Menú Gastronomía «Nunca fuimos el vino de Parker, pero creo que Parker respetó a Vega Sicilia» La sucesión del bodeguero en Vega Sicilia quedará cerrada a final de año Deiva, el nuevo proyecto de Vega Sicilia en Rías Baixas empieza a ser una realidad. Por el momento hay 24 hectáreas de viñedo y muchos planes; la maqueta de la bodega, el terreno donde se empezará a construir, sus dos primeras etiquetas y una fecha, septiembre de 2023, la de la primera vendimia que alimentará sus vinos, Deiva y Arnela. Este año se cumplen 40 años de la compra de Vega Sicilia por David Álvarez, el patriarca, y tal vez por eso o porque después de adquirir las primeras 24 hectáreas de viñedo la nueva aventura ya era un secreto a voces, decidieron anunciarlo. «Llevamos cuatro años comprando viña en Galicia, y por mucho que lo quieras ocultar, es difícil que no salte», dice Pablo Álvarez. Proyectan adquirir 30 o 35 hectáreas más, aunque el anuncio formal complicará los planes. La compra de viñas es el primer paso de todos sus proyectos. Lo hicieron con Alión y lo repitieron en todas las bodegas que incorporaron al grupo -Oremus, en Tokaj (1993), Pintia, en Toro (2001), y la riojana Benjamín Rothschild & Vega Sicilia (2009)- cumpliendo un principio básico que acompaña la carrera de Palo Álvarez: la viña es lo primero. «Si no tienes una gran uva no puedes hacer un gran vino. Esa es la base aquí y en cualquier otra parte del mundo y no hay tanta uva buena, tanto suelo bueno, ni tanta viña buena. De hecho, llevamos cuatro años comprando y solo tenemos 24 hectáreas. No es fácil encontrar la calidad. Después, estamos tratando de ver cuál es el mejor sistema de elaboración para la albariño, con experiencias de todo tipo, incluso de envejecimiento con madera, aunque creemos que la madera es lo menos importante. Otras bodegas de la región han demostrado que la albariño es capaz de envejecer y no es necesario forrarla de madera». -¿Cómo es un vino blanco desde la perspectiva de una empresa como Vega Sicilia? -Es un sitio en el que se puede hacer un vino más que magnífico. No se trata de hacer vinos que duren 25 años en botella, pero sí un vino que tenga una cierta complejidad, que sea elegante y agradable, y la uva albariño tiene todas las características para poder hacerlo. Lleva unos años, porque no es llegar y besar el santo. Habrá sucesor al acabar el año Se cumplen 37 años desde que David Álvarez nombró a su hijo Pablo director general de Vega Sicilia, tres años después de comprar la bodega a la familia Nuemann. En este tiempo, todo ha girado alrededor de la familia Álvarez, también protagonista de una disputa que la ha dividido en dos. De un lado el padre, ya fallecido, y una de las hermanas y del otro cinco hermanos, representados por Pablo, director general y consejero delegado, y Marta, presidenta de la compañía. Quedan asuntos legales pendientes, pero el futuro parece lo suficientemente consolidado para afrontar la sucesión de Pablo Álvarez, a tres años de la fecha anunciada para su retirada. Le pregunto si más allá de la crisis abierta en 2009 esa estructura familiar ha ayudado a llevar Vega Sicilia donde está. «Probablemente. Si yo hubiera sido sólo un director general, por muy bueno que fuera, y no un miembro de la familia, no hubiera podido hacer esto, porque he tomado decisiones que solo las toma una familia o un miembro de una familia que tiene la confianza y la libertad dada por su familia para dirigir esto como mejor cree». -¿Siguen pensando lo mismo? ¿Le sucederá un familiar? -Me parece importante que se continúe. En principio no me he queda demasiado tiempo aquí, como ejecutivo principal, y tiene que haber un miembro de la familia, si es que lo encontramos, y estamos en el proceso para hacerlo. Esa es la idea original, que la familia prosiga y eso me parece importante. No sé lo que va a pasar con todas estas grandísimas bodegas que son compradas por grandes corporaciones, como sucede en Francia. Los precios que se pagan por la viña en Borgoña son de tal calibre que solo hombres riquísimos o grandes corporaciones son capaces de comprar eso. -Dijo no hace mucho que el principal problema de las empresas familiares es la propia familia. Ahora son cinco hermanos y tienen quince descendientes ¿Por donde pasa la sucesión? -Estamos en el proceso de selección. Tenemos que hacerlo con gente externa que nos ayude, porque yo no me voy a meter a juzgar a un sobrino y menos a un hijo mío, aunque los conozca, y en eso estamos. Espero que antes de que acabe el año podremos tomar una decisión sobre una o dos personas que puedan seguir con el negocio familiar, se formen conmigo en los últimos años que me quedan aquí y