pulsa en la foto Pulsar el gráfico para ampliar Con una media de 120.477 euros por hectárea, España tenía en 2020 la región más cara de Europa de tierra cultivable: Canarias. Comprar una parcela en este territorio es 66 veces más caro que en Övre Norrland, en Suecia, que es la región más barata de la UE. Aquí una hectárea costaba de media 1.822 euros en el mismo año, según los datos de Eurostat. Si el análisis se extiende a nivel estatal, se observa que Croacia tiene los precios más asequibles, pues de media una hectárea ahí cuesta 3.440 euros. España se encuentra dentro de los 10 primeros países con los precios más caros para la adquisición de tierra de labranza dentro de la UE. A nivel nacional la media es de 13.000 euros por hectárea. Por encima está Dinamarca, Eslovenia, Irlanda, Italia, Luxemburgo y Países Bajos, que ostenta el primer escaño con una media de casi 70.000 euros. De hecho, el costo de las parcelas en todas las regiones de este país estaba por encima de los demás promedios nacionales en el bloque europeo. MÁS INFORMACIÓN Sánchez confirma que el Gobierno revisará a la baja la previsión de crecimiento, pero que aún será "robusto" El FMI pide subir los impuestos a las empresas con "beneficios excesivos" para aliviar el gasto público Puede ser que en términos de compra España sea uno de los países más caros, pero en cuanto a alquiler la historia se invierte. Y aunque no está entre los 10 países más baratos, se queda muy cerca, con un precio medio de 157 euros por hectárea. El país más barato en 2020 fue Eslovaquia, donde el terreno costaba una media de 57 euros al año. Si se analiza por regiones, las más asequibles estaban en Suecia, donde no llegaban a los 35 euros. Ante las diferencias, el organismo europeo detalla que los precios de la tierra dependen de una serie de factores, entre los que destacan las fuerzas del mercado de oferta y demanda, el clima y factores de productividad como la calidad del suelo o el drenaje. Es revelador que comprar tierra de regadío es más caro que la de secano en casi todas las regiones del país. Javier Fatás, miembro ejecutivo de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (Coag), precisa que los precios en España no son el problema, sino la falta de productividad. Para aumentarla, hacen falta grandes inversiones que para el agricultor son prácticamente imposible de hacerlas. En consecuencia, cada vez hay "más acaparamiento de tierras por parte de empresas que no son del sector agrario". El precio de compra de la tierra agrícola ha aumentado apenas un 4,6% entre 2011 y 2020 en España. Es una subida mínima cuando se compara el resto los países; el mayor repunte lo registraron Rumanía y Chequia, donde se multiplicó por cinco. En Estonia, Lituania, Bulgaria, Hungría y Polonia el repunte fue más del doble. La única excepción a esta tendencia alcista fue Grecia, donde los terrenos bajaron un 18%, según Eurostat. El repunte puede deberse, según Fatás, a una cuestión de demanda. "A medida que pasan los años se necesita más tierra para tener una explotación viable, pero con la rentabilidad que tiene el sector agrario es muy difícil conseguirlas", precisa. La competencia por la tierra no solo proviene de los agricultores, sino también de otros sectores que necesitan de grandes espacios para desarrollar su industria. Ese es el caso de las energías renovables y la puesta en marcha de los megaparques eólicos, por ejemplo.