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15 hectáreas de sueños y sudor para combatir la 'Barcelona vacía' de agricultura

04/12/2023
En: lavanguardia.com
Digital
La Beneta es el proyecto de tres jóvenes en Hostalets de Pierola que se rebelan contra las tierras perdidas, los campos de cultivo que se abandonan cuando falla el relevo generacional No descienden de 'payeses' ni son familiares del actual propietario, lo que dificulta más si cabe la entrada al sector Joan Raventós trabaja la tierra desde hace más de 45 años y es hijo, nieto y bisnieto de agricultores. La suya es una finca ecológica de fruta y oliva de quince hectáreas en riesgo de abandono por falta de relevo tras su jubilación, a principios del próximo año. Esta misma situación la viven muchos agricultores en Catalunya: el sector se enfrenta al abandono a causa de su bajo rendimiento económico. En los últimos cuarenta años, las comarcas barcelonesas han perdido un 70% de las empresas agrarias, según datos de la Diputació de Barcelona. Ricard Huguet, coordinador de Joves Unió de Pagesos, contextualiza el dato. La situación del sector es difícil; y si ya era mala antes, la sequía histórica que vive el territorio la ha empeorado. "Hay gente que ni siquiera ha cosechado, y cuando económicamente no puedes subsistir, tienes que tomar decisiones", puntualiza Huguet. En Barcelona Sólo el 9% de los propietarios de empresas agrarias es menor de 40 años; el 35% tiene más de 65 A priori, podría parecer que este panorama espanta a los jóvenes, ya que las cifras confirman también un envejecimiento del sector. Únicamente el 9% de los propietarios de las empresas agrarias de la demarcación son personas menores de 40 años. Por contra, el 35% sobrepasa los 65 años de edad. No obstante, en Barcelona (provincia) una corriente de nuevos agricultores intenta tomar fuerza para luchar contra el abandono de las tierras; jóvenes que sí quieren dedicarse al cultivo. Estos se caracterizan por provenir en su mayoría del mundo urbano, tener formación universitaria en más de un 50% de los casos y por estar creando principalmente empresas dentro del sector ecológico, también según datos ofrecidos por la Diputació. Y aunque este tipo de relevo es todavía atípico, el proyecto de La Beneta, impulsado por Marta Valls y Pepe González, es un ejemplo ilustrativo. Si todo va bien, ellos pasarán a gestionar las quince hectáreas de tierra que iban a quedar abandonadas tras la jubilación de Joan Raventós, como agricultores. Además, Gemma Raventós, hija del propietario, se ha sumado al proyecto para realizar soporte en márketing y redes sociales. A pesar de que ella sola no se sentía capaz de seguir con el relevo porque le falta mano con las plantas, le hizo mucha ilusión la propuesta de Marta y Pepe. "Yo he crecido con un pie en el campo, jugando mientras mis padres cosechaban y cuando me hice mayor me acerqué todavía más a los cultivos; cuando necesito curarme acudo aquí", describe Gemma. Marta Valls y Pepe González cumplen este año los treinta. Se conocieron en el colegio público de Hostalets de Pierola, donde ambos estudiaban. Pasaron los años, pero mantuvieron la amistad. Marta estudió periodismo y consiguió trabajo en una redacción de Barcelona; y Pepe estudió auxiliar de enfermería y se dedicó a los cuidados de personas mayores en residencias. Pero la sensación de no ser del todo felices, saltando de trabajo en trabajo, siempre les encontraba. Ninguno de los dos proviene de familia agricultora, ni proyectaba tampoco dedicarse al oficio; pero entonces, les llegó la noticia de que Joan Raventós iba a jubilarse sin nadie que para continuar su trabajo y decidieron tomarle el relevo. Pepe González cuenta que él se crió corriendo en bicicleta entre aquellos campos y lo bonito que fue vivir aquello. "Sentí que sería una pena que en un futuro todo aquello quedara abandonado, que las futuras generaciones no puedan disfrutar de lo que nosotros sí", añade Pepe. El joven quiere vivir y morir en el pueblo, afianzar el arraigo que tiene con él y argumenta que "ser agricultor es una forma de hacer raíz". A esta motivación emocional, Marta Valls suma dos más: la condición de cultivo ecológico que tienen los campos de Raventós y la defensa del consumo local. "La mayoría de los cultivos de la zona son de viña. Los de Joan también eran así antes, pero hace 18 años, plantó frutales e hizo la transición hacia el ecológico. Por aquel entonces, no existía un mercado específico para esto y Joan lo vendía al precio tradicional", explica Marta. Joan Raventós lo hizo así en su momento porque entendía la tierra, el cultivo y la naturaleza como a un todo; así, la abeja que poliniza es inseparable de la flor. "Cuando lo entiendes así, todo tiene un sentido muy importante y buscas mantener su armonía y su equilibrio", defiende Gemma. Pepe apunta que, además, "este modelo es regenerativo para la tierra, ya que mantiene la materia orgánica; más que un método de lucha contra el cambio climático, que también, es una filosofía de vida", a la vez que se cuenta con una mayor libertad de mercado, en tanto que es más fácil fijar precios justos y prescindir de intermediarios. En cuanto al consumo local, Marta considera que la relocalización es la forma más lógica de proceder: que los alimentos que consumimos se produzcan cerca. "Si no dinamizamos las economías rurales, suceden fenómenos como el de la España vacía", concluye. Los jóvenes se han encontrado, sin embargo, con distintas dificultades. Los nuevos agricultores se enfrentan a dificultades para acceder a la propiedad de las tierras debido a su valor urbanístico, especialmente en poblaciones como Hostalets de Pierola, que se sitúa en la segunda corona metropolitana de Barcelona. También se suma la falta de reconocimiento social que recibe la profesión de agricultor, el elevado nivel de burocratización (que complica mucho el traspaso de tierras, maquinaria y negocio si no existen vínculos familiares) y el difícil acceso por parte de las personas nuevas en el sector a los incentivos y las subvenciones económicas de la PAC de la Unión Europea, que no están adaptadas a los contextos de nuevas incorporaciones. Si de algo está orgulloso el proyecto de La Beneta es de tener a Joan para acompañarlos. En palabras de Marta, "sin él nada de esto tendría sentido, es su proyecto de vida". Joan, por su parte, disfruta de la tarea: "Me apenaría no poder transmitir todos estos conocimientos a nadie; esta es la única herencia que podemos dejar como seres humanos". Por ahora, los jóvenes están trabajando con Joan. Están tratando de aprender todo lo posible, y buscan la financiación que les permita continuar adelante (para lo cual tienen abierta una campaña de micromecenazgo digital) al tiempo que combinan empleos.
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