones culinarias", escriben Javier Sánchez Perona , doctor en Química y científico titular del CSIC, junto a Aída García González , doctora en Biotecnología, Ingeniería y Tecnología Química. Según explican ambos investigadores, existen cuatro categorías de aceites elaborados a partir de la aceituna: el AOVE (aceite de oliva virgen extra), el AOV (aceite de oliva virgen), el aceite de oliva y el orujo de oliva , cada uno con sus propias características y particularidades. "Si queremos aprovechar mejor las características del AOVE es recomendable utilizarlo en crudo, como en ensaladas, aliños y tostadas. En cambio, el aceite de orujo es una fantástica opción para freír y bastante más económico que sus otros tres hermanos". Junto a estos cuatro, existen muchas otras alternativas. Los investigadores enumeran, al menos, otras once variedades . "Entre ellos están los aceites de girasol, girasol alto-oleico, colza, maíz, lino, soja, palma, aguacate, nuez, coco, avellana, etc." En qué fijarse A pesar de que cuando hacemos la compra solemos ir con prisas, los autores afirman que fijarse en la composición de los aceites es clave. "Su contenido en ácidos grasos saturados, mono y poliinsaturados, así como la presencia de componentes menores con actividad antioxidante, antiinflamatoria y reductora del colesterol, nos dicen qué aceite es más beneficioso para la salud . Sin embargo, la legislación alimentaria no obliga a declarar la presencia de estos compuestos (excepto los ácidos grasos saturados), por lo que para el consumidor resulta muy complicado diferenciar en función de la calidad nutricional", indican. Por esta razón, desde el propio Instituto de la Grasa del CSIC han desarrollado un sistema de puntuación, cuyo fin es ordenar con valores numéricos en función de su valor nutricional . Se trata de una simplificación visual de un estudio científico publicado en la revista Nutrients el pasado mes de abril (y explicado por el autor en su propio blog ). Para su creación, explican, han tenido en cuenta la recomendación de organismos nutricionales como la EFSA , la FDA o la FAO . "Pensamos que la utilización de este sistema de puntuación facilita a los consumidores saber qué aceites son más saludables y tomar decisiones sobre su adquisición", añaden Sánchez y García. Según se puede apreciar en la tabla, elaborada a partir de los datos compartidos por los investigadores, el AOVE obtiene la mayor puntuación, seguido del aceite de lino y los aceites de oliva común y de oliva. "El obtenido de lino se sitúa en una posición tan alta porque, aunque no es rico en ácido oleico (el ácido graso característico del aceite de oliva), sí lo es en ácido alfa-linolénico (ALA), el omega-3 de origen vegetal", explican. Más abajo se encuentran los aceites de girasol alto-oleico, sésamo, aguacate y chía , todos ellos ricos en ácido oleico o ALA. Y el resto de opciones, aun siendo saludables, no lo son tanto como los que figuran en las primeras posiciones. "Los únicos que no recomendaríamos serían los que tienen puntuaciones inferiores a 50 ( coco ), pues son grasas animales y vegetales con un alto contenido en ácidos grasos saturados y muy pocos componentes menores que contribuyan a su valor nutricional", argumentan.