Un artículo publicado en el extinto Diari de Vilanova sobre el potencial de los vinos del macizo del Garraf, un bien preciado que estaba desapareciendo, llamó poderosamente la atención al enólogo de Vilanova i la Geltrú Manel Aviñó Rius. También había leído antiguos textos que atestiguaban la fama que habían tenido las malvasías de Sitges y los tintos de las lomas de Sant Pere de Ribes. En 2001, justo hace dos décadas y tras una larga trayectoria enológica en el mundo del cava, decidió impulsar un ilusionante proyecto personal vitivinícola a los pies del Montgròs de Sant Pere de Ribes, en el ámbito protegido del Parc del Garraf. De hecho, empieza las visitas de más nivel en lo alto del Montgròs, a 359,2 metros sobre el nivel del mar, desde donde se divisa un espectacular skyline tanto de la costa del Garraf, incluyendo sus propios viñedos, como del Alt Penedès. Recuperó una antigua masía (Can Ramon) y su bodega, así como unos viejos viñedos aterrazados muy diferentes a los del Penedès central. Manel Aviñó, que este martes cumplirá 54 años, intuye que sus viñedos, que no trata ni con herbicidas ni con pesticidas, no son muy diferentes hoy a los que cultivaron los romanos en la zona. Su finca, rodeada de bosque, data del siglo XIV. Ha apostado por las variedades de uvas autóctonas elaboradas siguiendo las agriculturas ecológica y biodinámica, y con mínima intervención. Hasta 2007 siguió los dictados imperantes hasta aquel momento, los del gurú norteamericano Robert Parker de The Wine Advocate , apostando por vinos con mucha extracción y con destacado impacto de la crianza en madera. No ha dejado de evolucionar buscando su propia reinterpretación de los vinos del macizo del Garraf. A partir del 2010 dejó de trabajar con sulfuroso añadido. Entiende su bodega casi como una cocina. El proyecto nació como Can Ramon Viticultors del Garraf para pasar a denominarse Clos Lentiscus años después. Manel Aviño con una de las botellas CLV Hoy busca la pureza en suelos areniscos y calcáreos, modelando sus viñedos y siguiendo los ciclos lunares. Sus vides, más que a los hongos, tienen como principal amenaza la voracidad de la plaga de jabalíes, lo que le obliga a ampliar sin cesar los pastores eléctricos. Elabora vinos precisos, varietales, sin el amparo de ninguna DO, de bajas graduaciones alcohólicas, francos, sin filtrar y sin SO2 añadido. Ya suma hasta 27 vinos y espumosos diferentes, entendiendo que "he ido viendo que cada parcela tiene una identidad muy marcada". Clos Lentiscus forma parte de La Renaissance des Appellations, una asociación internacional de viticultores fundada en 2001 por el viticultor de culto francés Nicolas Joly cuyos miembros se comprometen con una viticultura natural y respetuosa con el medio ambiente según los principios ecológicos y biodinámicos. Su Perill Noir, un sumoll de grano menudo, se estrenó en el mercado en la canicular añada del 2003. Hoy, sorprendentemente, se mantiene de manera más que interesante esa primera añada. Por aquel entonces apenas nadie apostaba por la sumoll, una variedad autóctona histórica en el Penedès. En el 2014 solo se vendieron 6.134 botellas de sumoll amparadas por la DO Penedès. Manel Aviñó afirma que "es nuestra pinot noir". Añade que "es mediterránea, fresca, larga, con mucha fruta, brillo, chispa y una buena tensión gracias a su gran acidez". Este vitivinicultor abrió dos caminos de trabajo con la sumoll: uno con el Perill Noir y otro con dos espumosos, uno siguiendo el método tradicional (una segunda fermentación alcohólica en botella) y otro elaborado con el método ancestral (una sola fermentación en botella). Reconoce que le costó mucho aprender cómo domar esta variedad, que es "la que me ha provocado más quebraderos de cabeza". Las bodegas Clos Lentiscus CLV Perill Noir Sumoll es fruto de un pequeño viñedo de una sola hectárea plantado justo después de la Guerra Civil, en 1939, y bautizado con el nombre de El Bosquet. Las vides están conducidas en vaso, y se trabajan con una poda corta. Con la añada actual el Perill Noir estrena botella borgoñesa. Su etiqueta la preside el dibujo de un peligro, el de un coche de época accidentado. Elabora entre 3.500 y 4.000 botellas anuales. Las uvas fermentan en viejas barricas de 300 y 500 litros y el resto en un depósito de acero inoxidable y, una pequeña partida, en jarras cerámicas y damajuanas. La maceración con las pieles de las uvas se alarga unos 18 días y, tras el prensado, se devuelve el vino a las barricas y al depósito donde fermentó. La crianza en madera se prolonga entre un año y medio y los dos años, para continuar después una larguísima evolución y afinamiento en botella antes de su comercialización. No se filtra, y su clarificación se realiza por decantación natural. Perill Noir Sumoll 2012 es un tinto natural de poca extracción. Es de capa baja y bonito color rubí, con matices azulados. En nariz asaltan notas que recuerdan a la algarroba y a la fruta roja de bosque madura, con un punto de cacao en polvo y también de piedra de pedernal (fósforo). En boca es frutal y muy redondo, con una tanicidad presente pero muy domada y con una gran acidez, que lo hacen muy vertical y estilizado. Es fluido y solo tiene 12, 5º de alcohol. También destaca por su muy buena integración de la madera. Tiene algo de volátil, y también una alma rústica y salvaje. Manel Aviñó afirma que "es un sumoll que tiene algo de poulsard de la región francesa del Jura y también algo de pinot noir de la Borgoña, pero con corazón mediterráneo". Ideal para acompañar pescados grasos y arroces de mar y montaña. A Manel Aviñó le gusta armonizarlo con unos tradicionales 'bull de tonyina' o 'all cremat' de escorpena de la capital del Garraf (platos históricos de las barcas de pescadores locales), o con unos calamares rellenos. Clos Lentiscus Perill Noir Sumoll 2012; sin DO (Garraf) Uvas: sumoll Precio: 15,50 euros