pasen la última prueba, que es hacer su trabajo. -¿Se descarta la venta? -Siempre es posible, pero queremos seguir y queremos que se siga desarrollando, y si se hace bien seguiremos creciendo en el camino que estamos ahora. -¿Hubo ofertas? -Nunca nos hemos sentado a hablar con nadie porque nunca se ha tomado la decisión de hacerlo, pero interés siempre ha habido. Hoy en día somos la bodega más emblemática de España, la más envidiada y la más envidiable aspiración de grandes grupos bodegueros. La calidad empieza en la viña La compra de Vega Sicilia por David Álvarez gira alrededor de Jesús Anadón, entonces director general y director técnico de Vega Sicilia, quien tenía el mandato de vender y de alguna forma también era comprador (se daba por supuesta su continuidad). David Álvarez hace una oferta y tardan un año en responder, a la espera de encontrar un grupo comprador local. No aparece y en octubre de 1982 se firma el contrato en un privado del restaurante Zalacaín. Al año siguiente, Pablo empieza a visitar Vega Sicilia y a formarse con Anadón, quien lo propone como su sucesor al retirarse en 1985. Entre sus primeras decisiones está el nombramiento de Mariano García como director técnico. También se centra en el viñedo. «Encontraba que era la base de todo, aunque entonces no sabía bien por qué» y en 1985 prohíbe el uso de herbicidas en toda la finca, cuando en Borgoña apenas se empezaba a hablar del biodinamismo -«casi nadie sabía lo que era»-. Ese mismo año propone crear una nueva bodega que hiciera vinos más modernos y empieza la historia de Alión. Un año después compran 16 hectáreas en las que plantarán las viñas que soportarán el proyecto y en 1991 vinifica la primera cosecha. «Vega -recuerda- tenía entonces 80 hectáreas de viñedo». Cuando habla de Vega Sicilia, abrevia y se queda solo en Vega, como un apelativo familiar. Normal en alguien que lleva 37 años viviendo la bodega y a menudo en la bodega. «Entonces exportábamos a tres países (Estados Unidos, México e Inglaterra) y ahora llegamos a 150, comercializábamos 200.000 botellas y ahora 1,2 millones, todo ha cambiado. El número de botellas de Vega tampoco ha crecido tanto como las de las otras marcas, pero es un volumen de vino importante para los precios en los que nos movemos». -No le gusta el marketing y nunca han invertido en publicidad. ¿Dónde está su secreto? -Siempre he estado obsesionado con la calidad de los vinos y eso es una labor para toda una vida. El vino ha estado y sigue estando lleno de modas, pero Vega Sicilia ha sabido mantener su estilo y ser fiel a su personalidad. Eso no quiere decir que no haya cambiado; puede tener menos tiempo de envejecimiento del que tenía históricamente, pero sigue teniéndolo y sigue siendo Vega Sicilia. Nunca fuimos el vino de Parker, pero creo que Parker siempre respetó a Vega Sicilia. -¿La escasez no es un argumento? -El argumento es la calidad. Si un año en vez de hacer 100.000 botellas de Único tenemos que hacer 40.000, pues se hace, porque queremos mantener la calidad y eso no es fácil. Lo ocurrido demuestra que tal vez lo pudimos hacer mejor pero que no lo hemos hecho mal. -Cuando tienes un rendimiento cercano al 40% de las ventas significa que mal no lo has hecho. -Solo las grandes bodegas de Francia tienen eso o lo superan. Ojalá España tuviera cinco Vega Sicilia. -El Vega Sicilia Único se vende por unos 250 euros, y el Reserva Especial está en 300 o 350. Hay gente a la que le va a parecer mucho, pero son precios livianos comparados con los que manejan muchos vinos en Francia. -Y en España. Lo que pasa es que no es lo mismo hacer 1.000 botellas que 120.000 de Único o 300.000 de Valbuena; lo que Vega Sicilia vende al precio que vende solo lo venden los grandes chateaux de Burdeos. En sus tiempos, Vega Sicilia era el vino más caro de España. Ahora ya hay vinos más caros, pero pueden hacer quinientas, mil o dos mil botellas. Además, no creo que hacer menos cantidad los haga mejores, se puede hacer un cierto volumen y hacer un gran vino. Eso se consigue si tienes una viña. Si no, es imposible. -Póngame al día de las novedades. -En 2002 vendimos toda la cosecha de Único, pero guardamos diez mil botellas otros diez años (serían veinte, en total; el Vega Sicilia Único se vende al décimo año de la cosecha) para poder ofrecerlas a clientes a los que les gusta los vinos con un poco más de tiempo. Seguiremos haciéndolo y lo estamos haciendo con Valbuena, Alión, Pintia y Macán. En el caso de Valbuena los vamos a guardar cinco años más, y en el de Alión y Pintia tres años. En Macán empezará más tarde. Tendencias Coronavirus Carnaval de Badajoz Crónica negra Sucesos HOY Agro En Salsa Antropía