El nuevo Honoris Causa de la Universidad de Zaragoza ha desarrollado una carrera profesional en Ibercaja con importantes réditos para la región.
Amado Franco, en la sede de la Fundación Ibercaja.
Oliver Duch
Pocas personas han contribuido tanto al desarrollo de la actividad económica en Aragón como Amado Franco Lahoz , cuya trayectoria profesional va muy directamente ligada a la evolución de Ibercaja a lo largo de las últimas décadas , primero como caja de ahorros y, tras la reestructuración financiera registrada en España después de la crisis causada por el 'crack' de la construcción y el sector inmobiliario, como banco.
En la carrera de Franco, y por tanto en la historia de Ibercaja, sus más cercanos colaboradores ven con claridad tres momentos relevantes : Su nombramiento como director general de la caja de ahorros en 1987, su llegada a la presidencia de la entidad en 2004, y el fin de su mandato en este puesto en 2017, con una transición en el equipo directivo muy bien planificada que dio paso después a su designación como presidente de la Fundación Ibercaja, actual socia mayoritaria de Ibercaja Banco.
Amado Franco llegó a la dirección general de Ibercaja en 1987, año en el que la entidad impulsa un cambio de imagen que va mucho más allá de un lavado de cara y una forma de presentarse ante públicos más amplios. Emprende entonces la caja de ahorros una expansión nacional en la que Madrid y el Arco Mediterráneo se convierten en regiones e implantación importantes, siendo conscientes de que ante la imposibilidad de ganar aún más cuota de negocio en Aragón, el crecimiento pasaba por conquistar territorios donde el desembarco de una entidad de sus características sería muy bien recibido.
En mayo de 2004, con 34 años ya de trayectoria en la entidad, Franco accedió a la presidencia de Ibercaja en sustitución de Manuel Pizarro , que se centró entonces en presidir Endesa, donde vivió un periodo profesional de gran intensidad, con opas incluidas. Este último presentó a su sucesor como «la persona adecuada para la transición tranquila». El deseo expresado por el nuevo 'número 1' de Ibercaja era el de «mantener y fortalecer el compromiso de la caja con el desarrollo económico y social del territorio donde actúa», para que la entidad «continúe siendo una referencia de primer nivel y líder tanto en su vertiente financiera como en su función social».
Preguntando entonces por este diario por sus objetivos para la etapa que iniciaba en aquel momento, Amado Franco reconocía "no ser original". Su tarea principal, apuntó, era "ser consecuente con la razón de ser de la Caja". Y precisaba: "Los estatutos, en su artículo segundo, dicen que la finalidad de esta empresa es 'promover el ahorro con condiciones de rentabilidad'. Eso quiere decir que el señor que ahorra nos pide eficiencia y productividad 'en condiciones de máxima seguridad'. El ahorrador nos confía sus ahorros y quiere que estén seguros. Y todo eso, ¿para qué? Para contribuir al desarrollo socioeconómico de las zonas de actuación. La vertiente financiera nos está diciendo que tenemos que ser solventes, competitivos, eficaces, rentables... ¿Para qué? No para repartir dividendos por ahí, sino para promover el desarrollo social. Pues si ésta es la finalidad de la Caja, esto es lo que tenemos que hacer".
Desde ese momento, Franco hizo un buen tándem con José Luis Aguirre como director general en un periodo marcado en parte por el 'boom' de la construcción, que aunque disparó índices económicos que generaron un gran optimismo, generó una burbuja financiera de la que no muchos se percataron en su día. El liderazgo de ambos fue decisivo en una política de prudencia que contrastó con lo que ocurrió en la mayoría de las cajas de ahorros, que concedieron créditos sin conocimiento que se convirtieron a la larga en determinantes para su desaparición. Conscientes de la realidad, la sensata gestión de la primera entidad financiera aragonesa le permitió sobrevivir a la que muchos denominaron una 'gran recesión'.
En febrero de 2017, Amado Franco dejó la presidencia de Ibercaja después de compaginar unos años -hasta 2016- la presidencia del banco (creado en 2011 y al que se traspasó toda la actividad financiera) y la de la Fundación Ibercaja en la que se había convertido la caja de ahorros. En 2013, él estaba al frente de la entidad cuando Ibercaja absorbió Caja3 (CAI, Círculo de Burgos y Caja Badajoz), lo que le convirtió en ese momento en el octavo grupo bancario de España, líder en sus territorios tradicionales y con una sólida posición en Madrid y el Arco Mediterráneo . Todo ello lo hizo manteniendo una prudente implicación en grandes proyectos de desarrollo, entre ellos la adquisición de los terrenos para que Zaragoza albergara en 2008 la Exposición Internacional.
En diciembre de ese mismo 2017, Franco Lahoz fue designado presidente de la Fundación Ibercaj a, momento en el que cogió el relevo de Honorio Romero, que había ejercido el puesto desde el año anterior. En estos últimos siete años, con la confianza total en el equipo directivo de Víctor Iglesias como consejero delegado al frente del día a día del banco, Franco ha representado los intereses del accionista mayoritario de la entidad financiera (en la que tiene cerca del 88% del accionariado) con la sabiduría de quien fue «cocinero antes que fraile», como dice él mismo. En este tiempo ha podido liderar el proyecto de Mobility City, una flamante realidad materializada en el Pabellón Puente de la Expo el año pasado, y ahora recibe el Honoris Causa de la Universidad de Zaragoza, reconocimiento del mundo académico que certifica la valoración a su carrera profesional.
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