La alimentación es uno de los grandes retos de futuro de la sociedad moderna. Los agricultores se enfrentan a nuevos desafíos, como es la necesidad de aumentar la producción al mismo que tiempo que se reducen el número de productos fitosanitarios permitidos para esta tarea, ya que las exigencias en materia de seguridad alimentaria por parte de los mercados y las autoridades sanitarias son cada vez mayores.
El futuro de la agricultura almeriense deberá pasar inevitablemente por soluciones que den respuesta a unas demandas ya instaladas en los principales lugares de destino de los productos hortofrutícolas locales. Entre todas las actuaciones llevadas a cabo para lograr estos objetivos, la bioeconomía se erige como el principal elemento catalizador de estas ambiciones.
Bioeconomía
La bioeconomía es toda actividad dedicada a valorizar lo que antes eran considerados residuos generados en cualquier proceso productivo, obteniendo recursos que se pueden volver a aprovechar para otro fin. Esta explicación nace del presidente de la Cátedra UAL-Coexphal en Bioeconomía, Gabriel Acién, el cual dirige uno de los proyectos más ambiciosos que existen en la provincia, el proyecto Sabana.
Proyecto Sabana
Financiado en su totalidad por la Unión Europea y con un presupuesto de unos 10 millones de euros, el proyecto Sabana está destinado a la investigación en microalgas, un campo de trabajo que ofrece grandes posibilidades a la agricultura y acuicultura mediterránea.
El objetivo de Sabana es obtener productos biofertilizantes y bioestimulantes para la agricultura, así como la producción de pienso para alimentar a los peces criados en piscifactorias.
Los investigadores de la Universidad de Almería, coordinadora de este proyecto a nivel europeo en el que participan las empresas Aqualia, GEA Westfalia (Alemania), la italiana Veronesi y Biorizon Biotech, están desarrollando en la Estación Experimental de Cajamar toda la producción de microalgas desde hace nueve meses, fecha en la que arrancó el proyecto.
Las noticias no pueden ser mejores: de las 100 cepas distintas de microalgas que se investigan en este proyecto, ya se saben de dos que tendrán un destino comercial como bioestimulantes y biopesticidas para la agricultura: Scenedemus y Nostoc.
Biomasa
El proyecto parte de convertir semillas de microalgas en biomasa que se pueda aprovechar para los distintos objetivos ya mencionados. El proceso de producción de microalgas del proyecto Sabana consta de cuatro partes: una para generar los inóculos de microalgas a partir de las semillas; el segundo para comprobar la adaptación de la microalga a cada medio acuático en función de la salinidad o la materia orgánica que se encuentra en el agua; un primer ensayo con las microalgas escogidas para su producción a pequeña escala y una última parte de producción a una escala industrial.
El trabajo se está desarrollando en la Estación Experimental de Cajamar, aunque a partir de noviembre se trasladará a una biorrefinería que se está construyendo en la Universidad de Almería, un recinto que abarcará todas las etapas del proceso. La instalación tendrá una dimensión inicial de 5.000 metros cuadrados, para después llegar hasta las 1,2 hectáreas y, finalmente, las 5 hectáreas.
Microalgas
Las microalgas son organismos microscópicos que se reproducen de forma rápida -aproximadamente en 24 horas-, por lo que crecen mucho más rápido que las plantas superiores. Además, tienen la capacidad de crecer en zonas estériles y sin agua dulce o de buena calidad, algo que si necesitan las plantas para crecer. En la actualidad, los ensayos se están llevando a cabo con aguas residuales, donde las microalgas generan una actividad de limpieza del medio.
Las propiedades de las microalgas aplicadas a la agricultura se están descubriendo en los últimos años. Sin ir más lejos, el proyecto Sabana está generando todo un conocimiento acerca de estos organismos, cuya aplicación en el suelo de los cultivos tiene funciones fertilizantes y estimulantes para las plantas. Además, su capacidad para absorber dióxido de carbono de la atmósfera convierte a las microalgas en un argumento perfecto para implementar modelos de economía circular basados en estos microorganismos. Unas características que hacen de este producto un activo de especial interés para la agricultura intensiva almeriense, que se encuentra en mitad de un proceso de conversión de un modelo de eficiencia productivo hacia un modelo de eficiencia y sostenibilidad total.