Como es habitual en Castilla-La Mancha, casi todo el mundo tiene una tradición relacionada con la viticultura. El caso de Pepe Rodríguez de Vera no es diferente. Este joven albaceteño de 34 años es descendiente de una familia que, tras siete generaciones, ha estado dedicada al viñedo. Pero, lejos de vender la uva que sacaban, como hicieron sus antepasados, él ha dado un paso más y se ha convertido en un viticultor de renombre, pese a su corta edad, por elaborar vinos de calidad y rescatar variedades minoritarias y autóctonas, no solo de su tierra, sino de diferentes regiones de España. Ahora, su principal reto es convertirse en 'Master of Wine' para ensalzar todo ese trabajo. Aunque Pepe Rodríguez de Vera estudió farmacia y trabajó durante cuatro años en el negocio familiar, su afición por la viticultura le llevó a poner en marcha su primer proyecto relacionado con este mundo en 20 hectáreas de viñedo en la finca familiar de Casalta, en Chinchilla de Montearagón . «Cuando empecé me di cuenta de lo difícil que es hacer vino con la competencia que hay», cuenta a ABC. Su primer vino fue elaborado también dentro de una denominación de origen de su tierra, como es Almansa, pero desde entonces no ha parado de viajar por diferentes regiones vitivinícolas - Jumilla, Méntrida, Utiel, Montilla-Moriles, Manzanilla, Rueda o Toro - en busca de uvas autóctonas con el compromiso de hacer vinos originales. «Me considero bastante creativo y me gusta ponerme como reto elaborar cosas diferentes con un guiño a lo local. Lo que busco es hacer un homenaje al viñedo y al lugar de origen», asegura este viticultor albaceteño. «Si hiciera tan solo dos vinos, me aburriría», reconoce Rodríguez de Vera. Por eso, hasta el momento, cuenta con un portfolio de casi 50 referencias de vino diferentes que ha ido sacando a lo largo de estos años. Todos ellos, elaborados con variedad de uva autóctonas y minoritarias que ha rescatado en cada una de las regiones en las que ha trabajado. «Esta forma de trabajar es muy valorada en otros países y regiones, pero Castilla-La Mancha es un ejemplo penoso de todo lo contrario, al ser conocida por su vino a granel y de peor calidad. Creo que las denominaciones de origen tienen una cierta responsabilidad en ello y no cumplen con su papel, que es poner en valor la riqueza y la antigüedad de los viñedos que posee nuestra tierra, cuando lo que hacen es más una labor política y administrativa», afirma. Aun así, destaca que, afortunadamente, «la gente busca cada vez más vinos de calidad y la cosa está cambiando, pero muy lentamente y con retraso en comparación con nuestros competidores. Mi ilusión es que pongamos a Castilla-La Mancha como un productor de vino de calidad ». Ahora mismo Rodríguez de Vera está centrado en convertirse en 'Master of Wine', que es su mayor reto y lo que le servirá para dar más credibilidad a su proyecto y a su idea, que es la de dar un poso de calidad a los vinos de España.«Al final lo que busco es hacer un vino que tenga alma», expresa. Eso es precisamente lo que ha intentado hacer con el vino que elabora en la Denominación de Origen Méntrida , en la provincia de Toledo, que fue la tercera región en la que trabajó. El resultado de ese esfuerzo es Atalaque Garnacha del Horcajo 2018, que se elabora con esta variedad de uva procedente de viñedos centenarios. A su juicio, «la materia prima es la clave de todo». El origen de este proyecto surgió en 2016 cuando su socio en Fuensalida, Santiago Peña , quería arrancarlos y estaba «malvendiendo» a unos 20 céntimos de euro el kilo de uva a la cooperativa del pueblo, mientras que en otros países el precio es de 2 o 3 euros. «Esto no podía ser y, por eso, mi idea fue hacer un vino diferente con esas mismas uvas que provienen de viñas centenarias», relata el viticultor albaceteño. Desde Bodegas Atalaque , realiza su labor en viñedos con hasta 110 años de historia y de la Finca El Horcajo elabora su vino Atalaque Garnacha del Horcajo 2018, un tinto de parcela, monovarietal, procedente de viñedos viejos prefiloxéricos y que sale al mercado con una serie limitada de 5.000 unidades. Pepe trabaja en la parcela El Horcajo, vinificada por separado, donde encuentra una de las garnachas con mayor potencial de la península. Realiza una selección meticulosa en viñedo y en bodega que permite obtener una uva que transmite una gran tipicidad al vino. Como resultado, Atalaque Garnacha del Horcajo 2018 es un vino delicado, elegante, de largo recorrido y reconocido internacionalmente. Esta garnacha de aroma intenso, con notas de fruta roja y negra y un fondo especiado con matices ligeramente ahumados y terrosos, se muestra viva en boca, con una acidez equilibrada perfecta para armonizar con diferentes tipos de comida. Atalaque Garnacha del Horcajo funciona especialmente bien con platos de sabores rotundos como los quesos curados, las carnes de todo tipo, los pescados al horno o con salsas potentes, e incluso ensaladas y verduras difíciles de maridar.