Menú Análisis ¿Agricultura social o productiva? El secretario general de Agricultura y Alimentación, Fernando Miranda, afirmó la pasada semana que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) trabaja para que el Plan Estratégico Nacional de la Política Agraria Común (PAC) se elabore de una forma abierta, participativa y transparente. Tuvo lugar en el debate del Partenariado, un foro con ya tres años de vida en el que participan agentes económicos y sociales, con el objetivo de contribuir al diseño de este plan. Aunque es un debate más global, a nivel europeo, uno de los aspectos conceptualmente más complejos de la Política Agraria Común (PAC), y que además tiene importantes connotaciones económicas, es la definición del destinatario de las ayudas de la PAC. No son pocos los análisis que sobre esta cuestión han hecho diferentes especialistas, y quizás uno de los más acertados es el del Dr.Moyano, investigador en ciencias sociales del CSIC y especialista en el ámbito agrario. Recuerda este investigador que la definición de agricultor activo de la actual PAC corresponde a un titular de explotación que está dado de alta en el REASS como autónomo, que al menos el 25% de sus ingresos proceden de esta actividad, o que haya recibido un mínimo de 5.000 euros de ayudas directas al año. Este criterio genera importantes dudas para el sector, ya que en las propias organizaciones profesionales agrarias existen agricultores a tiempo completo, jubilados y agricultores a tiempo parcial con un amplio abanico de dedicación. Por ello, su posición está sujeta a condicionantes internos de difícil gestión. La cuestión es si Europa verdaderamente necesita tener agricultores activos, o profesionales como se denominaban anteriormente, o ir más allá de las personas y buscar una agricultura profesionalizada y eficiente. En una agricultura y ganadería cada vez más moderna y tecnológica, la dedicación o el volumen de ingresos, en valor absoluto o relativo, no debería establecer el derecho o no a percibir una ayuda pública de estas características. Al fin y al cabo las ayudas están asociadas a una actividad, a una empresa agraria en este caso, y si cumple los requisitos administrativos, es eficiente, competitiva y produce alimentos seguros y de calidad, debería dar igual lo que represente para su titular, en tiempo o dinero. Un empresario agrario puede tener otras muchas actividades en otros sectores, y surgen muchas dudas sobre si por ellos debería ser excluido como beneficiario de las ayudas. ¿Va a penalizar la PAC a los emprendedores, a los que tienen patrimonio o capital propio por el motivo que fuere y lo gestionan adecuadamente? Tampoco olvidemos que las ayudas de la PAC de alguna manera compensan los altos costes de producción en la Unión Europea frente a Estados terceros, que se deben entre otros motivos a unas estrictas y necesarias normas (aunque no en todas ocasiones) que garantizan la seguridad laboral de los trabajadores y unos salarios mínimos, así como la adecuada conservación del medio ambiente y el bienestar animal. Y estas normas son iguales para pequeñas y para grandes explotaciones, para agricultores a tiempo parcial o a tiempo completo, para agricultores con mucho patrimonio y altas rentas complementarias, o para lo que no lo son. Si bien es cierto que por economía de escala, las ayudas son proporcionalmente más beneficiosas para las grandes y bien dimensionadas explotaciones, no lo es menos que ya hay una limitación máxima que trata de compensar este punto; en todo caso, otro tema que merecería otra reflexión aparte. En no pocos espacios rurales, la dimensión de las explotaciones, la edad y la dedicación de sus titulares no les permiten ser competitivos y vivir solo de las rentas del agro. A cambio contribuyen a mantener la estructura social, económica y medioambiental de los territorios rurales. La cuestión es hacia qué tipo de agricultura nos queremos dirigir y, sobre todo, de qué manera pueden convivir ambas. Tendencias Vacuna Las caras del deporte Crónica negra Sucesos HOY Agro En Salsa