La mitad de los aspirantes a entrar en la Escola de Pastors de Catalunya se quedará con las ganas. El 9 de noviembre, a 20 días de que acabe el plazo, el centro, ubicado en la antigua casa parroquial de Enviny, en el municipio de Sort, ya se había recibido la solicitud de treinta aspirantes para sus 16 plazas para el curso que comienza en febrero. Otros años ha rozado esta cifra al cerrarse el plazo . En los últimos años, un tercio de los aspirantes a entrar a la Escuela tienen estudios universitarios . No siempre están relacionados con el sector agrari sino que están graduados en Arquitectura, Bellas Artes, Magisterio o Telecomunicaciones. El otro tercio proviene de ciclos formativos. La mitad de las últimas tres ediciones son hombres. La directora de la escuela , Laia Batalla, cree que en la aceleración de la llegada de solicitudes podría haber influido la pandemia del coronavirus , no por el hecho de hacer el curso, sino por decidirse ahora. "Nadie quiere ser pastor porque haya una epidemia, pero quizás las personas que estaban pensando en la posibilidad de hacerlo en algún momento se han decidido ahora", afirma Laia Batalla. La epidemia sí ha retrasado las prácticas de la última edición. Àlex Lechuga, alumno de la Escuela de Pastores, este noviembre ha empezado sus segundas prácticas en Can Plana de Vallgorguina, en el Baix Montseny. Una explotación de 300 ovejas ripollesas y 40 cabras, además de caballos, asnos, gallinas, patos, conejos y vacas. Los propietarios hacen gestión forestal, silvopastura, actividades con niños y familias, venden carne de cordero y cabrito y hacen quesos frescos. Àlex Lechuga, graduado en Educación infantil, con un proyecto de final de carrera sobre una granja escuela, se animó a hacer el curso en una de las visitas que hizo a su pareja que se formó un año antes. Ahora tienen un proyecto en Lloret de Mar de silvopastura, de pastura del rebaño en masa forestal para aprovechamiento y mejorar su calidad, así como reducir la carga de biomasa combustible. "Hay mucho trabajo que hacer en Lloret de Mar y la comarca, ya que hay mucho bosque que no está bien cuidado, así que él y yo pensamos que tener un rebaño bombero, sería un buen fin", cuenta Àlex, que también tiene en mente incorporar un proyecto educativo para enseñar a niños y niñas el pastoreo. "También dentro del proyecto, a mi pareja y a mí-explica-, nos gustaría poder recuperar el mató de Lloret que antiguamente se llevaba a las casas el mismo día que se hacía para poderlo ofrecer en restaurantes del municipio, así como yogures o quesos". De sus últimas prácticas, en junio, dice que sacó como conclusión que si entendía a las ovejas, los animales también le entendían él y con ello perdió el miedo a ir a pastorear solo. En sus declaraciones ha mostrado también su agradecimiento a la Escola de Pastors y Can Plana, por todo lo aprendido estos meses y todo el apoyo que le han dado en esta aventura. "Aliento a futuros alumnos y alumnas a apuntarse a la escuela de pastores y poder llegar a cumplir sus sueños o cambiar el modelo de vida, es una experiencia para toda la vida", concluye. En estas 12 ediciones han pasado por la escuela 159 alumnos. Un 60% está trabajando en el sector, bien para terceros o en un proyecto de emprendimiento como Sara Gutiérrez y su pareja, Miquel Queralt, que impulsaron la iniciativa' 30 cabres'.en Eller, un pequeño pueblo de Bellver de Cerdanya tras pasar por la escuela de pastores. A su explotación, ahora con 47 cabras ya han ido alumnos en prácticas algún año. Ellos elaboran queso y no quieren crecer mucho más. Su tope es de 50 cabras. Conocen bien a cada animal y trabajan mucho la prevención con homeopatía y fitoterapia. Sara Guitiérrez en Eller . (30 cabres) "Siempre decimos que sin las prácticas de la Escola de Pastors seguramente estaríamos haciendo algo relacionado con los animales y el sector primario, pero seguramente todo habría sido bastante diferente. Tuvimos mucha suerte con nuestros profesores de prácticas tanto aquí en la Cerdanya como en el Ariege en Francia", explica Sara. El País Vasco, pionero La escuela de pastores de Catalunya se inspiró en la de Asturias y el la del País Vasco, Artzain Eskola, ubicada en el caserío caserío Gomiztegi de Oñati (Guipúzcoa) y que fue la primera en España. La escula colabora con el Instituto de Desarrollo Rural, Litoral y Alimentario Hazi y ofrece cursos intensivos de ovino y tutoriza programas. Tiene unas instalaciones con 400 animales, producen queso y ovejas de reposición para otras explotaciones . Alumnos de la Artzain Eskola en 2015. (Artzain Eskola.) Su director, Batis Otaegui, destaca que la mayoría de las explotaciones en las que sus alumnos hacen las prácticas las llevan exalumnos de hace algunos años que han emprendido sus propios negocios. Por sus aulas han pasado 284 personas, en sus 23 ediciones. En los últimos cursos sólo un 20% mujeres. Este año hay once alumnos y tres alumnas. Según Otaegui, llamaron 25 personas. Desde la escuela siempre advierten que por tratarse de un curso de emprendimiento, priorizan a quienes tienen más posibilidades de emprender, que puedan tener alguna hectárea de terreno o coger algún caserío. "Al resto de las personas que quieren acercarse a este mundo las incluimos en una segunda lista y si no hay alumnado suficiente en la primera contaríamos con algunas de ellas", remarca el director. Insiste en que se trata de formar a emprendedores en un mercado de proximidad, con formación en producción, en mercados, en tecnología y en organización empresarial. La escuela vasca nació cuando no había cultura de formación en ovino con el objetivo de gestionar el territorio. Batis Otaegui, que se incorporó a finales del primer curso, asegura que en estos años el perfil ha cambiado. "Antes era más vocacional, llegaban alumnos con poca formación y sin el beneplácito de sus padres. Ahora tienen un alto nivel de formación, con grados universitarios, este año tenemos un buen número de ambientólogos y forestales", afirma.