China está preparando la construcción de un nuevo canal que conecte la presa de las Tres Gargantas, en la provincia de Hubei, con Pekín. El plan es unir este túnel con el del Proyecto de desvío de Agua de Sur a Norte, y ampliar sus casi 1.400 kilómetros de largo. El precio estimado de esta descomunal obra de ingeniería ronda los nueve mil millones de euros y está enmarcada dentro de un ambicioso plan de infraestructuras destinado a aumentar la producción de alimentos de China en unas 540 millones de toneladas al año y dejar de depender de las importaciones. El túnel chino se llamará Yinjiangbuhan y, según informa el South China Morning Post, tardará unos 10 años en construirse, llegando a una longitud del doble del Päijänne. La idea es que tome agua de la presa de las Tres Gargantas, la mayor del mundo, y la desvíe hacia el río Han, uno de los principales afluentes del Yangtze. Luego, el agua llegará al embalse de Danjiangkou, en la parte baja del Han, donde se conducirá hasta Pekín a través del sector intermedio del Proyecto de Desvío de Agua del Sur al Norte. Con una extensión de 9.597 millones km² es normal que no en todos los lugares de China tengan el mismo acceso al agua. Mientras que en el este y en el sur del país hay numerosas inundaciones, el oeste y el norte sufren una escasez de agua que limita la producción de alimentos y el desarrollo económico. Zhang Xiangwei, director del departamento de planificación del Ministerio de Recursos Hídricos de China, asegura que esta no será la única infraestructura destinada a redistribuir el agua del país. "Habrá más proyectos de seguimiento para ampliar y reforzar las redes de agua troncales en toda la nación". Según, Liang Shumin, investigador de economía y desarrollo de la Academia China de Ciencias Agrícolas, las infraestructuras de canales previstas podrían alcanzar los 20.000 kilómetros. Sin embargo, hay cierta polémica en el país asiático por su elevado coste. Liang estima que construir estos proyectos supondrá un desembolso de unos nueve billones de yuanes (1,3 billones de euros) en los próximos 30 años, cerca del 8% del PIB de China del año pasado. Construir el Yinjiangbuhan, y muchos de los otros túneles previstos, no será nada fácil. Según el medio hongkonés, los terrenos que tendrán que perforar para conseguirlo son de los más complicados de la Tierra. Los ingenieros tendrán que luchar contra zonas de fallas activas, inundaciones y una temperatura tan alta que ni siquiera las máquinas pueden aguantar. Sin embargo Yang Qigui, científico jefe del Instituto Changjiang de Prospección, Planificación, Diseño e Investigación de Wuhan, sostiene que China ya tiene resueltos la mayoría de estos problemas de ingeniería gracias a las innovaciones logradas en los últimos cinco años. "A estas alturas, se ha formado un grupo de tecnologías clave para la construcción y operación de proyectos de desviación de agua adecuados para largas distancias y condiciones geológicas complejas", asegura el equipo de Yang en un documento. Otro de los grandes retos a los que se enfrentan estas estructuras son los efectos inesperados que puedan causar las perforaciones. Según el South China Morning Post, el Proyecto de desvío de Agua de Sur a Norte ya ha llevado 54.000 millones de metros cúbicos de agua del río Yangtsé al norte de China. Esto ha provocado que en algunas ciudades como Xingtai, haya subidas de agua e inundaciones en aparcamientos y refugios subterráneos. "Se trata del mayor esfuerzo de ingeniería hidráulica de la historia de la humanidad. El efecto global y el impacto medioambiental de estos proyectos siguen siendo en gran medida desconocidos" , explicó al medio hongkonés un experto geólogo que pidió permanecer anónimo. "El cambio climático global se suma a la incertidumbre de si el ser humano puede manipular o incluso controlar la naturaleza a una escala sin precedentes". A pesar de que China llega a producir hasta 660 millones de toneladas de alimentos al año, todavía tiene que importar 100 millones de toneladas anualmente para abastecer a sus ciudadanos. Liang asegura que estas nuevas infraestructuras podrían convertir una extensión de terreno similar a la de Chile (750.000 km2) en explotaciones agrícolas aptas para el cultivo. Con esto se estima que se podría aumentar la producción anual de alimentos en más de 540 millones de toneladas, casi tanto como la producción agrícola de EEUU en un año y dejar de importar alimentos para convertirse en exportador. "Teniendo en cuenta que la tasa de crecimiento del consumo de alimentos se ralentizará en el futuro [debido a la disminución de la población], China podría convertirse en un exportador neto de cereales y oleaginosas en 2043", escribió Liang recientemente en un artículo para la revista del Ministerio de Recursos Hídricos 'Water Resources Planning and Design'. "Y después de 2050, la exportación neta anual de alimentos puede llegar a más de 100 millones de toneladas". El plan de China parece claro. Además de la independencia alimentaria, buscan también la independencia tecnológica, produciendo internamente hasta los chips que escasean en todo el mundo, y la independencia energética -en estos momentos lideran ya la producción de energías renovables y planean construir 150 nuevas centrales nucleares en los próximos 15 años-. La independencia total es casi imposible, pero cuanto menos dependan del exterior más poder tendrán y menos les afectarán las posibles sanciones de occidente en caso de que se produzca una escalada del conflicto en el pacífico. China está preparando la construcción de un nuevo canal que conecte la presa de las Tres Gargantas, en la provincia de Hubei, con Pekín. El plan es unir este túnel con el del Proyecto de desvío de Agua de Sur a Norte, y ampliar sus casi 1.400 kilómetros de largo. El precio estimado de esta descomunal obra de ingeniería ronda los nueve mil millones de euros y está enmarcada dentro de un ambicioso plan de infraestructuras destinado a aumentar la producción de alimentos de China en unas 540 millones de toneladas al año y dejar de depender de las importaciones.