El Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (Imidra) ha reproducido 114 ejemplares. Destacan aquellos que poseen una cualidad única, pero el trabajo también incluye a los más resistentes Evitar la extinción, llegar a la inmortalidad. Ese es el objetivo con el que trabajan en el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural , Agrario y Alimentario (Imidra) de la Comunidad de Madrid , donde clonan aquellos árboles singulares de la región. Así consiguen que los ejemplares expuestos al inevitable y a veces catastrófico paso del tiempo tengan vidas casi infinitas. Los agraciados lo son por su resistencia ante los fenómenos atmosféricos , otros por su altura o anchura, incluso por las historias que guardan tras de sí. Todos ellos son característicos y reseñables y aquí están a buen resguardo. Entre los 114 que ya han sido clonados, destacan algunos ejemplares archiconocidos en la Comunidad. Es el caso del ahuehuete del parque de El Retiro , uno de los árboles más notables de la capital y el más viejo de la ciudad, que llegó desde México hace cerca de cuatro siglos. Mientras que el original tiene una altura de unos 25 metros, el ejemplar que conserva el Imidra se ha estirado 1,80 metros desde que lo plantaron hace tres años. Cerca de él se encuentran reproducciones idénticas , pero mucho más jóvenes del Tejo del Arroyo de Valhondillo, con una edad datada en 1.500 años, el más longevo de la Península Ibérica . También el plátano de la Trinidad, el más alto de la región, con casi 50 metros; y la secuoya de la Casita del Príncipe , el más ancho de la Comunidad, con unos 10 metros de perímetro. Francisco Molina es el jefe del área de Investigación Forestal del Imidra y sitúa el inicio de este proyecto en 1991, con la aprobación de la Ley de Protección de Fauna y Flora , que amparó la creación del catálogo regional de especies amenazadas y, dentro de ellas, los árboles singulares. "Es incalculable el patrimonio vegetal de la Comunidad de Madrid al que se presta atención y protección para evitar su desaparición", explica el también ingeniero de montes. En resumidas cuentas, los árboles singulares son aquellos que sobresalen por alguna de sus características extraordinarias, tales como su longevidad, altura y grosor, reitera Molina. Así pues, en el área forestal del Imidra se dedican a la conservación de la biodiversidad de la región. La entidad posee dos viveros y un banco de germoplasma, es decir, un banco de semillas donde almacenan aquellas que proceden de ejemplares amenazados o considerados de alto valor. "Si han superado la prueba del tiempo sobreviviendo a situaciones ambientales cambiantes, consideramos que tienen un genotipo especialmente resistente a enfermedades, variaciones climáticas y plagas", apunta el especialista. Por eso es importante clonarlos, para conservar y difundir ese potencial genético. "Son árboles que nos han acompañado durante siglos, así que su valor sentimental es incuantificable", añade. Pero, ¿cómo consiguen crear un árbol similar genéticamente a otro? "Normalmente, los clonamos, aunque también realizamos una reproducción por semillas", detalla Molina. La clonación es un proceso natural que poseen numerosos vegetales que pueden llegar a generar nuevas plantas de fragmentos de sí mismas , genéticamente iguales. Existen dos formas de materializar la clonación . Depende de cada especie: "Con las que tienen capacidad de enraizamiento , la realizamos mediante estaquillado tradicional. Cogemos un fragmento, un esqueje, y lo llevamos a nuestros invernaderos , donde las mesas de enraizamiento ya están dispuestas en unas condiciones adecuadas de humedad, luz y temperatura", describe el jefe del área. Tiempo después, ya enraizado, trasplantan la planta a una maceta , donde poco a poco se irán generando el resto de órganos del árbol. Diferente es lo que sucede con aquellos que no tienen la capacidad de enraizar. Aquí, la clonación la llevan a cabo en el laboratorio mediante fecundación in vitro y una técnica llamada embriogénesis somática. "A partir de células somáticas , de los tejidos de las plantas, las ponemos en un cultivo in vitro y mediante un protocolo adecuado de proteínas conseguimos que se generen embriones ", ilustra el experto. En cuanto al tiempo que se tarda en ver finalizado el proceso, es muy variable. Algunas plantas ya han echado raíces a los tres o cuatro días, otras tardan hasta dos meses. El proceso de la fecundación in vitro tarda hasta un año en completarse. En el caso de los plátanos y olmos, por ejemplo, en cuatro años ya puede haber crecido un árbol de tres metros. Para que un plátano alcance los 20 metros de altura , quizá tenga que pasar medio siglo. En el caso de los tejos o las encinas, hasta que no pasan siete u ocho años no levantan un metro del suelo. Estos árboles pueden estar destinados a permanecer en los bancos clonales del Imidra para seguir avanzando en sus investigaciones y así estudiar sus características sin necesidad de desplazarse al ejemplar original. También pueden terminar reforestando aquellas zonas en las que sean ecológicamente compatibles. De esta forma, si clonan tejos, podrán terminar en Rascafría o en Montejo de la Sierra , por ejemplo. Por otro lado, pueden quedarse en los espacios educativos que el instituto madrileño tiene en sus propias instalaciones, tanto en Pozuelo de Alarcón como en Arganda del Rey. En este último municipio también se ubica el banco de semillas, conservadas a medio y largo plazo para disponer de ellas siempre que sea necesario. El trabajo que el equipo comandado por Molina es sumamente importante. "Desde la creación del catálogo de ejemplares singulares, alrededor del 20% de ellos han muerto, sobre todo en catástrofes ambientales , como incendios o la borrasca Filomena ", recuerda este especialista. "Al final, haberlos clonado con anterioridad es una forma de tenerlos entre nosotros para siempre, aunque el original haya muerto", remacha. Molina defiende que un árbol, al ser distinguido como singular, adquiere una identidad que hace que la sociedad les aprecie más. "Conocer la historia es apreciar las cosas, aunque en este caso hablemos de seres vivos. Gracias a su historia, nosotros podemos acercarnos a ella y concienciar de forma mucho más didáctica a las futuras generaciones sobre la importante de conservar el medio ambiente y la naturaleza que nos rodea", comenta. Por eso, los ejemplares singulares y su clonación suponen una nueva bandera, una enseña particular que cuidar, que empuja la educación ambiental tan necesaria en los tiempos que vivimos. Evitar la extinción, llegar a la inmortalidad. Ese es el objetivo con el que trabajan en el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural , Agrario y Alimentario (Imidra) de la Comunidad de Madrid , donde clonan aquellos árboles singulares de la región. Así consiguen que los ejemplares expuestos al inevitable y a veces catastrófico paso del tiempo tengan vidas casi infinitas. Los agraciados lo son por su resistencia ante los fenómenos atmosféricos , otros por su altura o anchura, incluso por las historias que guardan tras de sí. Todos ellos son característicos y reseñables y aquí están a buen resguardo.